viernes. 19.04.2024
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El poder de la decencia, de Sergio Fajardo

Jaime Panqueva

 

Foto cortesía -  Opinar es debatir sin epelar
Foto cortesía - Opinar es debatir sin epelar
El poder de la decencia, de Sergio Fajardo

Poco más de 256 mil votos evitaron que en la primera vuelta de este año, Sergio Fajardo pasara a la siguiente instancia por la presidencia de Colombia. Su partido, Compromiso Ciudadano, se quedó a un 1.3% de ser la opción que competiría con el hoy presidente Iván Duque. Lástima. Cuando hace unas semanas encontré su libro El poder de la decencia (Ariel, 2017) en uno de los botaderos de ofertas de una librería bogotana, no dudé en comprarlo. Creo que fue una buena decisión, y más aún leerlo en estos tiempos de morenismos verdes, consultas populares y trenes mayas sacados de la manga.  

Conocí personalmente a Fajardo hace unos años en la FIL de Guadalajara y me impresionó su manera de comentar de frente y sin desparpajo la realidad mexicana, a partir de las experiencias vividas en su ciudad, Medellín. Por entonces mostraba el modelo de desarrollo con que había transformado la otrora capital del sicariato y la violencia, hasta el punto de ser ahora embajadora de alcaldes inquietos de otras latitudes que no saben qué hacer con la inseguridad y tienen erarios que les pagan el viaje...

El poder de la decencia es una declaración de principios, una crónica vital de un matemático investigador que se convirtió en político porque “estábamos cansados de criticar y decir cómo no se hacen las cosas, decididos a alcanzar el poder para hacerlas según nuestras ideas.” Fajardo relata con nombres y detalles la manera en que en 1999, junto con otros soñadores, fundó Compromiso Ciudadano, con la vista en la alcaldía de Medellín; sus principios políticos (sí, los tiene, y muy claros) y los momentos altos y bajos de una carrera que ha brillado por sus resultados y por su constante lucha contra las ideas tradicionales que han hecho de la política actual el cochinero del que seguimos despotricando.

Es imposible reducir a pocas palabras los conceptos estructuradores del libro, pero aventuraré algunos: los medios justifican el fin, es decir, la manera en que se llega al poder determina el tipo de gobierno que puede esperar el electorado, pues quien llega comprando, termina robando para pagar. La educación de calidad como motor de la transformación social a largo plazo; el combate a la desigualdad a través del principio de lo más bello para los más humildes; el desarrollo de una cultura de la legalidad y de la participación ciudadana en la elaboración y supervisión de los presupuestos. En resumen, un ideario que hacen de la coherencia y la consistencia en la actuación personal y política las piedras angulares para la generación de confianza. Ideas que pueden aplicarse en cualquier rincón del planeta y que permiten pensar en un futuro más esperanzador. Lástima.

 

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