viernes. 19.04.2024
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GUÍA DE LECTURA

El capital en el siglo XXI, de Thomas Piketty

Jaime Panqueva

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Thomas Piketty
El capital en el siglo XXI, de Thomas Piketty

A cinco años de su publicación, el estudio sobre la desigualdad global en los ingresos sigue causando polémica. Más allá de las cifras y estadísticas, reunidas para ilustrar la evolución de las mayores economías mundiales a lo largo de dos siglos y medio, y de cómo las desigualdades de ingresos han vuelto a los niveles previos a los grandes conflictos bélicos de la humanidad, este libro de Piketty es muy digno de leerse por personas ajenas a la economía o a las ciencias sociales, porque posee una extraordinaria dosis de literatura.

Sí, lo ha leído bien, es un estudio técnico sobre cómo las rentas y los salarios se han desarrollado hasta lograr los niveles de desigualdad que “disfrutamos” en la actualidad, pero a su vez se apoya en la información cualitativa que brindan obras literarias como Père Goriot o Grandeza y decadencia de César Birotteau de Honoré Balzac; o Sentido y sensibilidad, Mansfield Park y Persuasión de Jane Austen, por mencionar algunas de las más importantes. Con sabiduría, Piketty extrae de la literatura discursos sobre la transformación del capital de las rentas a la producción, los estilos de inversión apacible o riesgos encarnados por algunos de sus personajes, del vívido retrato de la París del primer tercio del siglo XIX y de las imperturbables fortunas de la burguesía inglesa.

Asimismo, al saltar el Atlántico echa mano a Lo que el viento se llevó para explicar las sociedades esclavistas. Ya más entrados en el siglo XX, el cine hace parte importante de sus referentes. Un aspecto que aclara al mencionar la estabilidad de los antiguos regímenes del siglo XIX es la constante alusión a los precios de los bienes en las novelas de Balzac, justificado por una inflación casi inexistente gracias al patrón oro, en contraposición con la literatura de este y del siglo pasado, donde las alusiones a precios y tasas de conversión en los textos los convierte de forma fácil en un referente caduco y, por tanto, poco empleado.

Si no desea leer a Piketty por este particular interés en trascender más allá de lo que puede interpretarse una estadística o guarismo, quizá pueda interesarle una de las conclusiones de su extenso y bien documentado estudio: La desigualdad ha crecido de forma alarmante tras el “igualamiento” que trajo la Segunda Guerra Mundial a las economías occidentales. El capital crece de forma mucho más robusta que los salarios, de manera que la situación del joven Rastignac, seducido por conseguir una posición a través del matrimonio o la herencia, en vez de hacerlo a través de un puesto de trabajo o un start-up, es en nuestros días tan atractiva y posible, como en los tiempos de Balzac.

 Para quienes creen en la ciclicidad de la historia y/o economía, esto solo debería ponerlos a pensar.

 

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