Es lo Cotidiano

Hoguera nueva, brujas nuevas

Viridiana Guerrero

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Catherine Deneuve
Hoguera nueva, brujas nuevas

En enero del presente año el periódico francés Le Monde publico un manifiesto firmado por 100 mujeres de origen francés, todas ellas relacionadas con el mundo del arte, la ciencia y el cine. El motivo de este manifiesto fue expresar una opinión en torno a la ola de señalamientos por acoso sexual vista en el mundo artístico, así como el de invitar a la trascendencia del rol victimesco que se juega en los debates del feminismo hegemónico. Aun contando con la firma de cien mujeres fue una de ellas la que arrasó los encabezados, Catherine Deneuve, la protagonista de filmes como Repulsión o Tristana. Después de leer el manifiesto fui directo al apartado de comentarios del sitio que lo publicó, y lo que vi en algunos fue la muestra de la tolerancia intolerante con que se defienden algunos militantes del feminismo. Hubo incluso alguien que trajo a colación la escena donde Deneuve, amarrada a un árbol, era presa de latigazos (ficticios, desde luego) durante una filmación dirigida por Luis Buñuel ¿Eso qué importa? No es obligación de todos los actores identificarse con sus personajes, y aun si Deneuve o cualquiera en este planeta disfrutase del uso de látigos, en pleno uso de sus facultades y deseos, eso es algo inherente al debate feminista.

Volviendo al manifiesto, ¿a qué se debió el revuelo dejado por las ideas de este movimiento francés? Según la descontextualización de muchos, fue porque éste justificaba malas practicas sexuales de hombres hacia mujeres, cosa que es totalmente errónea. A continuación unas líneas del mismo:

Como resultado del caso Weinstein, ha habido una conciencia legítima de la violencia sexual contra las mujeres, particularmente en el lugar de trabajo, donde algunos hombres abusan de su poder. Ella era necesaria. Pero esta liberación de la palabra se convierte hoy en su opuesto: ¡Nos ordenan hablar, a silenciar lo que enoja, y aquellos que se niegan a cumplir con tales órdenes se consideran traidoras, cómplices! […]

Esta fiebre para enviar a los "cerdos" al matadero, lejos de ayudar a las mujeres a empoderarse, en realidad sirve a los intereses de los enemigos de la libertad sexual, los extremistas religiosos, los peores reaccionarios y los que creen -en nombre de una concepción sustancial de la moralidad buena y victoriana- que las mujeres son seres "separados", niñas con una cara de adulto, que exigen protección. (Infobae, 2018)

Como fue de esperarse, Deneuve y compañía fueron mandadas a la hoguera del escrutinio publico, junto con todo aquel que las defendió, por ejemplo, Marta Lamas.

El riesgo que veo en el desarrollo del feminismo hegemónico es que éste parece prescribir para todas las culturas un posicionamiento homogéneo de entender la femineidad, y un sentimiento de victimismo que llega a ser incongruente con el de ese empoderamiento anhelado. Engolosinándose de los efectos propagandísticos del mismo se llenan simposios, programas, columnas y notas con la descontextualización de personajes históricos que “mágicamente” eran todos feministas: ahora, igual que el Che, Frida Kahlo es el estandarte de playeras y Sor Juana queda reducida a ser una lesbiana televisiva. Si seguimos con los efectos graves de la descontextualización se llega a la huella artística de los hombres; pareciera que este tipo de feminismo tacha de ilusos y carentes de voluntad propia a quienes dentro del cine o los museos aprecien ninfas semidesnudas o cualquier elemento que parezca indicar violencia machista:

La ola purificadora parece no conocer ningún límite. Allí, censuramos un desnudo de Egon Schiele en un póster; pedimos la eliminación de una pintura de Balthus de un museo, con el argumento de que sería una apología de la pedofilia; en la confusión del hombre y la obra, pedimos la prohibición de la retrospectiva de Roman Polanski en la Cinémathèque (Cinemateca Francesa) y obtenemos la postergación de la muestra dedicada a Jean-Claude Brisseau. Una académica considera que la película de Michelangelo Antonioni Blow-Up es "misógina" e "inaceptable". (Infobae, 2018)

¿Creer que los hombres son lobos irracionales y quedar reducidas a caperucitas cosificadas es un destino? Ante ello me niego de forma rotunda. La capacidad de hacer el mal está lo mismo en mujeres que en hombres: hay mujeres que hostigan y tocan entrepiernas, otras que niegan visitas de padres e hijos durante meses, que abusan de su posición laboral y apoyos económicos e incluso asesinan. Si las anteriores líneas les parecen patadas de ahogado estarán dándome la razón: falta igualdad y sobra cosificación. Adelantándome a las contestaciones me temo que sobrarán aquellas que digan que soy un producto de la cultura heteropatriarcal, y que si niego la misma soy una mujer masculinizada que no cuestiona ni ve los perjurios hechos a la población femenina durante siglos (¡Como si estos fueran eternos!).

Existimos mujeres que recreamos nuestra femineidad con el paso del tiempo, que somos independientes por gusto y no por feminismo, que tenemos hombres maravillosos a nuestro lado y que ante el real hostigamiento nos defendemos con otros elementos que no son hashtags en redes sociales. También existen aquellas féminas que al ser victimas de un acto real de abuso, el que sea, sabrán acudir con toda seguridad a las autoridades responsables. Yo no he sufrido discriminación por ser mujer y es muy difícil que haga mío el sufrimiento de aquellas que hace siglos vivieron la reclusión de su espíritu para vivir a la orden de alguien mas. Esto ultimo no es porque carezca de empatía, sino porque me parece prudente decir que el feminismo hegemónico, especialmente el que se aprecia en América Latina, debe rebasar esa visión lastimera y generadora de plañideras dentro de la supremacía intelectual.

No es benéfico dejar el feminismo en la academia. Si los militantes del feminismo buscan empoderar a los verdaderos sectores vulnerables debemos recordar que gran parte de éstos no llegan a ingresar a las filas de la educación profesional y su rezago traspasa otras esferas como la familiar o la laboral. El reto esta en el cómo, esa meta mucho mas trascendental para las defensoras de la igualdad social, o que al menos lo es en comparación a aquella que busca el re-empoderamiento de académicas en busca de apoyos económicos por el solo hecho de ser mujeres.

La distorsión del feminismo no siempre es gracias a los encargados de marketing que aconsejan a empresas mostrar mujeres con sobrepeso y que de paso amamanten a un bebe en un comercial de cierta marca de agua (porque si, el ”empoderamiento femenino” vende), también se debe a que las militantes de este feminismo hegemónico no saben leer textos clásicos y actuales de teoría social. Solo les basta buscar una conferencia con hordas de feministas religiosas y evitar el dialogo que requiere un producto académico genuino. El dialogo feminista como cualquier otro requiere una lectura atenta y un debate de ideas apoyado en otros textos, aunque claro que esta actividad no a todo mundo le apetece. Por ejemplo, una constante de las lecturas feministas clásicas se ampara en que no todo debe sustentarse en postulados biológicos y que de no incluir lo cultural se esta cometiendo un error, pero lo que se ha olvidado es que también hay peligro en reducir absolutamente todo a lo social.

La intolerancia vista en redes sociales se refleja mediante ataques a personajes como Marilyn Manson solo porque éste dejó algo muy claro y con lo que coincido: para cada caso de abuso hay un espacio de defensa que no se resume a las redes sociales, y que el hecho de nombrarse victima por recibir una palabra no apropiada puede ser un insulto a aquellas que desgraciadamente han sufrido abuso sexual. Creer religiosamente la filosofía de los hashtags y de satanizar la vida de aquellos cuya intimidad quedó penosamente descubierta es un acto ocioso, así como lo es el centrarse en el erotismo entre hombres y mujeres mayores con capacidad suficiente para defenderse y trascender propuestas sexuales.

Dentro de la comunidad de académicos sociales veo una solución: evitar el juicio lascivo del feminismo hegemónico a otros colegas, especialmente a aquellos que no compartimos sus ideas; fuera de las aulas y las casas universitarias es donde el arte de la multidisplinariedad debe hacer de las suyas, ahí están los retos mayores. Espero no todo este perdido y sean menos los que se ofendan si no ven el carácter @ o las letras x y e en una oración, o que el dialogo de Camile Paglia o Alicia Rubio no siempre se considere incomodo. También espero eviten nombrar feminista a toda artista, escritora o pensadora clásica, especialmente a aquellas que desde el mas allá no pueden defenderse y que como tal nunca se autoproclamaron.

 

*Fuentes: Infobae (2018). El manifiesto completo de las intelectuales francesas contra el #MeToo. https://www.infobae.com/america/mundo/2018/01/09/el-manifiesto-completo-de-las-intelectuales-francesas-contra-el-metoo/

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Viridiana Guerrero es licenciada en Antropología Social por la Universidad de Guanajuato. Ha colaborado en la sala de fondos especiales de la Biblioteca Central Estatal Wigberto Jiménez Moreno y en la publicación cuatrimestral Alerta Sociológica de la UAM Iztapalapa.

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