miércoles. 24.04.2024
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La música cervantina en León

Fernando Cuevas

L’Chaim
L’Chaim
La música cervantina en León

Una rápida mirada a un par de agrupaciones que visitan esta ciudad con motivo del Festival Internacional Cervantino, entre la música de raíces y tendencias exploradoras que buscan integrar tiempos, acordes e historias. Con la música como vehículo comunicativo, expresan sensaciones y tradiciones que sólo se explican y se conservan a lo largo de los años: formas de entender la realidad, las relaciones personales y la trascendencia personal. Su escucha confirma que estamos llamados a celebrar juntos como especie la vida, más allá de colores y sabores, tendencias e ideologías, creencias y orientaciones.

Ozone Raaga: Transformarse a partir de las raíces

Este grupo grande –u orquesta pequeña- formado en Nueva Delhi hacia el 2006, ha logrado integrar los sonidos propios de su tierra con despuntes contemporáneos de las propuestas europeas, más cercanas a la vanguardia y el clasicismo entroncando con el jazz típicamente propio de la disquera ECM. Si en los sesenta The Beatles quedaron cautivados con las posibilidades sonoras de la India, y en los setenta John McLaughlin exploró las integraciones de estos sonidos con los acordes y la libertad jazzera, ahora esta vibrante agrupación parece continuar con esas búsquedas, para poner en contacto distintas vertientes y generar propuestas que terminan por reunir espacios auditivos en apariencia ajenos.

Con el liderazgo personal y artístico de Hafeez Ahmed Alvi; el sitar acústico de Azeem Ahmed Alvi y Shreya Sharma, así como su versión eléctrica de  Mehtab Ali Khan, dándole un particular toque de modernidad a la tradición; el violín de Danish Ali Khan en plena conversación con Glen Fernandes (teclados), Alish Mohan (vocal), Sameer Ahmed Alvi (sarangi), y la rítmica de Junaid Ali, (bajo) y Shrehans Khurrana (batería), las presentaciones de la banda se han convertido en un referente de la música del mundo y sus más felices encuentros. No he ubicado discos de la banda, solamente videos de presentaciones en vivo, donde muestran ese espíritu renovador bien anclado en los cimientos de la tradición india pero abriendo cortinas hacia occidente.

L’Chaim: La vida sin música no tendría sentido

Pura vida, dirían en Costa Rica. Desde Holanda, este septeto con nombre en hebreo apuesta por la celebración que parece nunca terminar, incluyendo momentos de cierto reposo nostálgico que atraviesan la constante algarabía: claro, mientras se pueda, que siga el festejo. Navegando entre los sonidos propios del klezmer, el jazz centroeuropeo infectado de apuntes gitanos, polka refrescante y acentos orientales provenientes de la región pérsica, consiguen imbricar un entramado musical al que resulta difícil resistirse. El resultado termina siendo, en efecto, un reconfortante y energético convite a la diversidad y al movimiento cual principio de vitalidad como manifestación básica de la existencia.

Con reminiscencias circenses que refieren a ese sentido comunitario cuando se vive en contextos de permanente cambio y en plan políglota, derivado de vocales cortesía de varios de ellos, la caracolera violinsta Myrthe van de Weetering; el versátil acordeonista Pepijn Noordhuizen; Wijbrand Luth rasgando la Bouzouki (guitarra popular en Grecia); el versátil clarinete de Ghaeth Almaghoot; el saxofón travieso de Valerio Lorenzoni y la incansable base rítmica conformada por Polle van Gijzel en batería y Mick Paauwe en el bajo, se dejaron escuchar en el 2006 con el demo For Goat Sake, señalando desde entonces sus claves estilísticas.

Vueltos una especie de tribu nómada, presentaron Gipsy Trouble (2011), su primer largo desplegado en doce cortes, a través de los cuales revisitan los distintos géneros de casa, -incluyendo un soplo flamenco- y sus posibles articulaciones, provocando nutritivos conglomerados que contagian sin remedio los sabores de las músicas involucradas. Volvieron al estudio para grabar Animal Bazaar (2015), en el que se advierte mayor compenetración y un énfasis melódico, más allá de los artilugios festivos característicos, con mayores influjos del jazz, sin dejar de lado la clara intención celebratoria.

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