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De la navidad

Chema Rosas

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De la navidad
De la navidad

La navidad es una fiesta religiosa de la tradición cristiana que celebra la noche en que un hombre llamado José iba con su esposa María camino a Belén para registrarse a un censo. A pesar de que la chica jamás había tenido relaciones sexuales, estaba embarazadísima y esa noche en pleno viaje –probablemente porque llevaba horas montada en burro– comenzó a tener contracciones cada vez más seguidas. Desesperados, los esposos buscaron un hospital o algo parecido, pero estaban en las afueras de una ciudad palestina en los últimos minutos del año uno antes de Cristo así que no encontraron ni un Oxxo abierto. Comenzaron entonces a tocar en las casas, pero los propietarios les veían caras de tunantes y no los dejaban pasar. Cuando estaban a punto de perder la esperanza, llegaron a un hogar muy humilde que no les pudo ofrecer más que el establo para dar el camillazo.

Mientras todo eso ocurría, tres reyes con poderes mágicos seguían a una misteriosa estrella que los llevaba directo a ese pesebre y cuya luz también atrajo a muchos pastores de los alrededores. El diablo no estaba contento con la situación así que intentó evitar que los pastores llegaran a ese establo en particular. Entonces se libró una batalla entre los ángeles, los demonios y el libre albedrío de los pastores; una batalla en la que en vez de espadas había tentaciones y en lugar de escudos se usaba la defensa de la fe. Los pastores corrieron tan presurosos que terminaron con los zapatos rotos, e incluso hicieron la canallada de dejar tirado a un compañero que se cayó a media vereda… pero llegaron justo a tiempo con sus panderetas y castañuelas.

Finalmente, en esa noche –que sería conocida en el futuro como la Nochebuena– entre un buey y una mula nació Jesús. Claro que hay elementos de esta historia que se encuentran también presentes en otras mitologías, y no es coincidencia que El Salvador de los cristianos comparta cumpleaños con Horus, Buddha, Krishna, Prometeo y Baco… o que ese día sea el inicio tradicional del solsticio de invierno. Lo interesante es que la navidad ha pasado por tal cantidad de sincretismos que tiene un montón de interpretaciones y su propia identidad más allá de lo religioso.

¿Qué significa hoy la navidad?

Para los niños: Vacaciones y posadas, a veces ir a misa y luego acompañar a sus papás a una cena con toda la familia, ver a los primos, irse a dormir con la emoción de que en la mañana aparecerán regalos por arte de magia en la sala de la casa.

Para los papás: Ver que el aguinaldo desaparezca también como por arte de magia.

Para los arbolitos: Muerte lenta y llena de glamour, a menos que estén en una casa con gatos, entonces sólo es una muerte lenta.

Para los gatos: Quitarle el glamour a los arbolitos. Y a cualquier cosa que tenga cara de decoración navideña…

Para los católicos: El final del adviento, misa de gallo, rezar el rosario y arrullar al niño antes de la cena.

Para los tradicionalistas: Oportunidad para quejarse de que las tradiciones mexicanas se están perdiendo porque los niños creen en Santaclós y Frosty the Snowman y puras cosas extranjeras y no en lo verdaderamente mexicano de la navidad, como si Jesús hubiera sido niño triqui nacido en la Sierra Oaxaqueña.

Para los pavos: Brutal y deliciosa masacre.

Para los patriarcas familiares: El honor irremplazable de ser quien corta el pavo con un ceremonial cuchillo eléctrico que sólo ve la luz en esas fechas.

Para los judíos: La fecha en que los cristianos celebran el cumpleaños de un judío que vivió hace más de dos mil años.

Para los agnósticos: Es una fiesta en la que no pueden afirmar o negar la existencia de los milagros, pero se inclinan por agradecer la existencia de las vacaciones extra.

Para Santaclós: La única época laboral en el año –entre eventos de centros comerciales, compilación de la lista y repartición de regalos– y la razón por la que a pesar de ejercitarse y hacer dieta todo el año no consigue bajar de peso.

Para los duendes: El deadline en la línea de producción.

Para el Grinch: Hora de robar regalos.

Para Krampus: La oportunidad de entrar a la casa de los niños mal portados y proporcionarles el sufrimiento que merecen.

Para Televisa: Día para pasar la película Titanic entre dos horas y media de comerciales.

Para los japoneses: Es la noche en que declaran amor a sus parejas mientras comen cubetas de pollo frito.

Para Harry Potter: Es cuando puede quedarse en Hogwarts y escaparse al pueblo a beber cerveza de mantequilla… aunque no queda claro si para ellos Jesús era un muggle o algún tipo de mago, aunque seguro su varita sería de olivo con centro de fénix.

Para los enamorados: Época de darse regalos y quitarse el frío bajo el muérdago.

Para Scrooge: Es la noche en que lo visitan tres fantasmas que no lo dejan dormir y lo convencen de que no sea un patán.

Y es que la navidad traspasa las fronteras de su origen religioso, quisiera pensar que para dar un mensaje tan potente que va más allá de las conveniencias comerciales de la época. Y es que no importa el credo, la raza, el género, si celebramos en misa o viendo un especial de navidad de Los Muppets. En algún momento este festejo nos invita a ver a los otros y reencontrarnos con los que queremos y recordarnos que a veces no está mal abrirle la puerta a alguien… quién sabe las cosas buenas que pueden nacer de un acto tan simple.

Felices fiestas.

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Chema Rosas (Ciudad de México, 1984) es bibliotecario, guionista, columnista, ermitaño y papa-de-sofá, acérrimo de Dr. Who y, por si fuese poco, autoestopista galáctico. Hace poco incursionó también en la comedia.

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