viernes. 19.04.2024
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EL PARIETAL DE CHOMSKY (COMUNICACIÓN Y LENGUAJE)

Breve recorrido por la lingüística aplicada

Gabriela Cortez Pérez

Breve recorrido por la lingüística aplicada

 

 

En general, las referencias bibliográficas obtenidas acerca de la enseñanza del español como lengua materna provienen de trabajos realizados en Latinoamérica,  en Puerto Rico y en México, del primer país se puede mencionar como precursor a Humberto López Morales y de México a Juan López Chávez y Marina Arjona Iglesias.

Humberto López Morales en Sociolingüística[1] ofrece una delimitación acerca de lo que es esta disciplina, así como de sus conceptos básicos, además de que presenta algunas descripciones del habla de Puerto Rico.

La sociolingüística detalla la producción de los hablantes y la explica a partir de factores sociales, tal descripción evidencia la variación que presentan las personas, la cual se debe a factores sociales que inciden en su producción verbal. Lo que arroja la sociolingüística como resultado es que los hablantes se diferencian por su producción, y que ésta se clasifica de acuerdo con su cercanía a la norma culta de cada lengua.

No se puede perder de vista que la discriminación lingüística es muy sutil pero existe, y su realidad es muy concreta y tiene muchas consecuencias, de manera que la escuela tiene —reitero— la obligación de brindar a sus alumnos la posibilidad  de manejar adecuadamente las estructuras lingüísticas que le permitan desenvolverse con fluidez en la norma de prestigio.[2]

El que exista variación es una de las características de las lenguas, ésta determina muchas de las relaciones de los hablantes, ya que a partir de la producción lingüística se concibe a quien se oye, por lo que, si su producción tiene marcas, se estigmatiza a la persona, porque se cree que no puede o sabe comunicarse, o, lo que es peor aún, que no es inteligente, pero el dominio de la lengua no corresponde al nivel de inteligencia. Si se parte de este punto, el poco dominio de la lengua o de la norma culta es un problema social.

Ante esto, la lingüística que nos ocupa se plantea el problema de cómo solucionar la estigmatización que se hace del hablante a partir de su producción. Nace así la lingüística aplicada a la enseñanza de la lengua materna,[3] con el propósito básico de dotar a los hablantes de las herramientas necesarias para que puedan comunicarse efectivamente, es decir, que tengan dominio de su lengua materna y que no sean estigmatizados o discriminados por su expresión verbal, esto es, que adquieran competencia lingüística.

En este contexto surgen libros en Puerto Rico que describen la problemática y proponen posibles soluciones. En la década de los setenta salen a la luz las Actas de I Seminario  internacional sobre “Aportes de la lingüística a la enseñanza del español como lengua materna”, celebrado en Puerto Rico, texto que, según el mismo López Morales, fue un parteaguas en la lingüística hispánica de la época, ya que lo que se había trabajado hasta entonces sobre la enseñanza de la lengua materna provenía de Francia.

Este autor en La enseñanza de la lengua materna. Lingüística para maestros de español trata ya la falta de competencia lingüística y como ésta la debe brindar la escuela: “Toca a la escuela la labor de hacer que tanto el vocabulario adecuado como estas estructuras oracionales complejas sean incorporadas a la competencia lingüística del escolar en el momento que corresponda.”[4]

Es otra vez él quien edita las Actas del II Seminario sobre Aportes de la lingüística a la enseñanza del español como lengua materna, libro en el cual se presentan avances de la disciplina, principalmente en el nivel léxico y sintáctico y se va delimitando y especializando el estudio en el español como lengua materna. Es en estas actas donde ya interviene un mexicano que posteriormente trabajará la lingüística aplicada en México, Juan López Chávez, quien en co-autoría con  Carlos Strassburger, presenta una ponencia sobre lo que será su medio para abordar la enseñanza del español como lengua materna, la disponibilidad léxica.

Iniciador de la materia, López Chávez trabaja con López Morales ya no sólo en la descripción del corpus a analizar, es decir la producción lingüística, sino en propuestas para mejorar la enseñanza del español como lengua materna. Surgen así Comprensión y redacción del español básico. Tomo I, II y III, en México, asimismo, Redacción progresiva I y II, editados por la UNAM en 1993, libros pioneros en México.

Las investigaciones de descripción del problema a tratar y las propuestas para solucionarlo continúan en Puerto Rico bajo la guía de López Morales, pero López Chávez regresa a México y continúa con la tarea en su país. Tiempo después trabaja con Marina Arjona, con quien desarrolla una de las propuestas más completas en Hispanoamérica sobre enseñanza de la lengua materna al realizar diversos, pero no por ello divergentes, estudios sobre el español.

Su dedicación al desarrollo de la lingüística aplicada en México se concreta y demuestra en las Actas del I Encuentro de la enseñanza del español en México, realizado en Zacatecas. En esta compilación, en la que los acompaña Maribel Madero Konrad, se enuncian problemas específicos de la enseñanza en México y, por supuesto, se tratan propuestas concretas para remediarlos.

Ya como resultado de investigaciones fonéticas, léxicas y sintácticas, es decir, con el problema detectado en cuanto a nivel de la lengua, se plantea una propuesta ya no teórica, sino práctica, para remediar las deficiencias en cuestiones de ortografía, corrección idiomática, de léxico y de madurez sintáctica. López Chávez y Arjona Iglesias publican los cuatro tomos de Redacción y comprensión del español culto, manual que atiende las deficiencias lingüísticas —tanto en comprensión como en producción— de los hablantes mexicanos; también sale a las librerías Letras y acentos [y puntuación], propuesta que contiene los problemas más frecuentes de ortografía y la práctica que  conlleva a la erradicación de los mismos.

La relevancia de estos investigadores mexicanos no pasa desapercibida y se suman a ellos personas que poco a poco conforman un equipo, que como tal, demuestra resultados al hacer nuevas propuestas y perfeccionar las ya existentes. En esta dinámica se publican Juegos literarios y lingüísticos para preparatorianos. Manual de lengua y literatura españolas, Despegando hacia el aprendizaje: comprensión, investigación y ensayo, textos que se encargan de enseñar lengua, y en el primer caso literatura, de acuerdo con las propuestas de la lingüística aplicada, y de la elaboración del ensayo.

La compilación de las conclusiones a las que llegaron se pueden apreciar en Sobre la enseñanza del español como lengua materna, libro que resume la importancia de la lingüística aplicada, ya que clarifica y sustenta las propuestas realizadas por ellos y su equipo.

La enseñanza del español como lengua materna tiene como propósito dotar al hablante de la competencia comunicativa que le permita comunicarse eficientemente con los demás de acuerdo con el contexto que lo rodea, tanto de manera oral como escrita:

 

La finalidad de una planificación como la que aquí proponemos es asegurar el dominio léxico fundamental, la escritura correcta de las palabras, las estructuras sintácticas complejas y las estrategias globales del discurso. En una palabra, desarrollar, afianzar y enriquecer la competencia comunicativa del alumno.[5]

 

  Y es que si un hablante no recibe del entorno las destrezas necesarias para comunicarse, debe proporcionarlas la escuela, si tampoco la instrucción formal capacita a los alumnos para comunicarse, tendremos una sociedad pletórica de personas que no dominan una lengua, que sí, se comunican, pero no la aprovechan en todas sus dimensiones posibles y, en ocasiones, caen en deficiencias como el analfabetismo funcional  “que es aquel que tienen las personas que pueden leer y escribir pero que no son capaces de saber qué dice un artículo cualquiera de un periódico corriente.”[6]

La adquisición de la lengua como sistema es un proceso complejo que no termina a temprana edad; se desarrolla de manera paralela con el proceso cognoscitivo, dos destrezas, las básicas hablar-escuchar, se aprenden por el entorno, pero hay estructuras complejas que no se adquieren hasta que se tenga un desarrollo cerebral e instrucción formal.

Es la escuela la encargada de brindar al alumno las dos destrezas siguientes escribir-leer, con ellas incorporará ciertas estructuras gramaticales que completarán su dominio de la lengua:

Es importante decir que la diferencia entre un individuo que sabe leer y escribir y otro que no puede hacerlo no consiste únicamente en eso. Resulta —según investigaciones que en distintos lugares del mundo se han realizado sobre diversos idiomas— que los analfabetos no poseen una parte importante del manejo de su lengua materna que los alfabetos —por el solo hecho de serlo— sí lo tienen.[7]

Si la escuela no desarrolla la competencia lingüística y comunicativa de los estudiantes, se tiene una situación como la actual. Éstos acceden a la educación media superior con deficiencias en comprensión y producción de la lengua, es decir, el dominio de la misma es deficiente, por lo que, a nivel licenciatura se tienen que planificar cursos remediables que traten de subsanar lo que la educación básica no trabajó, ya que  “La escuela tiene la obligación de asegurar a sus alumnos el acceso al dominio del universo léxico, las estructuras gramaticales y las estructuras discursivas que maneja un adulto culto, con el fin de que no sea objeto de discriminación.” [8]      

La adquisición de estructuras más complejas que permitan el desarrollo de la competencia lingüística de los niños se debe planificar desde el sistema educativo pensando en el desarrollo cognoscitivo de los hablantes, pero el estudio sobre cómo se obtiene la lengua materna, regularmente, se estanca en cuanto el sistema se supone ya integrado −sobre todo cuando se presenta la alfabetización−, y poco se abunda en los diferentes estadios progresivos que se necesitan para que se logre el dominio de la lengua.

Hay que hacer, entonces, una separación entre la función primitiva de la lengua, que es lograr la comunicación, y la función secundaria de la misma, que es una función evolucionada, producto del desarrollo cultural de los pueblos, entre la lengua natural y la lengua como un producto del desarrollo de la humanidad.[9]

 

Así, una medición de la competencia lingüística debería aplicarse a personas de todas las edades, para saber cuáles son las deficiencias y en qué niveles de la lengua se presentan, aunque la tendencia es que aparezcan en ortografía −en la escritura−, en marcas en la oralidad −que evidencian el sociolecto del hablante−, en nivel léxico y en la producción sintáctica, para saber exactamente qué problema debe atender la escuela.

Lo primero que se debe considerar por la lingüística aplicada es que la materia encargada de enseñar español regularmente no sólo aborda temas sobre lengua, sino que el contenido se balancea entre literatura y lengua, lo que es más complicado, pues no sólo se comparte el contenido de la materia, sino que éste se entreteje como si correspondieran a una misma cosa.

Lo más urgente por delimitar sería el contenido de la materia que se encarga de enseñar lengua, para no mezclarlo con literatura y forzar así un híbrido que sólo conduce a confusión, ya que no se puede enseñar literatura a partir de lengua ni viceversa. El malentendido es grave, peor si se transmite a los alumnos, ya que la literatura es en esencia lengua, pero un tipo especializado, una forma estética de usarla, lo que no puede hacer cualquier hablante, por lo que corresponde a la literatura una asignatura aparte.

El primer problema a resolver por la lingüística aplicada a la enseñanza de la lengua materna es el de la delimitación de objetivos de lo que se pretende que el alumno aprenda en la escuela, es decir, que aprenda teoría, un saber que −información sobre lengua, es decir gramática− o que adquiera herramientas, un saber hacer −que desarrolle destrezas para comunicarse de manera oral y escrita−, pero

La gramática y sus teorías siguen siendo el núcleo principal de la enseñanza de la lengua en la escuela (…), sin embargo ha de haber un cambio significativo en lo que se refiere al receptor y a lo recibido: en la actualidad es claro que quienes deben saber gramática, y saber mucha gramática como tal, son el programador y el profesor de aula, en tanto que al alumno se le ha de retirar a una distancia prudente para que −antes de que nada suceda− pueda enriquecer el dominio de todos los aspectos de su lengua materna.[10]

 

Queda claro que no debería el alumno repasar una y otra vez la gramática en cada nivel educativo, sino adquirir las destrezas que le permitieran dominar la lengua, esto es, llegar a manejar la lengua como el sistema complejo que es, lo que no se logrará con teoría, por lo que el saber que no es lo prioritario al menos en enseñanza de la lengua, sino el saber hacer.

Con el propósito definido, la competencia lingüística de los alumnos a partir del saber hacer, se abre espacio para delimitar qué problema de la lengua interesa y cómo se puede resolver. Esto se puede tratar desde dos puntos de vista que se entrelazan. Uno es a partir del nivel de la lengua que se desea estudiar: el fonético, el morfosintáctico, el léxico, el semántico o el pragmático, para así delinearlos desde el otro punto de vista, el de la comprensión o producción, ya sea oral o escrita.  

 

 

[1] Humberto López Morales, Sociolingüística, Gredos, Madrid, 2004.

[2] Marina Arjona Iglesias, “La redacción y la enseñanza de la lengua materna” en Actas del I Encuentro sobre problemas de la enseñanza del español en México, UNAM, México, 1995, p. 87.

[3] Hay que recordar que la lingüística aplicada nace por la necesidad de aprender de manera eficaz y rápida segundas lenguas durante la Segunda Guerra Mundial.

[4] Humberto López Morales, La enseñanza de la lengua materna. lingüística para maestros de español, Playor, Madrid, 1984, p. 13.

[5] Juan López Chávez y Marina Arjona Iglesias, Sobre la enseñanza del español como lengua materna, Edĕre, México, 2001, p. 23.

[6] Ibid., p 11.

[7] Ibid., p. 9.

[8] Marina Arjona Iglesias, op. cit., p. 87.

[9] Ibid., p. 86.

[10] Juan López Chávez y Marina Arjona Iglesias, Sobre la enseñanza del español como lengua materna, p. 15.