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DISCOS 2018 (Segunda): Consolidados, regresos y postmilenarios

Fernando Cuevas

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Dead Can Dance, Dionysius
DISCOS 2018 (Segunda): Consolidados, regresos y postmilenarios

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Vamos con la segunda entrega del recorrido por los discos del año. Van integradas las producciones de grupos y solistas que llevan tiempo con nosotros, algunos que se fueron pero al fin volvieron y los que surgieron en el siglo que corre con envidiable continuidad.

De los 80’s Y 90’s para acá: Aún sonando

El disco del año para algunas publicaciones (UNCUT, Rockdelux) y mencionado en casi todas las listas (MOJO, Pitchfork) y con mucha razón, fue el Double Negative del trío de Minnesota Low, que en el nombre lleva la penitencia, ahora distorsionando la quietud gélida acostumbrada y produciendo una obra clave de los primeros años del siglo XXI. Stephen Malkmus & The Jicks dejaron su huella de rock noventero refinado con Sparkle Hard, al igual que The Smashing Pumpkins, reagrupándose en su mayoría y grabando de la mano de Billy Corgan Shiny and Oh So Bright, Vol. 1: No Past. No Future. No Sun, con ese espíritu noventero entre el rock y la emoción epidérmica que busca el presente.

Spritualized advirtió con el bello Nothing Hurt que hay paliativos melódicos de alta eficacia, sobre todo cuando se atisba el sentido de vida. There’s a Riot Going On, décimo quinto álbum del trío vuelto ya institución Yo La Tengo, es buen ejemplo de cómo seguir moldeando el ruido para darle un enfoque sensible y reposado, en tanto el trío Beak> con la presencia de Geoff Barrow (Portishead), produjo >>>, como señalando una mayor condensación en sus lances progresivos alimentados con la esencia del krautrock. Ondeando la bandera de la independencia, Superchunk grabó What a Time to be Alive, como sorprendiéndose en clave guitarrera por los tiempos que corren y los galeses de Stereophonics rockearon sin obstáculos en Scream Above the Sounds.

Como afirma George Saunders (el escritor premiado por el Man Booker por su gran novela Lincoln en el Bardo), el reciente disco de Jeff Tweedy (Wilco) se conecta directamente con la gente: Warm es un puente para compartir emociones comunes en ambiente de calidez y de cuestionamiento. El ex Super Fury Animals Gruff Rhys grabó el orquestal Babelsberg, acaso buscando el idioma común y el también ex Supergrass Gaz Coombes entregó su cuarto disco solista titulado World’s Strongest Man, acaso en ánimo confirmatorio. Damien Jurado abrió perspectiva irónica con The Horizon Just Laughed y bordeando una de las líneas divisorias con más vertientes en el mundo, Alejandro Escovedo With Don Antonio realizó The Crossing, virtuoso country pop, mientras que Calexico volvió a levantar polvo fronterizo con The Thread That Keeps Us

Steve Perry, el reconocido vocalista de Journey, volvió después de un largo silencio de casi 25 años con Traces, muy disfrutable quizá por su tiempo de reposo, en tanto Simple Minds consiguieron contrastar realidades en Walk Between the Worlds. Desde Manchester, James nos recordó las particularidades de época actual con su pop emocional distribuido en Living In Extraordinary Times y They Might Be Giants se sigue divirtiendo como desde hace más de treinta años: I Like Fun es la muestra de su privilegiada infantil imaginación. La Dave Matthews Band se hizo presente con Come Tomorrow, recurriendo a su eficaz fusión de pop, rock, jazz y funk. Death Cab for Cutie, que iniciaron su actividad en 1999, confeccionó Thank You for Today, rock indie que no olvida agradecer a sus influencias, en tanto que Snow Patrol, banda que debutó en 1998, le puso el sentimiento acostumbrado a Wildness.

Dead Can Dance volvió de la aparente muerte bailable para entregarnos su mezcla de misticismo mortuorio y rock oscuro en Dionysius, con todo y cráneo mexicano en su portada. Otro regreso muy afortunado fue el de The Breeders con alineación completa desde 1994 para entregar All Nerve, mostrando esa vena noventera de guitarras primigenias y todavía vigentes,. The Prodigy siguió moviendo consolas y apretando teclados con énfasis roquero en No Tourists, levantando la voz de muchos ciudadanos que habitan lugares poblados efímeramente por seres temporales usualmente descuidados.

El cuarteto canadiense Cowboy Junkies volvió después de seis años con All That Reckoning, enclavado en la tendencia conocida como americana que tanto han cultivado y apelando al recuerdo necesario, como Belle and Sebastian, integrando sus anteriores EP´s en el pop de falso optimismo y Suede empezó a dar el anuncio de que The Blue Hour está llegando, a partir de un sensible britpop, en la ruta de los Manic Street Preachers y su efervescente pop empaquetado en Resistance is Futile, alertando sobre las peligrosas falsas expectativas. Tracy Anne & Danny, sensible dueto formado por Tracyanne Campbell (Camera Obscura) y Danny Coughlan (Crybaby), compusieron el hermoso disco homónimo Tracy Anne & Danny, de melódica y mordaz apuesta sonora.

Algo del siglo XXI

Father John Misty continuó su imparable producción solista con God’s Favorite Customer, ya en plan de compositor clave del momento y Arctic Monkeys se pusieron elegantes con Tranquility Base Hotel + Casino, retomando a Roxy Music con reverencia e innovación, en tanto Interpol produjo Marauder, conservando el revival como estilo y abordando al personaje que da título al disco, tal como Franz Ferdinand y su positivo Always Ascending, y el disco de MGMT titulado con cierto dejo de parodia Little Dark Age, pasado por una ingeniosa mezcla de atmósferas. The Decemberists cultivaron su folkrock de aire campirano en I’ll Be Your Girl y Django Django hicieron Marble Skies, con ciertos tintes entre roqueros progresivos y bocanadas folk.

El también productor Richard Swift realizó The Hex, integrando estética roquera y country, y por medio de su proyecto conocido como Amen Dunes, Damon McMahon elaboró el evocativo Freedom, gravitando alrededor de una cierta nostalgia que se resiste al encarcelamiento, tal como Dev Haynes y su apelativo Blood Orange, cercano a los conflictos recientes expresados en Negro Swan, navegando con soltura entre el dance y el rock. Kurt Vile sigue mostrándose como uno de los cantautores clave del siglo XXI con Bottle It In, como Ryley Walker lo denota en Deafman Glance, con poco espacio para el optimismo y amplio campo para la reflexión, sin rasgarse la camisa a cuadros ni mucho menos.

El proyecto de Mathew Houck conocido como Phosphorescent, volvió en aparente reposado plan country con C’est La Vie, séptimo disco en estudio que rompió un silencio de cinco años; el quinteto de folk londinense Stick in the Wheel abrió fronteras con Follow Them True, mientras que Beach House, haciendo honor a su agrupación, entretejió su dreampop en Bella Union y Field Music entregó Open Here, ensanchando los márgenes del pop fino con alternativas melódicas que permiten abrir puertas hacia otros derroteros. Formado en Brooklyn, el trío Sunflower Bean trabajó su segundo álbum con aliento rockindie y de ahí el título: Twentytwoinblue, porque crecer duele.

Dirty Projectors regresan al terreno más cercano del sonido indie, sin dejar la sutil experimentación en Lamp Lit Prose, mientras  Go-Kart Mozart presentó Mozart’s Mini-Mart, en efecto lanzando canciones de breve y entusiasta duración, mientras que el trío del sur de Londres Virginia Wing dio en la diana para ensanchar su extático enfoque artpop vía Ecstatic Arrow, buscando trayectorias divergentes. The 1975 se sumergió en los vínculos actuales a la sombra de las redes virtuales en su aclamado A Brief Inquiry into Online Relationships. Gweeno realizó Le Kov, segundo disco más enclavado en una psicodelia proveniente de tierras ignotas; por su parte, The Lemon Twigs se introducen en el mundo de la escuela juvenil con Go To School, su segunda entrega en clave roquera-emocional.

 

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