sábado. 20.04.2024
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SHAKESPIRIANAS [VI]

Shakespeare Everywhere (I)

José Luis Justes Amador

shakespirianas
Shakespirianas, José Luis Justes Amador
Shakespeare Everywhere (I)

29. Leo Manual para mujeres de la limpieza de Lucia Berlin (autora siempre perfecta en sus imágenes escuetas, directas e impecables en su concisión: "Una vez me dijo que me amaba porque yo era como San Pablo Avenue. Él era como el vertedero de Berkeley”) y me sorprendo (es imposible no hacerlo con ella en cada página) por su uso de Shakespeare en una de sus descripciones.

29.1. “Su madre le manda compresas por correo desde Oklahoma todos los meses. Estudia arte dramático. Por favor, ¿cómo va a interpretar a Lady Macbeth si hace aspavientos por un poco de sangre”.

30. Estoy en una cafetería del centro de mi ciudad. Entran Pasillas, “el tigre cósmico”, músico, director de cine y agitador cultural en general, y Lalo Watts, incombustible músico de la escena local. Nos saludamos y ellos pasan hasta otra mesa desocupada, cercana a la mía. Hablan y aunque no estoy en su conversación tampoco puedo evitar escucharla. “Shakespeare”, dice uno de ellos. Me volteo y pregunto. “¿Shakespeare?”. La respuesta regresa tan directa como la pregunta. “¿Por qué no?”. Da lo mismo de lo que estuvieran hablando.

31. Sólo Shakespeare puede unir dos circunstancias tan alejadas entre sí.

31.1. No importa cuán disímiles parezcan dos circunstancias Shakespeare puede, va a, acabar apareciendo.

31.2. Porque Shakespeare está en todas partes (consciente o inconscientemente, voluntaria o involuntariamente, lo queramos o no, lo sepamos o no). En todas partes. Everywhere.

32. El antónimo de “everywhere” en inglés es “nowhere” (en ningún lugar).

32.1. Samuel Butler (autor olvidado a pesar de, o quizá precisamente por, su genial sentencia: “Nunca he escrito sobre ningún tema a no ser que haya creído que las autoridades estaban irremediablemente equivocadas”) decidió colocar la utopía que escribió en 1870, para marcar su carácter utópico, en ninguna parte.

32.2. Erehwno, título de la obra y nombre del país utópico, es, precisamente, “nowhere” al revés.

33.3. En esa obra el viajero que descubre la comunidad es, al fin, presentado al rey y la reina e, instantes antes, piensa en un dístico shakespiriano (““There’s a divinity doth hedge a king, / Rough hew him how we may;”) que termina por no verbalizar.

33.4. Incluso en “ninguna parte” aparece Shakespeare.

33.5. Samuel Butler en Shakespeare's Sonnets Reconsidered es uno de los primeros en proponer públicamente, fuera de la academia o de los corrillos intelectuales, que si se reordenan los sonetos shakespirianos cuentan la historia de amor entre dos hombres.

34. “Le decíamos Titi y era el verdulero de la cuadra. Lo conocí en la época de estudiante en La Plata, en los oscuros años de la dictadura. La frutería se convertía, cerca del mediodía, en un centro de atracción cuando el hambre dictaba su clase magistral para lograr fiado una ensalada de lechuga y tomate, junto a una manzana ‘sin gusano, please’”.

34.1. Así comienza un artículo de Osvaldo Picardo, en el número de enero de la revista argentina “La Pecera” que se titula “¿Qué hay en un nombre?”.

34.2. “What's in a name? That which we call a rose / By any other word would smell as sweet;” (Romeo y Julieta, Acto II, escena ii. En la imagen, cuatro de sus innumerables adaptaciones cinematográficas)

34.2.1. “¿Qué hay en un nombre? Esto que llamamos rosa / con cualquier otro nombre olería tan dulcemente".

34.2.2. “¿Qué hay en un nombre? ¡Lo que llamamos rosa exhalaría el mismo grato perfume con cualquiera otra denominación!” (adviértase lo horrible ese final “denominación”).

34.2.3. “¿Qué hay dentro de un nombre? Que lo que llamamos rosa por cualquier otro nombre podría oler tan dulce.” (Y aquí que la traducción mejora al dejar el “dulcemente” en “dulce” pierde, a cambio el directo “olería” por el perifrástico “podría oler”).

34.2.4. La traducción del Instituto Cervantes Virtual propone: “¿Qué hay en un nombre? Eso que llamamos rosa, lo mismo perfumaría con otra designación” (con ese horrible “perfumaría” que no resulta tan horrible al compararlo con el horribilísimo “designación).

35. Dos líneas de Shakespeare que abren mil y una conexiones.

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