Un mozo acompaña a Garcin
a una habitación sin espejos,
ni ventanas, sólo una puerta.
Tiempo después entra a la habitación Inés
y después se les une Estelle.
El mozo que los guiaba hasta allí sale
y cierra la puerta por fuera, por lo que quedan encerrados.
Los tres están en el infierno.
Todos esperan a un torturador, que nunca llega,
por lo que concluyen que están allí para torturarse unos a otros.
Al inicio, los personajes, un periodista cobarde,
una lesbiana y una dama de sociedad, respectivamente,
se niegan a revelar sus identidades y sus pecados
que los llevaron hasta allí.
Conforme avanza la obra, Garcin confiesa
que es un periodista pacifista cobarde
que engañó a su esposa; Inés confiesa
haber puesto a una mujer en contra de su marido
por tratar de ganarla; Estelle cuenta que
ella engañó a su marido, tuvo un hijo con su amante,
pero mató al bebé, causando el suicidio del amante.
Garcin cree que para salvarse sólo debe ignorar a las dos mujeres.
Inés le hace ver que es un cobarde y él se pone en contra de ella.
Estelle, para sentirse mujer, seduce a Garcin
y cuando van a fornicar, él se da cuenta de que Inés
en realidad es su redención.
En el momento climático de la obra, Garcin
se da cuenta de que no habrá torturador alguno:
Los tres están allí para torturarse mutuamente
el infierno son los otros.

***
Leonardo Biente es escritor y poeta. También es empleado de día.

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