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Videodrome [XXVI]

Javier Morales i García

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Gigi (1958) de Vincente Minelli
Videodrome [XXVI]

Febrero de 2008

Hace unos meses tiré a la basura toda mi colección de películas en cintas de video.

Hacía ya años que no tenía un video que funcionaba, pero de esa manera romántica seguía guardando las cintas en casa. No sé, tal vez, algún día, las nuevas tecnologías me brindasen la oportunidad de pasarlas a CD, pero por otro lado una mezcla de pereza y odio a las nuevas formas me decía que no. Aquello no hubiera sido un final justo para mis películas en cintas de video... Así que, un buen día, reuní las fuerzas, las ganas y el tiempo suficiente, y estuve varias tardes metiendo las cintas en bolsas negras de basura y embalándolas lo mejor que pude.

Resistiéndome a que esos geniales artefactos pasaran a la historia del todo, apunté los títulos de la Colección de La Vieja Ola de Películas en Versión Original (como tiene que ser) en una libreta pequeña... y pensé: "de aquí sale algo". Lo que salió es este invento llamado VIDEODROME... En sucesivas partes, iré escribiendo algún detalle de cada película que tenía grabada en esas cintas de video que acabaron en la basura. Sin duda, ya forman parte de mi vida y, a pesar del hecho en sí, nunca las voy a olvidar... Cinéfilos y Mitómanos....

Gigi (1958) de Vincente Minelli

Lo que más recuerdo de esta película es la gloriosa actuación de el gran Maurice Chevalier y esa frase que queda para los cinéfilos y mitómanos del mundo:

"Thank heaven for little girls…"

Me pregunto si salió de la imaginación del guionista Alan Jay Lerner, con música del siempre sublime Alan Lerner y con la ayuda de Conrad Salinger, o de la novela de Colette, seudónimo de Sidonie Gabrielle Claudine, y que retrató con gran sensibilidad y con una visión crítica el París que la rodeaba. Su obra no fue ajena a la condición femenina que se movía entre la estrechez económica y la ligereza moral, la cual plasmó en Gigi (1944), una de sus principales creaciones, y que primero fue convertida en una obra de teatro en Broadway. Gigi narra la vida de una joven que es criada por su madre, su abuela y su tía, quienes la educan para hacer de ella la digna esposa de un adinerado azucarero. A Gilberte, como a la misma Colette, le repugnan esas poses que considera hipócritas. Así, en un estilo irónico y retador para la época, Colette va desengranando las claves de una sociedad de buenos modales pero de falsos discursos.

En el mundo de Gigi la seriedad de la vida consiste en la filosofía inculcada por su familia: "Prohibido leer novelas, produce melancolía. Prohibido empolvarse la nariz, estropea el cutis. Prohibido ponerse corsé, estropea el talle. Prohibido conocer a las familias de las compañeras de clase, especialmente a los padres que van a buscar a sus hijas a la salida".

Además de la aguda y constante crítica a la sociedad de las apariencias, en 'Gigi' destaca la sensualidad del lenguaje, característico de la autora, así como la precisión de sus palabras con las que describe su entorno.

En Gigi, como en otros escritos, Colette utiliza elementos autobiográficos. La escritora, que se casó muy joven y que fue juzgada por sus amoríos con mujeres y hombres, censura en su obra los valores de su época: "Es extraordinaria. La prueba es la reputación que tiene. La reputación y el triunfo no son efectos del azar".

Leslie Caron hizo de Gigi, pero en un principio iba a ser Audrey Hepburn la protagonista. Vincente Minnelli hizo ganar mucho dinero a la Metro con este fantástico musical en precioso scope y como curiosidad decir que en casa había varios discos de mis hermanos mayores que yo después heredé. Uno de ellos era el Ummagumma de Pink Floyd... ¿Qué portada se podía ver en este disco del grupo británico? En efecto, el cartel de Gigi.

Una de mis canciones favoritas es "The Night They Invented Champagne", pero toda la banda sonora está llena de un savoir faire espléndido, nunca mejor dicho. París siempre será París y el aburrimiento siempre será el aburrimiento....

L’Atalante (1934) de Jean Vigo

Los recuerdos que tengo de esta película son los de un sueño que se convierte en una pesadilla para después volver a ser un sueño. Las imágenes más oníricas y realistas se mezclan con la extraña maestría de un cineasta que seguirá siendo un misterio por los siglos de los siglos. El rostro de Dita Parlo llena la pantalla con su punto de ingenuidad y fuerza. Michel Simon es el marinero que siempre habíamos imaginado.

Jean Daste es la diversión y la debilidad... Y el barco es el verdadero y único protagonista, más allá de la historia de amor.

Esta es una película que, desde que la vez una vez, ya se queda para siempre contigo. Una pequeña gran película, que da miedo volver a revisar. ¿Para qué? Si nunca la has visto, mírala una vez con toda tu atención... y después deja que pase el tiempo.

Ya la tendrás en tu cabeza, en tu corazón, y en tu alma para siempre.

Un barco que volverá a pasar por tu vida alguna vez y así, guárdala como un tesoro.

Si la vuelves a ver repetidas veces a través de los años, se convertirá en una película misterio, en una película de autor, queriendo y sin querer. No se sabe... o no lo quiero saber.

Jean Vigo contaba que la película le estaba matando. Murió con 29 años.

L'Atalante es mágica y ya está, para qué darle muchas vueltas.

 




 

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Javier Morales i García (Tenerife, España) es editor del fanzine Ecos de Sociedad, la publicación mod más longeva en Europa. Desde inicios de los 80, escribe, reseña y edita; hoy, Ecos puede leerse aquí. Es obseso de la música y el cine.

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