Es lo Cotidiano

ESTA NOCHE LOS MUERTOS VIAJAN DE PRISA [V]

De la bitácora del profesor Abraham Van Helsing

Bernardo Monroy

Clipboard02
Drácula
De la bitácora del profesor Abraham Van Helsing

[Ir a Esta noche los muertos viajan de prisa, IV]

Samantha y Quincey llegaron a casa en cuanto salió el sol. Me contaron toda su aventura de la noche.

Ella tenía mordeduras de vampiro que afortunadamente no alcanzaron a infectar su organismo, y él aún se sentía mareado. Ambos apestaban a opio. Me dijeron que lograron matar a una vampira, pero el otro se escapó. Antes que cazador de vampiros y catedrático, soy médico, de modo que les sugerí descansar. Están agotados y desmoralizados, y no solo debido al opio, sino que se toparon cara a cara con Dorian Gray.

Me sorprendió el hecho de que durmieran en la misma cama, abrazados, pero preferí dejarles su intimidad libre. He visto espíritus, hombres lobo, demonios y vampiros, de modo que dos muchachos teniendo sexo antes del matrimonio es algo que no me escandaliza en lo absoluto.

Me senté a beber una copa de vino, cuando de pronto tocaron a la ventana. Mi despacho se encuentra en un tercer piso. Solo podía tratarse de una persona… aunque en este caso en particular no se trataba de una persona, de modo que será más adecuado que use un término neutro: era “algo”.

Abrí la ventana. Una regla fundamental es que ningún vampiro puede entrar al hogar de unos mortales si no es invitado previamente. Sea quien sea: desde un vampirito recién convertido hasta el Conde Drácula, que es a quien tenía cara a cara.

Me miró fijamente. El viento agitaba su capa y su traje completamente negro.

-Siempre es lo mismo, monstruo. Siempre nos miramos las caras y nunca dices una sola palabra. Te limitas a contemplarme. A demostrarme que el sacrificio de Quincey Morris no tuvo ningún sentido. A echarme en cara que eres inmortal, que eres indestructible. Que mi labor es inútil. Eres como un padre estricto. Me hacer sentir que nada de lo que yo haga tendrá sentido. ¡Te maldigo monstruo!

A decir verdad, siempre lo supe. Ya lo dije hace años, a Jonathan y su equipo, cuando hablé sobre Drácula por primera vez: El nosferatu no muere como la abeja que ha punzado una vez. Sólo se hace más fuerte, y, por serlo, tiene aún más poder para el mal.

Drácula no se inmutó. Tan solo, hizo un movimiento con su capa y desapareció. Se había esfumado. Al igual que Evelyn, Malcolm, Lord Ruthven o Carmilla, viajaba deprisa.

 Los muertos siempre viajan de prisa.

[Ir a Esta noche los muertos viajan de prisa, IV]

[Ir a la portada de Tachas 304]