viernes. 19.04.2024
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De la calle: By All Means Necessary, de Boogie Down Productions

Esteban Cisneros

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Boogie Down Productions
De la calle: By All Means Necessary, de Boogie Down Productions

Boogie Down Productions es un nombre esencial en Ese Mundo Llamado Hip-Hop. Fundacionales, influyentes, relevantes, fue un combo que estuvo presente en los inicios de la Cultura de la Rima, en sus mutaciones y que sigue presente en la sangre de cada verso que busca la Verdad, deshacerse de prejuicios y derribar hipocresías. Originarios del South Bronx, Nueva York, los MC’s KRS-One y D-Nice y el DJ Scott LaRock se conocieron en las calles y rapearon sobre ellas. Hicieron poesía, vivieron bordeando la locura y la violencia, la padecieron y con ello cambiaron la historia de su música y su cultura.

Su primer álbum, Criminal Minded (1987), minimalista, lleno de memorables rimas, beats implacables y mucha deuda hacia el dancehall jamaicano, fue un golpe contundente. Directo, sórdido, puños cerrados, fistafiates pesados, ojos bien abiertos, era una brillante crónica de la vida en el Borough: la calle, la casa, la violencia, el South Bronx hecho mapa con beats. Semilla, por supuesto, del gangsta rap.

Ese mismo año, en agosto, DJ Scott LaRock fue asesinado. Tras peleas con un gang (o, según dicen otros, mediando en un pleito), todo terminó bastante mal: un disparo en el cuello. Murió en la sala de operación, tras decirle al doctor que tenía frío, confiado en que se salvaría.

KRS-One, por supuesto, quedó profundamente impactado por la muerte de su colega y amigo. La noticia trascendió, por supuesto, quedando el hip-hop marcado y condenado. Boogie Down Productions, sin embargo, debía continuar. KRS-One quería decir muchas más cosas. La pérdida de su amigo le había hecho abrir los ojos a su propia cultura, a su propia persona y a su manera de abordar su arte. En 1988, lanzó, posiblemente, el disco más importante de Boogie Down Productions y uno de los más influyentes y relevantes de la historia del hip-hop: By All Means Necessary (Jive Records.)

En el disco, KRS-One se aleja de la violencia de su primera placa, haciendo un hip-hop con consciencia política que les emparenta con combos como Public Enemy, aunque nunca con tanto éxito. En lugar de retratar sus calles y dar una imagen de errónea glamourización de la violencia, Boogie Down Productions hacía bailar al Borough cantando sobre problemas sociales.

By All Means Necessary (una frase que se le atribuye a Malcolm X) tiene, además, una portada tremendamente irónica: KRS-One, imitando una pose del célebre activista, asomado por una ventana con un arma, como tanteando su blanco (no pun intended.) Todo un artista. Musicalmente, el disco sigue con la línea minimalista de beats-micrófono-ocasional sampleo, con las rimas en primerísimo plano. Viejaescuelismo al límite.

“My Philosophy”, primer tema, es una de las declaraciones de intenciones más claras de toda la música: una lucha contra las poses, la perpetuación de estereotipos y la estupidez de la lucha entre hermanos. Un llamado a la razón, desafiante. Una reivindicación como artista, poeta y luchador del propio KRS-One, que se hace respetar, no porque porta un arma, sino porque piensa, siente y crea. Y porque es honesto.

Ya “Slippin’” no se aleja mucho del tema anterior. Sampleando sin piedad ni miramientos el “Smoke On The Water” de Deep Purple, KRS canta a todos los phony rappers: “Para mí te quedas corto, ¿cuántas batallas has peleado?”

“Stop the Violence” es un abierto llamado a la paz entre hermanos, advirtiendo a los farsantes que los verdaderos bad boys se mueven en silencio, sin desplantes, como sabios que lo ven todo. Como apunte necesario, carga contra USA For Africa, ese extraño proyecto musical de beneficencia.

 

Un track que resulta actual y será así siempre es “Illegal Business”, la historia en tono dancehall de un dealer que es detenido por policías que quieren un soborno para dejarlo seguir con su oficio. “Todo lo que haces en privado es ilegal”, canta, “y todo es legal si el gobierno puede verte.” El coro va al grano: Cocaine business controls America.

“Nervous” es una joyita rítmica, funky, callejera. Porque “makin’ funky music is a must”, como lo dice en “I’m Still #1”, en la que a la vez de quejarse de que la gente toma el rap como “un juego, un chiste, una fase”, profetiza que “en cincuenta años seguiremos siendo los artistas de la Vieja Escuela.” Los idiotas seguirán posando como reyes, pero no regirán sobre nadie. El trabajo de un poeta es distinto. Y nunca termina.

En este disco, KRS-One adopta la personalidad de T’Cha, pues más que un MC es un maestro (teacher). El vocabulario es su arma, su estilo y su vida: “Part Time Suckers” canta verdades (“let’s rhyme straight”) de nuevo en tono dancehall y parodiando el lelísimo éxito de Stevie Wonder, “Part Time Lover”. En “Jimmy”, un estofado caliente de ruido funky, canta a su gente sobre el SIDA: la solución está en que Jimmy se ponga su sombrero y no se lo quite.

“T’Cha T’Cha” ataca a los prejuiciosos de siempre, a los hipócritas de turno y a los insulsos que juzgan la música más por cómo se ve que por cómo se oye. “God gave me a talent”, confiesa, “so let me flaunt the gift”: KRS o cómo alardear elegantemente.

El disco termina con “Necessary”, un himno, minimalista al extremo. “Cuando se piensa sobre el rap, se tiende a pensar en violencia”, admite. “Pero cuando eres retado por un grupo de rock, siempre guardas silencio”, acusa. “Aún antes de la era del rock and roll la violencia jugó un papel importante en la música. Pero todo va de acuerdo a tu significado de violencia y cómo lo utilizas.”

KRS-One creó todo un manifiesto para la música y la cultura hip-hop: una mutación necesaria. Un homenaje al amigo muerto más grande que palabras: acciones para cambiar, a su manera, su universo de beats, rimas y discos de vinilo. Era tiempo, entonces, de acabar con la falsedad. De buscar la Verdad. No importando si pierdes o ganas, sino qué tan bien juegas.

Justo como ahora.

C/S.

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Esteban Cisneros
 (León, Guanajuato) es panza verde, músico de tres acordes, lector, escritor, dandi entre basura. Cuanto sabe lo aprendió entre surcos de vinilo y vermú y los Beatles. Está convencido de que la felicidad son los 37 minutos que dura el primer disco de Dexys Midnight Runners. Procura llevar una toalla a todos lados por si hay que hacer autoestop intergaláctico.

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