Es en el último sostener del cáliz,
                                                           el último suspiro
del deseo del caballero, su
aniquilación.
                        O, fui al mar.

Chapoteé en los bordes de las olas,
mis manos torpes agarradas
de la arena
            mientras retrocedía
hacia el agua. Pero eso no era lo que yo quería –

Yo simplemente no podía admitir la perfecta
futilidad de la marea. Que dormido entre los barcos podridos
que se desintegran, el histórico caballero
que, al fin, consigue el vellón dorado

debe ser muerto al instante.
                                               O vive
debilitado por lo que quiere
amar
            y que no hay ya dónde perseguir.

***
Sarah Wetzel es poeta y ensayista. Ha vivido en Manhattan, Tel Aviv y Roma. Es ingeniera, académica y ha ganado varios premios de poesía.

La traducción es de Esteban Cisneros.

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