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Avengers, el final del juego

Fernando Cuevas

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Avengers, el final del juego
Avengers, el final del juego

Veintidós películas y contando, del llamado universo cinematográfico Marvel, confeccionadas con impecable tino mercadológico, tanto en forma como fondo, al grado de que cinco de ellas están entre las diez más taquilleras de la historia. En términos fílmicos habría que hacer distinciones, para no caer en los maniqueísmos que van del desprecio absoluto a la alabanza acrítica: en general las secuelas resultaron prescindibles (salvo la entretenida Thor Ragnarok, Capitán América: Soldado del invierno y Civil War) y faltaron villanos de mayor peso argumental, no obstante las logradas interpretaciones de actores consagrados, a excepción de Thanos, Killmonger y Loky  el buitre, con sendos motivos sólidos para ser los malosos en turno, más allá de dominar el mundo o tragarse planetas hasta empacharse.

Iron Man: el hombre de hierro (Favreau, 2008), Capitán América (Johnston, 2011), Avengers: los vengadores (Whedon, 2012), Guardianes de la galaxia (Gunn, 2014), Ant Man: El hombre hormiga (Reid, 2015), Doctor Strange: Hechicero supremo (Derrickson, 2016) y Pantera negra (Coogler, 2018) me han parecido las mejores películas, tanto por el desarrollo de los personajes, como por el manejo de acción, drama y comedia: filmes eficaces en términos de espectáculo y diversión, sabiendo convocar a grandes audiencias como no sucedía desde hace tiempo, lo cual no es en sí mismo ni un elogio ni una condenación. Ya sabemos que entre la crítica y el público suele existir una gran distancia.

En esta lógica, Avengers: End Game (hermanos Russo, 2019) cierra un ciclo de este universo disperso en cuanto a las audiencias que nos ha tocado vivir: ésta y la serie Juego de tronos, producida por HBO, son los dos productos audiovisuales que han vuelto a ponernos en la misma conversación, a veces más interesante que otras, dado su alcance mediático y para bien o para mal. En la sobremesa, cada quien habla de series, películas, libros o discos que los demás desconocen, pero muchos tenemos un punto de vista acerca de la saga medieval o del mundo fantástico donde sobran los superhéroes, tratando de evitar la solución ecológica pero siniestra del villano en cuestión.

Ecología comiquera

Dejando la puerta abierta para lo que pudiera suceder en el filme anterior (en el que se hicieron cenizas varios de los involucrados), la historia inicia con fuerza y sorpresa vengativa, aunque paulatinamente intenta darle su lugar a cada uno de los héroes en cuestión sin lograrlo del todo: la capitana Marvel (Brie Larson), los habitantes de Wakanda y el Doctor Strange (Benedict Cumberbatch), quedan un cuanto tanto relegados en el desarrollo argumental, en comparación con los principales. Se le da un lugar mayor de lo esperado a Hawkeye, bien representado por Jeremy Renner, y a la aguerrida viuda negra, encarnada por Scarlett Johansson.

Los efectos especiales, al fin logrando la plasticidad de los cómics, y la construcción de escenarios tanto terrestres como del más allá, cumplen con la expectativa de los blockbusters en cuestión, y hasta se dan el lujo de recordar los eventos de sus predecesoras, integrando de manera funcional las acciones previamente vistas. La edición responde al ritmo episódico necesario para este tipo de cintas, que paradójicamente minan en su capacidad de emocionar: claro que al final trata de emular la épica de El señor de los anillos, pero sólo lo consigue si se es un fan irredento de este universo paralelo.

El juego final tiene aciertos indudables: plantear a Hulk entre la bestia y el humano (Mark Ruffalo, dubitativo); sostener a un dios como Thor (Chris Hemsworth, en tono de comedia cual Big Lebowski); y sobre todo sostener la causa del villano y los sacrificios previsibles de los héroes en cuestión. Los viajes en el tiempo suman al desarrollo argumental y apoyan la lógica de cómo se puede luchar para salvar a la humanidad: en un espectro amplio, no tendríamos por qué ser salvados, pero somos capaces hasta de inventar que valemos la pena. Cada quién, como diría el clásico.

Si bien no supera a la primera y tercera entrega (la segunda parte fue la más floja), la cinta busca crear tanto el tono íntimo para que funcione la épica y el lance heroico inevitable en este tipo de superproducciones: probablemente se convertirá en la película más vista de la historia del cine. Hay triunfos, derrotas y sacrificios, todos muy lejos de nuestras realidades que, por supuesto, son mucho más difíciles de superar. En tanto, y mientras se pueda, disfrutemos el aparente final del juego porque esto, por lo visto, acaba de empezar: ahí viene un adolescente con habilidades arácnidas para salvar el mundo.

Colaboraron: José Pablo, Maximiliano y Gonzalo Cuevas.

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