viernes. 19.04.2024
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Sonidos alternos: Un par de visitas

Fernando Cuevas

10-og
Damo Suzuki
Sonidos alternos: Un par de visitas

Festivales musicales que coinciden en nuestro país y que convocan a grupos y solistas de estilos, trayectorias y propuestas variadas. Dos ejemplos de artistas que buscan caminos alternos para expresarse, privilegiando la importancia de las interpretaciones en vivo.

Lydia Lunch

Nacida en 1959 en Rochester, esta fiera cantante, poetisa, escritora y actriz formó parte del punketo, rabioso y disonante movimiento neoyorquino llamado No Wave, primero como miembro de Teenage Jesus and the Jerks y después formando otras asociaciones o como solista, cuyo debut, Queen of Siam (1980), se convirtió en un clásico feminista del rock, melancólico y áspero por partes iguales. Le siguieron diversas colaboraciones, el álbum 13.13 (1982) y los EP’s The Agony Is the Ecstasy (1982), In Limbo (1984) y The Drowning of Lucy Hamilton (1985), periodo que culminó con The Uncensored Lydia Lunch (1985), dando rienda suelta a sus ideas sobre la sexualidad, la muerte y la violencia, y con el valioso recopilatorio doble Hysterie (1985).

Hacia la segunda parte de la década, presentó el country oscuro de Honeymoon in Red (1987), junto con Thurston Moore -con quien entregó el catártico EP The Crumb (1988)-, con Clint Ruin, colaborador en el EP Stinkfist (1987) y Birthday Party, con el espíritu de Nick Cave paseándose por los silencios; Drowning in Limbo (1989) se integró por canciones de un par de EP’s previos, Oral Fixation (1989) se constituyó a partir de un transgresor y descarnado spoken word capturado en vivo y con colegas notables y con el nombre de Harry Crews participó en Naked in Garden Hills (1989); con Rowland S. Howard produjo Shotgun Wedding (1991), cual disparo a quemarropa, y Siberia (1993). Sus actuaciones en películas de circuitos reducidos seguían entreverándose con sus producciones sonoras, así como con sus presentaciones vueltas ritual de la disonancia.

Abiertamente feminista, Conspiracy of Women (1991) amplió sus posiciones políticas y entre una buena cantidad de recopilaciones y reediciones, continuó con sus discursos desafiantes en discos como Our Fathers who Aren't in Heaven (1990) con Henry Rollins como cómplice; South of Your Border (1991) al lado de Emilio Cubeiro; POW (1992), confeccionado en solitario y el recopilatorio Crimes Against Nature (1994), al que le seguirían los contestatarios Rude Hieroglyphics (1995) con Exene Cervenka, Universal Infiltrators (1996) y Kicks Joy Darkness (1997), sobre la obra de Jack Kerouac. En tanto, Matrikamantra (1997) y Smoke in the Shadows (2004), uno de sus mejores discos, aparecen en sus referencias solistas.

The Devil's Racetrack (2000) marcó la continuidad en el siglo XXI con toda la vitalidad para seguir las huellas y el espíritu crítico intacto; el tono discursivo también ha quedado impregnado en álbumes como el incisivo Memory and Madness (2003), rubricado con Terry Edwards, Flood Stains (2010), grabado con Juan Azulay y Medusa's Bed (2013) junto con Zahra Mani y Mia Zabelka, en plan de trío indagador, al igual que Big Sexy Noise, nombre indicativo para el que formó con Ian White y James Johnston y con el que generó un par de álbumes (Big Sexy Noise, 2009; Trust the Witch, 2011). Además, produjo Touch My Evil (2006), colaboró con Omar-Rodriguez Lopez entregando un mini álbum y con Philippe Petit, brindando escalofríos ideológicos vía Twist of Fate (2010), pasado por una electrónica rasposa.

Con el guitarrista inglés Cypress Grove grabó un trío de discos: Conspiracy A Fistful of Desert Blues (2014) sobre amores rotos y la posibilidad de escape, Twin Horses (2015) y Under the Covers (2017), versionando piezas de otros músicos. My Lover the Killer (2016) resultó de su colaboración el francés Marc Hurtado, en tanto el directo Retrovirus (2013), con cuya banda generó Urge to Kill (2015), precedieron al sofocante Brutal Measures (2016), también grabado en vivo. Marchesa (2018) y sus tenebrosas vocalizaciones que anuncian los peligros invisibles, los más amenazantes, con instrumentación mínima, confirman el nivel de esta artista completa y siempre arriesgada.

Damo Suzuki

Originario de Kobe, este explorador se fue en plena adolescencia a Europa a finales de los sesenta y tras asentarse en Alemania, se convirtió en el vocalista de Can, la influyente banda teutona, después de la salida de Malcolm Mooney una vez que grabó su disco debut. Participó con el grupo en su periodo clave de 1970 a 1973, incorporando a las progresivas composiciones sus particulares vocales, que parecían provenir de distintas lenguas. Se mantuvo alejado durante los setenta y se apareció en los ochenta con un énfasis en revalorizar las presentaciones in situ y la composición sobre la marcha, como lo expresó bajo el nombre de Network, agrupación con la que produjo diversas obras en esta lógica creativa.

Con aliento improvisador e intercultural, se ha dedicado a revisitar sonidos locales a partir del empuje del avant-garde, como se deja escuchar en Vernissage (1998) con prolongados cortes y en como una forma de generar nuevas propuestas que se construyen ya sea en vivo o a través del encuentro con otros músicos, como se recupera en Seattle (2000) el doble Odyssey (2000), la serie de siete discos titulada P.R.O.M.I.S.E (2002); Abhayamudra (2004) firmado por Cul de Sac recuperando el tour que hicieran juntos; The Fire of Heaven at the End of the Universe (2007), explorando pasajes áridos; el cósmico-alternativo Damo Suzuki Møder Øsc (2014) y Damo Suzuki & Jelly Planet (2018).

 

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