Es lo Cotidiano

Videodrome [XXXIV]

Javier Morales i García

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Drums Along the Mohawk (1939) de John Ford
Videodrome [XXXIV]

Febrero de 2008

Hace unos meses tiré a la basura toda mi colección de películas en cintas de video.

Hacía ya años que no tenía un video que funcionaba, pero de esa manera romántica seguía guardando las cintas en casa. No sé, tal vez, algún día, las nuevas tecnologías me brindasen la oportunidad de pasarlas a CD, pero por otro lado una mezcla de pereza y odio a las nuevas formas me decía que no. Aquello no hubiera sido un final justo para mis películas en cintas de video... Así que, un buen día, reuní las fuerzas, las ganas y el tiempo suficiente, y estuve varias tardes metiendo las cintas en bolsas negras de basura y embalándolas lo mejor que pude.

Resistiéndome a que esos geniales artefactos pasaran a la historia del todo, apunté los títulos de la Colección de La Vieja Ola de Películas en Versión Original (como tiene que ser) en una libreta pequeña... y pensé: "de aquí sale algo". Lo que salió es este invento llamado VIDEODROME... En sucesivas partes, iré escribiendo algún detalle de cada película que tenía grabada en esas cintas de video que acabaron en la basura. Sin duda, ya forman parte de mi vida y, a pesar del hecho en sí, nunca las voy a olvidar... Cinéfilos y Mitómanos...

Angel and the Badman (1947) de Edward Grant

Partiendo de la siguiente base, cualquier película donde este John Wayne vale la pena ser vista, me llevé una sorpresa cuando vi este título de Duke.

Mucho más moderna de lo que parece en la forma de sentar las bases del argumento: un forajido pistolero huyendo de sus enemigos cae herido en la granja de unos cuáqueros y se enamora de una de sus hijas, con lo que le llega la duda de que camino elegir para el resto de su vida; El ángel y el pistolero, que es como se llamó en España es una película que se deja ver agradablemente y que te da que pensar.

Quirt Evans y Penelope Worth (John Wayne y Gail Russell) mantienen un duelo que llena

toda la película, y junto al resto de actores -Harry Carey, Bruce Cabot, Irene Rich, Lee Dixon- hacen un fresco fantástico de un momento histórico en el Oeste Norteamericano.

El Principio del Final de los Viejos Tiempos...

Del guion: "No creemos en hacer las cosas que sabemos que están mal”.

Como anécdota decir que James Edward Grant y John Wayne se convirtieron en grandes amigos después de este rodaje y formaron una especie de equipo cinematográfico. Grant había empezado su carrera como periodista en Chicago en los Años 20 y buscando el éxito y la fama se fue a Hollywood, siendo contratado por la Republic Pictures. Era un apasionado de los toros y de las largas veladas con los amigos dándole mil vueltas a las historias y batallitas típicas de las gentes del cine.

Los últimos años de su vida los paso en España con su esposa Josephine y en una casa donde eran bienvenidos todos los americanos que pasaban por el país.

Drums Along the Mohawk (1939) de John Ford

También conocida como Corazones Indomables, esta es la única incursión de John Ford en el tristemente poco dramatizado mundo de la Guerra de la Independencia, y si el estilo innato de Claudette Colbert parece demasiado artificial para la película de Ford (¿Claudette en un Western?), es difícil criticarla en cualquiera de los sentidos y, como siempre es una delicia verla en su actuación junto a Henry Fonda.

La película hace exactamente aquello que se pretende, lo hace con humor, emoción y un toque teatral. El villano que interpreta el fascinante John Carradine es sumamente pintoresco, con su capa negra y su parche en el ojo, y ahí esta Edna May Oliver, una favorita de La Vieja Ola soltando sus frases gloriosas ("Tengo una cara larga y la meto donde me place") o ese fanfarrón fordiano por excelencia que es Victor McLaglen y su corazón de oro.

Ford roba un plano encantador de El Gran Desfile de King Vidor, cuando Claudette cae de rodillas suplicando al ver que su hombre se va a la guerra, igual que hacia Renée Adorée con John Gilbert.

Corazones Indomables sería la primera experiencia de Ford con el Technicolor. A la película le vino bien el añadido, pero el cineasta irlandés desconfiaba en cierta medida del color diciendo que "es mucho más fácil que el blanco y negro para un cámara. Está tirado usarlo si tienes ojo para el color o para la composición, pero el blanco y negro es bastante duro y tienes que conocer el oficio y tener mucho cuidado en colocar las sombras debidamente y conseguir la perspectiva correcta."

El blanco y negro era la materia perfecta para la fotografía, pero en este título el color es un añadido fantástico a los brillos y a las sombras.

El extenso trabajo de exteriores da a la película una sensación aireada y relajada, que se mezcla bien con el vigoroso metraje de acción y convierte las imágenes en un ejemplo perfecto de Ford, el cineasta profesional.

Por ejemplo, todo el equipo técnico tuvo que luchar contra días y días de lluvia en la montaña Wasatch de Utah, y Ford —de mal humor- no hablaba con nadie.

Basada en la novela de Walter Edmonds, la cinta es un encendido canto a la colonización y el asentamiento de los pioneros en un territorio aún salvaje, virgen y hostil, defendiendo con eficacia los valores tradicionales y la reverencia a la mujer como impulsora del hogar y fuente de las nuevas vidas. Ese puritanismo que, de alguna manera, sigue hoy vivo en ese país, aunque sean otras épocas.

El ritmo va cambiando y evolucionando, y de un comienzo lento y jovial se va convirtiendo en una vertiginosa sucesión de escenas memorables, de sombras y de hogueras, de sospechas y realidades... El ritmo implacable de Ford para enseñarnos el paso de la vida y en este caso, la historia.

El trabajo de la fotografía en color de Bert Glennon y Ray Renahan y el vestuario de Gwen Wakeling destacan por encima de todo.

¿Te acuerdas de aquellas películas que ponían los sábados a las 4 de la tarde y que por unas horas hacían que te olvidases de todo?

Éste es un ejemplo.

Tambores de Guerra entre los Comehombres...




 

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Javier Morales i García
(Tenerife, España) es editor del fanzine Ecos de Sociedad, la publicación mod más longeva en Europa. Desde inicios de los 80, escribe, reseña y edita; hoy, Ecos puede leerse en ecos-de-sociedad.blogspot.com.es. Es obseso de la música y el cine.

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