viernes. 19.04.2024
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Cercenar

Julian Mitre 

10.Julian Mitre
Cercenar

Vianney despierta en una cama de hospital. Román, su esposo, está de pie a un lado. Se observan por un momento. Luego ella desvía la mirada hacia su pierna izquierda al tiempo que intenta tocarla con las manos. Sabe que la ha perdido, pero necesita comprobarlo.

Me voy a ir. Dice él. Vianney no parece escucharlo. Román continúa hablando. Te amo y lo sabes. Hemos pasado por mucho juntos. Te he apoyado siempre, pero así... así no puedo seguir contigo. Sólo estaba esperando a que despertaras. Ahora ya lo sabes. Piensa en besarla. Duda unos momentos. Se inclina. Vianney, sin dejar de ver su pierna amputada, extiende el brazo con la palma de la mano abierta, frenando sus intenciones. Román suspira, da media vuelta y sale de la habitación.

Pedro, uno de los enfermeros de la clínica, ha estado rondando fuera del cuarto. Ve salir al esposo. Sabe que ahora Vianney se encuentra sola. Mira a su alrededor. El pasillo está vació. Debe actuar rápido. No quiere ser visto. Tiene mala fama. Sus compañeros sospechan, incluso le han puesto apodos. La jefa de enfermeros se encarga de mantenerlo alejado de pacientes como Vianney. Camina hacía la habitación. Las manos le sudan. Está frente a la puerta. Gira la perilla. Abre.

Adentro, Vianney cambió el ángulo de la cama, se quitó las sábanas y se levantó la bata hasta la cintura. Está observando el muñón cubierto por una larga venda. Siente la presencia de Pedro, quien se ha quedado inmóvil en la entrada. Ella voltea. Lo ve directo a los ojos. Él tiene la vista fija en la pierna cercenada. Ambos sonríen. Una mujer aparece detrás del enfermero. Es su supervisora. ¿Qué haces aquí? Déjala en paz. La mujer lo empuja. Pedro se da vuelta y se aleja, cabizbajo, murmurando para sí que no pensaba lastimar a la paciente,  que sólo deseaba admirar su belleza.

Debería cubrirse, sugiere la enfermera. Vianney la ignora. Su atención está de nuevo en el muñón. La gente suele decir que durante un tiempo continúan sintiendo la parte cortada. Perciben dolor y cosquilleos. Pero ella no. Ella sólo tiene un deseo enorme por retirase las vendas y mirar, sabe que podría hacerlo por horas.

Román estaciona el auto afuera de su casa y baja. Da un par de pasos. Se detiene. Nota las luces encendidas en la sala y la habitación. Llevan días así. No había vuelto desde que encontró a Vianney herida y tuvo que llevarla al hospital. Pasa varios minutos sin moverse, observando las ventanas de la casa. Necesita entrar para recoger sus cosas. Respira hondo y vuelve al auto. Ha decidido irse sin nada. Si entra será imposible no toparse de frente con las manchas de sangre y las herramientas que su esposa utilizó.




 

***
Julián Mitre (San Luis Potosí) Ha sido técnico en un taller de computadoras, dependiente de un depósito de cerveza, almacenista y obrero. Ganador del 2º Premio Nacional de Cuento Fantástico Amparo Dávila, con el cuento 'Los tres grandes milagros de la Santa Niña de los Alfileres'.

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