miércoles. 17.04.2024
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SHAKESPIRIANAS [XXII]

Marrufo

José Luis Justes Amador

Shakespirianas XXII
Shakespirianas XXII



101.

La nota de contraportada, como todas las notas de contraportada, era exagerada.

101.1. Y de vocabulario que, a falta de mejor adjetivo, sonaba grandilocuente.

101.2. “Su versión de los Sonetos de William Shakespeare constituye una noble aportación que se suma a todas las demás versiones existentes en lengua española y nos acerca a uno de los más grandes y enigmáticos escritores de todos los tiempos, gracias a la contemporaneidad y la frescura de su lenguaje”.

101.3. El libro, aunque grueso, era de tamaño pequeño.

101.3.1. Y coeditado por una fundación que tiene el mismo nombre que el del traductor.

101.4. Y una apelación a la autoridad que sonaba, cuanto menos, pretenciosa.

101.5. “que hubiera complacido al mismo Anthony Burgess”.

 

(102.

Anthony Burgess, que termina su biografía de Shakespeare con un párrafo acertadísimo:

102.1. “To see his face we need only look in the mirror. He is ourselves, ordinary suffering humanity, fired by moderate ambitions, concerned with money, the victim of desire, all too mortal. To his back, like a hump, was strapped a miraculous but somehow irrelevant talent. It is a talent which, more than any other that the world has seen, reconciles us to being human beings, unsatisfactory hybrids, not good enough for gods and not good enough for animals. We are all Will”.

102.2. “Para ver su rostro sólo necesitamos mirarnos en el espejo. Él es nosotros, una humanidad ordinaria y sufriente, que se enciende con ambiciones moderadas, que se preocupa por el dinero, víctimas del deseo, todos demasiado mortales. A su espalda, como una joroba, llevaba atado un talento milagroso pero, en cierto modo, irrelevante. Un talento que, más que cualquier otro que el mundo haya visto, nos reconcilia con el hecho de ser humanos, híbridos nada satisfactorios, no lo suficientemente buenos para los dioses y no lo suficientemente buenos para los animales. Todos somos Will”).

 

103.

“José Emilio Pacheco decía que cada generación debe volver a traducir las obras para hacerlas actuales. También se podría decir que cada país debe traducir con las variantes de su lengua esas mismas obras para que más lectores se sientan cercanos a ellas. Es justo lo que hizo Marrufo con esta espléndida versión de los Sonetos de William Shakespeare (1564-1616)”.

103.1. Dice, con justa razón, Sergio Téllez-Pon.

 

104.

En 1990, Fernando Marrufo publicó en el sello de la Universidad Autónoma de Yucatán Shakespeare. 85 sonetos.

104.1. “En junio de 2001, apenas dos meses antes de morir, que logró terminar la versión completa de los mismos”.

104.1.1. Frase a la que le sobra la grandilocuente continuación “cuyo numen misterioso recogió su último aliento. En este sorprendente finale, obra y vida concluyen juntas después de florecer en abundancia”.

104.2. En 2002 la UNAM publicó Sonetos en una edición ya inencontrable.

104.3. En 2009 la reeditó y en 2012 salió la primera reimpresión.

104.4. La edición ahora es fácilmente accesible en cualquier botadero (triste destino el de los grandes libros) de cualquier feria del libro.

 

105.

De ese libro está sacada esta versión del soneto XVIII.
105.1. ¿Podría compararte a un día de mayo?
Eres mucho más bello y más tranquilo;
El capullo perece, cuyo tallo
El viento corta con delgado filo.
A veces brilla el sol, y demasiado,
Y a veces no se aprecia su belleza
Al cubrirla un espeso y gris nublado
Que ordena a su placer naturaleza.
Mas tu verano en cambio lucirá
Sin perder un tomín de su atractivo
Y la muerte no te nos llevará
Si en estos versos te mantengo vivo.
Mientas el hombre lea, sé que sí,
Vivirán estas líneas que te dan vida a ti.

 

106.

Y además Marrufo le explica al futuro traductor el reto que tiene por delante.

106.1. “Posiblemente alguien en el futuro pueda usar, al traducir estos sonetos, sólo verso decasílabo y puro acento grave final, observando al mismo tiempo idéntico esquema de rima, el sentido e intención de imagen, el tono de voz [cursiva suya] del autor; para producir un buen trabajo, ese alguien tendría que honrar debidamente la integridad física y moral del idioma español; tendría que dar al lector una idea de la maravillosa fluidez, de la audacia y aparente facilidad de la factura; de la complicada mezcla de pasión y objetividad que sirve de resorte secreto a los sonetos”.

 




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