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REFLEXIÓN

De matrimonio y otros cuentos

Laisa López Álvarez

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De matrimonio y otros cuentos
De matrimonio y otros cuentos

Las mujeres no dejan de tener razón cuando rechazan las normas de la vida que se han introducido en el mundo, tanto más cuanto han sido los hombres quienes las han elaborado sin ellas. […] Las queremos sanas, vigorosas, en su punto, bien nutridas y castas, lo cual equivale a decir ardientes y frías; porque el matrimonio, que nosotros decimos tiene por objeto impedirles que ardan, les aporta escaso refrigerio, según nuestras costumbres.
Montaigne

Estoy segura de que muchas chicas de mi generación crecimos con el síndrome de Susanita ¿se acuerdan? De aquel personaje de Mafalda que sólo pensaba en casarse y tener hijitos.  Mi generación fue educada por los cuentos de Disney y las telenovelas de Televisa que reiteraban el matrimonio como el destino soñado para cualquier mujer.

Los tiempos han cambiado, pero pareciera que estamos todavía en 1910, cuando Emma Goldman escribió: “Lo mismo que a la bestia muda, que se engorda para el matadero, a la mujer se le prepara para el sacrificio de su vida.” 

Emma nació en 1869 y fue anarquista y activista, considerada la mujer más peligrosa del mundo; mantenía una postura a favor del amor libre, consideraba al matrimonio como una forma de prostitución argumentando que se trata de un servicio de parte de la mujer al hombre por dependencia económica, e incluso su pensamiento se dirige a la abolición de la institución del matrimonio, puesto que: “La institución del matrimonio hace de la mujer un absoluto parásito, un ser que está sometido a otro ser. La incapacita para la lucha por la vida, aniquila su conciencia social, paraliza su imaginación, y entonces le impone su graciosa protección, lo que no es nada más que una trampa disfrazada de humanitarismo.”

En su texto Anarchism and Other Essays, escrito antes de 1910, hace apuntes importantes respecto al amor y el matrimonio, entre ellos:

  1. La mujer – aunque forme parte de la fuerza de trabajo, –  sueña con casarse y tener un hogar; una vez realizado se arraiga al: “aunque no sea más ancho que la celda de una cárcel, o los cuartuchos del taller o de la fábrica, posee puertas más sólidas y barrotes de hierro irrompibles. Tiene un guardián tan fiel que a él nada se le escapa”.

 

  1. Su situación de casada no la exime de la esclavitud del salario, al contrario, aumenta su trabajo, con una doble o triple jornada.
  2. El matrimonio la lleva a una vida de dependencia de su marido (económica, emocional, etc.) al parasitismo, a una completa inutilidad, tanto individual como social.
  3. Pasado el tiempo, el ambiente se volverá hostil, la relación aburrida, el hombre evitará quedarse en casa lo menos posible y la mujer no puede irse, aunque lo quisiera.

Para Goldman: “La mujer no necesita prestarse más a ser un medio de producción de una raza de seres enfermos, débiles, decrépitos, sin la fuerza ni el valor moral para sacudir el yugo de la pobreza y de la esclavitud. Por el contrario, ella quiere pocos hijos y mejores, vigorosos y sanos; concebidos por el amor y elegidos libremente; no por obligación e indistintamente, así como lo impone el matrimonio

La alternativa según Simone de Beauvoir, que coincide con Virginia Woolf, es la de tener independencia económica. Para Emma, siempre debe ser orientada a abolir la propiedad y cualquier forma de dominio y opresión. Vital también es para establecer relaciones más armónicas el conocimiento de sí, después el conocimiento mutuo y el respeto. No hay espacio para el amor que no sea en la libertad. Y nunca, nunca dejar de luchar por nuestros sueños. Hay que recordar que nuestro sentido de trascendencia va más allá de tener un esposo e hijos y que a lo único que debemos ser fieles es a nosotras mismas.




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Laisa López. Gestora cultural y museógrafa, feminista, editora del fanzine Cerdo Violeta, bruja y pinchadiscos de ocasión.

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