Es lo Cotidiano

CUENTO

El visitante ladrón de libros

Ezequiel Carlos Campos

 

Cuento- Ezequiel Carlos Campos
Cuento- Ezequiel Carlos Campos
El visitante ladrón de libros

Por las noches alguien se lleva mis libros. Quisiera pensar en un duende, monstruo  o fantasma tomando algún ejemplar de mi biblioteca y regresarlo al día siguiente o al siguiente del siguiente. He escuchado al visitante abrir la puerta poco a poco; después camina directamente a mis libreros y presiento que, en la oscuridad, observa y decide cuál llevarse. Yo no puedo mirarlo por miedo, no quiero encontrarme con un ser horrendo, con el riesgo de que muera al verlo, o de que me desaparezca de mi propio cuarto. Por eso nada más lo siento llegar, tomar un libro, escuchar algún balbuceo e irse. Al día siguiente, en cuanto me levanto, miro algún espacio en blanco entre los libros para ver cuál es el que falta, pero no encuentro nada. Siempre trato de recordar el orden, cuál sigue de cuál. Pareciera que, mientras duermo en la noche, esa imagen se borra y nunca recuerdo lo anteriormente guardado en mi memoria. Mi visitante es un buen ladrón: no deja huella.

Y así todas las noches. A veces las pisadas son más fuertes, en otras en donde ni siquiera la puerta suena, pero sí el aire, hace un ruido cuando pasa por mi cama. He escuchado cómo se pone las manos en la cadera, como pensando qué llevarse, o tomar un ejemplar y después devolverlo porque, quizá, leyó la contraportada y no le gustó. Y agarra otro. A veces no escucho nada, cuando el sueño es pesado, pero sí veo alguna playera tirada de mi clóset, o un tenis movido poquito de donde está. Me he preguntado por qué, en vez de dejarlo que se lleve mis libros, no me armo de valor (pese a lo que pasaría) para decirle, por ejemplo: “Oye, tú, ¿por qué te llevas mis cosas?”, “¿Por qué no me dejas dormir?”, “¿Por qué me regresas los libros si los tomas sin permiso?”. Quisiera pensar que mi ladrón es honesto. Lo entiendo porque, por muy amigo mío que fuera, no le prestaría nada. También me he preguntado si habrá más cosas nocturnas ladronas de libros, si más lectores sentirán lo que yo siento en las noches al dormir y dejar las bibliotecas sin guardián. Me da miedo contárselo a alguien.

Una mañana en que desperté miré, como cada día, mis libreros. Y ahora sí había un espacio donde faltaba un libro extenso, y ahí una nota escrita con una letra horrible, que muy apenas se leía: “Tardaré más días en regresarlo. Yo te lo cuido”. Jamás pensé que, habiendo tantas bibliotecas en el mundo, un monstruo (acaso por su letra) viniera a mi casa a tomar prestados mis libros. Hice memoria y ahora sí descubrí cuál faltaba; esperaría a devolverle su nota para intentar dialogar con mi visitante. Esperé un par de días y, como supuse, no vino, pero no pude dormir por la ansiedad de que llegara en cualquier momento. Al tercer día dejé una nota que decía: “¿A caso tú moriste una noche como ésta? ¿Y si te dieran la oportunidad de volver a vivir?”. No escuché nada esa noche, pero en la mañana noté que mi nota había sido tomada. Ya sólo quedaba esperar su respuesta.

Llegó: “Mi única vida es la lectura; en este estado es innecesario pensar en otra cosa. Tomaré otro libro, gracias”. Desde entonces me comunico con mi visitante. Sigo sin atreverme a verlo cara a cara, no quiero que, al prender yo la luz desaparezca, se asuste, o en la oscuridad no pueda distinguirlo por mi miopía, o porque simplemente no haya nada y él ea sólo parte del viento. Al fin y al cabo, mi visitante lector me devuelve mis libros sin tener que pedirle una firma como en las bibliotecas, no hace mucho ruido cuando entra y sale y, lo mejor de todo, se nos ha hecho costumbre escribirnos notas y hasta contarnos historias. Al parecer mi visitante es buen escritor. Parece que, al leer lo mismo que yo, tiene un estilo similar al mío. Otro día, quizá, le preguntaré qué autor le ha gustado más y, también, qué hará cuando haya leído todos mis libros.




***
Ezequiel Carlos Campos (Fresnillo, Zacatecas, 1994). Ha publicado en Luvina, Círculo de Poesía, Punto de partida, entre otras. Escribe la columna “El pequeño guardatextos” en Crítica de El diario NTR. Es autor de Aquello que no se cuenta, Quizá por miedo a la noche, El beso aquel de la memoria y El Infierno no tiene demonios. Dirige la revista virtual El Guardatextos (www.elguardatextos.com).



 

[Ir a la portada de Tachas 322]