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Nacimiento y Agonía de la Peor Banda de Rock

Juan Mendoza

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Nacimiento y Agonía de la Peor Banda de Rock
Nacimiento y Agonía de la Peor Banda de Rock

Los Viejos Puercos Band no es propiamente una banda de rock. De hecho, nadie sabe qué son. Tocan, claro, quizá rock o folk o punk o una rara combinación, y cada uno de sus shows se acerca más a un arte acción o a un performance que a una simple tocada. Suena tan mal que parece a propósito. Se han peleado y separado más veces que las que han tocado. Aunque a veces me dan el crédito de haber iniciado con la banda, en realidad la culpa es del alcohol.  Todo comenzó en el Mítico Salón Bombay en la edición del Borrachos Fest de 2013. Cotorreaba con el escritor etílico Juan Beat, cervezas y scotchs mediante, a propósito de que me contó que llegó a sustituir a Brisa Vázquez en la bataca de los Ezquizitos hace chorromil años, y comenzamos a elucubrar la idea de armar un banda cuyos integrantes cumplieran sólo dos características: ser escritores desconocidos y ser bien borrachos, no precisamente en ese orden.  Inmediatamente detectamos guitarro, bataco, bajista y vocal, ahí mismo. Como todo buen proyecto que se gesta en la borrachera, pudo haber quedado en eso: “sólo proyecto”. Pero estando cerca el 1er Undergrasa Fest  decidimos tener ahí nuestro debut con la única condición de que no ensayaríamos nada, ni sabríamos siquiera qué interpretaríamos. Lo único que teníamos seguro era el nombre del grupo, los integrantes, y que teníamos que tocar muy ebrios. Total, yo era el organizador del festival. No nos esperamos la expectativa que levantó y el interés de cómo sonaría tal experimento. Para el Festival estaba consolidado el grupo: Carlos Camaleón en la voz, Juan Beat batería, Sir Williams en la guitarra, Il Padrino en los sampleos, Ali López en las percusiones, El Burrito Chelero en el requinto y Juanito Podrido, alter ego de tu seguro servibar, al bajo. Nos programé para las 7 de la noche, horario complicado: teníamos que emborracharnos pronto, tomando en cuenta que el festival comenzaba a las 6. La idea era tocar algunos covers (Dr. Psiquiatra, Una Noche de Copas, A los 16 y algunas más cuyo recuerdo se fue con mis neuronas muertas). El público se engolosinó aventado limonazos y otras madres al escenario. No nos amedrentamos, ni proyectiles, ni chiflizas, ni mentadas. Tocamos por más de 40 minutos. Tuvieron que bajar el switch para que abandonáramos el escenario. El nombre no era una pose: en realidad comprobamos que éramos una banda de viejos puercos.

La siguiente tocada fue en el bar rockero 11:59. Frente a la Glorieta de Insurgentes. Nadie nos dijo que era una guerra de bandas, ni el escritor y guitarrista El Paladín Dragonzani que nos invitó. Nos bajaron a la tercer rola, antes de terminar siquiera de conectar la guitarra. También tocamos en El Festival De Literatura Sucia, ahí sin pena ni gloria pero muchos limonazos, vasos y hielos, otra vez en el Salón Bombay, cuando se me olvidó el bajo y la banda Vulva se mochó con la batería para que tocáramos guitarra, voz y dos batacas, y en el Borrachos Fest número 27 donde el poeta Agathokles me puso en la cabeza una cubeta que el performancero Fco Morales, “El Cerebro”, recién había utilizado en un performance y había escupido/vomitado/meado, y la banda del respetable se llevó la batería pieza por pieza, para devolverla íntegra en la siguiente canción. Ya contamos con una base pequeña pero sólida de seguidores y el público siempre arroja objetos y vasos con líquidos de dudosa procedencia, que nosotros aventamos de regreso. Uno de los momentos más sublimes fue cuando InFernanda, guitarrista de Las Fuckin Bitches, Sick Bastards y ahora segunda voz de Brujería, se rifó un palomazo al saxofón y a la lira en el Salón Bombay. Los shows terminan con más gente bebiendo en el escenario que músicos. A la fecha ya montamos rolas propias, Gordas Pero Chidas, El Blues de Torrente, Cerveza y volando, Todos Beben como Charles Bukowski, y una metalera versión de Mi Matamoros Querido. Incluso ensayamos, aunque no mucho. Yo, la verdad, no he ido a ningún ensayo.  Recibimos un correo donde nos invitan a grabar en un compilado, pero sabemos que es un intento de fraude, como nosotros. Aún no sabemos cuál será el futuro de la banda. Quizá y nos contraten para dar una gira en Inglaterra o quizá terminemos por tronarla. Los Rucos de la Terraza ya quieren lanzar un reto para demostrar en un toquín quién es la peor banda de rock. No quiero presumir, pero nos los llevaríamos de calle. Ellos sí saben tocar sus instrumentos. Lo cierto es que seguimos divirtiéndonos como ebrios. Convencidos y demostrando que Los Viejos Puercos es, y será por mucho tiempo, la peor banda de rock. ¡Salud!

 

Poco después de escribir esta nota, Los Viejos Puercos me corrieron del grupo por no ir a los ensayos en casa del Juan Beat. Y todo por ser alérgico a los gatos. El JuanBeat tiene como cincomil. Y aunque ni me avisaron, seguimos siendo bróders y quedamos sin resentimientos, sobre todo porque no dejan de mencionar que yo fui el fundador de la banda, cada que tienen oportunidad.




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Juan Mendoza (Naucalpan, 1978) es autor del libro de cuentos Anoche Caminé con un Zombi  (Verso Destierro. 2011) y las novelas Ya Puedes Olvidarlo… (Generación. 2014) El Show del Corazón Sangrante (Vodevil. 2016) y Mi Reflejo en una Montaña Cubierta de Nieve (Nitro/Press 2017), asimismo participó en las antologías Sangrar Para Narrar (Ed. Cisnegro 2016) Outsiders: Homenaje a la Tristeza (La Sangre de las Musas 2015), Esto es Rock101 (Edición Independiente), Lados B 2017. Narrativa de Alto Riesgo  (Nitro/Press 2018) ha colaborado en diversos fanzines y revistas, impresas y electrónicas, de CDMX, Cuernavaca, León, Morelia y Tijuana. Trabajó en la redacción de la revista Generación como todólogo y barman. Es tecladista y cantante de la banda de rock Undercover y co-organizador del Festival de cultura subterránea Undergrasa Fest. Dedica mucho de su poco tiempo libre en recolectar historias en cantinas peligrosas y bares sin salida de emergencia de todos los estados de la República. A la fecha, sólo le falta conocer algún tugurio de Tlaxcala.
 

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