Es lo Cotidiano

La insoportable levedad de ser tú

Maricarmen Ortega Piña

La insoportable levedad de ser tú

The day they covered us in the like stars​ in the ground that will grow into dead flowers.[1]
Marilyn Manson

Mi primera idea para este escrito fue “me doy un tiro y con eso explico lo insoportable que es el ser”. Pensé que eso explicaría a la perfección no sólo la obra de Kundera, sino también el existencialismo en el que nos sumergimos en estos tiempos. Después de una charla con una maestra, llegué a la conclusión de que personas en mi situación entran en crisis. ¿El futuro? Y aún no resolvemos el presente: la tesis, el trabajo, seguir estudiando, la vida.

La lectura de La insoportable levedad del ser no me ayudó mucho para la solución de mis problemas existenciales. Todo lo contrario. Agrego el hecho de que mi computadora no quiere cooperar, haciéndome escuchar canciones que describen a la perfección mis estados de ánimo. Y ya dentro de la PC Youtube complota con videos que he visto antes y me propone ver de nuevo: “¿Cuál es el propósito de la vida?”, cuya imagen en miniatura es una foto de Ayn Rand.

Sobre la historia

La vida está llena de momentos en que tenemos que tomar decisiones, a veces equivocadas. Pero tenemos que aprender, aunque nunca estemos por completo satisfechos. Nos pasa a algunos que todo es insuficiente. Tenemos algo bueno y queremos otra cosa no tan buena. Así es la vida de Tomás, Teresa, Sabina y Franz, quienes están unidos de una manera muy extraña.

Tomás es un hombre cuya crisis existencial comienza cuando se divorcia y su esposa casi lo obliga a desistir de ver a su hijo. Después de varios años de soltería se encontró a Teresa, con quien se casó, pero sin dejar de atender a las demás amantes. El problema de ella viene desde la niñez, por culpa de su mamá que está un poco trastornada: la traumó cuando era una jovencita. Sabina es una de las amantes preferidas de Tomás. El problema con ella es que no acepta ser querida por un hombre que la cuida y la respeta (Franz), sino que prefiere a un hombre que la maltrata (Tomás). Franz, por último, es un tipo que no logra ser feliz viviendo con su esposa e hija, hasta que encuentra a Sabina, con quien tiene un largo romance que termina cuando él le cuenta a su esposa de su amante.

Italo Calvino señala a propósito de Milan Kundera: “Es un verdadero novelista en el sentido de que las historias de los personajes son un primer interés: historias privadas, historias, sobre todo, de las parejas, en su singularidad y lo impredecible”.[2] Hay un capítulo para cada una de las historias de los personajes y así enterarnos de cómo las vidas de Tomás, Sabina y Franz terminan entrelazadas.

Calvino también nos dice en muy breves palabras de qué trata La insoportable levedad del ser: “El núcleo del libro reside en una verdad tan simple, ya que es ineludible: es imposible actuar de acuerdo a la experiencia, porque cada situación que enfrentamos es único y se nos presenta por primera vez”.[3] Esto se ve reflejado más en Tomás y en Teresa. Todo lo que ella experimente con su madre lo vive por primera vez, ella se confunde y por ende  no sabe qué hacer. Tomás nunca había tenido una cita con una mesera, quien al tercer encuentro llega a la casa con una maleta conteniendo sus cosas. Todo esto va en contra de su forma de ser, así que Tomás tiene que adaptarse y buscar una manera de hacer que todo funcione.

Sobre la levedad y el peso

¿Por qué todos ellos prefieren complicarse la vida y pasar por situaciones difíciles? Porque la levedad es insoportable, no les gusta ser livianos. Cuando alguien se siente liviano, es como si le dijeran que algo no va bien. Para unos es necesario tener una carga, como si eso los mantuviera y tuviera en la realidad. La levedad es no tener algo que nos preocupe, que nos angustié, es, digamos, un estado de felicidad o adormecimiento. El peso es lo contrario, es como algo que nos mantiene pegados a este mundo, en la realidad.

Kundera se pregunta qué es mejor, la levedad o el peso y habla así sobre éste: “La carga más pesada nos destroza […], nos aplasta contra la tierra. Pero en la poesía amatoria de todas las épocas la mujer desea cargar con el peso del cuerpo del hombre. La carga más pesada es […] la imagen de la más intensa plenitud. Cuanto más pesada sea la carga, más a ras de tierra estará nuestra vida, más real y verdadera será”.[4] Al parecer, es mejor el peso que la levedad.

De la levedad refiere: “La ausencia absoluta de carga hace que el hombre se vuelva más ligero que el aire, vuele hacia lo alto, se distancia de la tierra, de su ser terreno, que sea real sólo a medias y sus movimientos sean tan ligeros como insignificantes”.[5] ¿Qué prefiere el cómplice lector? En lo personal yo me adhiero al peso, la carga, digamos de escribir un ensayo sobre la levedad y el peso, que cumpla con los requisitos y las expectativas de mis posibles lectores. Al saber de la lectura, al leer yo misma, me siento más ligera, se me quita el peso de encima  y creo sentirme mejor, una pausa en estos tiempos aciagos antes de volver a la dudas y las preguntas.

Avanzo con una observación: para los cuatro personajes la sexualidad es una válvula de escape, una liberación del peso. En el caso de Teresa y Sabina, el peso que tienen sobre ella Tomás y Franz respectiva, paradójicamente, es una manera extraña de liberarlas de todos sus pesos. En el caso de Teresa, es libre de los traumas provocados por su madre y de la angustia que le causa el hecho de que Tomás tenga amantes; pero al momento de culminar el acto, al momento de soñar, todos esos pesos la atacan a la vez: “La sexualidad se convierte en un vehículo […] para lanzar un manto de desesperanza y la falta de sentido sobre la existencia fundamental de la humanidad”.[6] En el momento del acto sexual todo es felicidad, al terminar vuelven a la realidad.

No es que se nos permita elegir una cosa u otra, el peso se impone, es parte de nuestras vidas. Pongamos el ejemplo de la escuela: todos los maestros entregan calificaciones, nos damos cuenta de que aprobamos todas las asignaturas, con buena o malas calificaciones. Después del peso tenemos al menos dos meses libres, ¿qué hacer ante esta ligereza? Sabina pasa por un momento parecido cuando deja (abandona) a Franz, “Si alguien le hubiera preguntado qué le había pasado, no habría encontrado palabras para explicarlo […] lo que había caído sobre Sabina no era una carga, sino la insoportable levedad del ser”.[7] Tenía ante ella una libertad que hacía mucho no experimentaba y no sabía qué hacer con ella.

Así nosotros, para seguir como estudiantes, tenemos una libertad que no habíamos experimentado desde hace algunos meses, y que tendremos hasta enero. Muchos hacemos planes, decimos voy a leer todo lo que quiero y no lo que obligan, voy a buscar un trabajo, voy a dormir las horas que no he dormido los últimos tiempos. Sea lectura, trabajo, sueño, pero todo se encuentra entre levedad y peso, el trabajo es carga, dormir es levedad, leer está en medio: lo hacemos por placer, pero luego nos damos cuenta de que no hemos leído ni la mitad de lo que queríamos y ya se está a una semana de volver a la carga pesada, a la escuela.

Sobre el significado de la vida

He dicho que el peso se impone o nos lo imponen, y es un peso que no disfrutamos. Pueden ser nuestros padres, tal vez algún amigo, un familiar, la sociedad, la televisión, la publicidad. Es difícil darle la vuelta a la situación, imponernos nosotros el peso. A algunos les pasa que esto los hace dudar de quiénes son, les torna difícil entender cuál es el propósito de la vida, qué estamos leyendo. Una vez más hago referencia a esas canciones tan impertinentes, a esos amigos comedidos, a la “inteligencia” de Youtube, cargas impuestas.

Uno de los discursos que aparecen en The Fight club es el siguiente (proveniente de algún amigo generoso que me terminó gustando e interesando, “el discurso”):

La publicidad nos hace desear coches y ropas, tenemos empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos. Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos. No hemos sufrido una gran guerra, ni una depresión. Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seríamos millonarios, dioses del cine o estrellas del rock, pero no lo seremos y poco a poco lo entendemos, lo que hace que estemos muy encabronados.[8]

Cargas impuestas por la publicidad, por la sociedad. Queramos o no, la idea que nos venden sobre el carro y la ropa perfectos nos atraen, escuchamos a Brad Pitt dirigiendo este discurso cuando sabemos que él es un “dios” del cine. Si no un dios, es la imagen de un hombre que conduce un auto último modelo, viste ropa de marca, es seguido por millones de fans enamorados de su hermosa y perfecta cara. Algún hombre con baja autoestima querrá ser como él, querrá ser él.

Quizá se pregunten a dónde voy con todo esto. Tal vez piensen que me salí del tema, pero todo esto viene a propósito de mi crisis existencial, a lo largo de este semestre, por las materias y los temas vistos en la escuela. Mas esperen, no todo tiene que ser negatividad:

La pregunta debería ser ¿cuál es el propósito de tu vida? “Cuál es el propósito de mi vida”. Cuál es el propósito de cada individuo en particular por el cual nos preguntamos, pero no cuál es el propósito de la vida. Preguntando de esta manera parece implicar que hay alguien fuera de nosotros, naturalmente un ser sobrenatural, que es el que tiene que prescribir este propósito, y nosotros deberíamos gastar nuestra vida tratando de descubrirlo y vivir por ello. No existe tal cosa como “el propósito de la vida” porque la vida es un fin en sí misma. La vida es el propósito de la vida. Tú […] deberías ser feliz en ella. Tu obligación moral propia es perseguir la más alta forma de felicidad posible para ti y poder explicar y probar tu elección a ti mismo, en términos lógicos y racionales”.[9]

Hagamos caso a Ayn Rand y busquemos la felicidad, no la impuesta, no la que nos venden o nos dicen que allí está. Es nuestro asunto, nosotros decidiremos qué es lo que nos hace felices.

A Tomás le hacía feliz tener varias mujeres, le incomodaba el hecho de tener que compartir la cama con una mujer, sólo buscaba el acto sexual y después adiós. Hasta que llega Teresa, quien le hace cambiar de idea y le da un nuevo sentido a su vida. Así soluciona la carga que le desagrada y la cambia por otra que lo hace feliz y no le parece tan pesada.

Teresa es feliz al lado de Tomás, deshaciéndose de la carga que era vivir con una madre demente, quien le provoca traumas de por vida. Sabe que la felicidad existe en algún lugar y sale a buscarla. Lo que ella quiere es una levedad, pero se encuentra con un peso que casi no puede soportar: tener que compartir con otra al hombre que ama, además del miedo de perderlo si intenta cambiar la situación. Se deshace de un peso que detesta y adquiere uno nuevo que puede no disfrutar del todo, pero no lo odia como al anterior.

   Lo mismo sucede con los otros dos personajes, lo mismo sucede con nosotros, nos deshacemos de un peso, pasamos por un momento de levedad que no dura tanto, ya sea porque se vuelve insoportable o porque buscamos una nueva carga que nos tenga felices.

¿Qué será de nosotros, amables lectores, cuando la levedad nos ataque y seamos libre de esta carga que es la incertidumbre, sea si podremos o no culminar la carrera, lograr el éxito profesional, acceder o no a una vida feliz? La literatura habla de la desesperanza, del pesimismo. A algunos esto les afecta, a otros los deja indiferentes. Pero por escéptico que sea un mensaje, siempre deja ese rayito de esperanza, ese momento de levedad, o esa carga que nosotros mismos nos buscamos y disfrutamos. La vida sólo es una, es posible que tengamos la felicidad frente a nosotros, pero por alguna razón no queremos verla. Si este es mi caso, es hora de que abra los ojos y la vea, si no está allí, es momento de ir a buscarla.

 

[1] El día en que nos cubrieron con polvo como estrellas en la tierra que se volverán flores muertas.

[2] Italo Calvino, On Kundera, en Harold Bloom, Milan Kundera, Chelsea House Publishers, U.S.A., 2003, p. 55.

[3] Ibid., p. 56.

[4] Milan Kundera, La insoportable levedad del ser, RBA, Madrid, 1993, p. 9.

[5] Idem.

[6] Mark Sturdivant, Milan Kundera’s use of sexuality, en Harold Bloom, op. cit., p. 27.

[7] Milan Kundera, op. cit., pp. 124-125.

[8] Discurso de The fight club, video en youtube, en  http://www.youtube.com/watch?v=Sk0XwYS-r1A