martes. 23.04.2024
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SHAKESPIRIANAS [XXXVIII]

Harold Bloom, in memoriam

José Luis Justes Amador

 

Harold Bloom [shakespirianas]
Harold Bloom
Harold Bloom, in memoriam

 

 

 

177.
Cervantes y Shakespeare comparten la supremacía entre todos los escritores occidentales desde el Renacimiento hasta ahora. Las personalidades ficticias de los últimos cuatro siglos son cervantinas o shakespirianas o, más frecuentemente, una mezcla de ambas. En este libro quiero considerarlos como los maestros de la sabiduría en nuestra literatura moderna, al mismo nivel que el Eclesiastés y el Libro de Job, Homero y Platón. La diferencia fundamental entre Cervantes y Shakespeare queda ejemplificada en la comparación entre don Quijote y Hamlet. (“¿Dónde se encuentra la sabiduría?”)


 

178.
Cervantes y Shakespeare, que murieron casi simultáneamente, son los autores capitales de Occidente, al menos desde Dante, y ningún otro escritor los ha igualado: ni Tolstoi, ni Goethe, Dickens, Proust o Joyce. (“¿Dónde se encuentra la sabiduría?”)


 

179.
Nada explica a Shakespeare, no hay nada que nos haga comprender del todo. El historicismo, de viejo o nuevo cuño, expira rápidamente, pues los mismos factores culturales se aplican, para bien o para mal, a sus contemporáneos, un gran grupo de poetas-dramaturgos. Y los diversos enfoques totalizadores –marxista, freudiano, feminista, lo que queráis- acaban resultando reduccionistas. Los que recurren al lenguaje se quedan con el lenguaje, e incluso Wittgenstein sólo aportó una evasiva al llamar a Shakespeare “creador del lenguaje”. (“¿Dónde se encuentra la sabiduría?”)


 

180.
Cuanto más lee y pondera uno las obras de Shakespeare, más comprende uno que la actitud adecuada ante ellas es la del pasmo. (“Shakespeare”)


 

181.
La respuesta a la pregunta “¡Por qué Shakespeare!” tiene que ser “¿Pues quién más hay?” (“Shakespeare”)


 

182.
Es difícil describir los modos de representación de Shakespeare sin recurrir a los oxímoros, pues la mayoría de esos modos se fundan en aparentes contradicciones. Se piensa en una “irrealidad naturalista”, para usar el embarazoso comentario de Wittgenstein de que la vida no es como Shakespeare. Owen Barfield contestó de antemano a Wittgenstein (1928): “hay un sentido real, por humillante que parezca, en el que lo que nos arriesgamos generalmente a llamar nuestros sentimientos es en realidad el ‘significado’ de Shakespeare”. (“Shakespeare”)


 

183.
Todo gran escritor puede derrumbarse, ser sustituido por el pantano antielitista de los Estudios Culturales. Shakespeare permanecerá, aunque lo expulsaran los académicos, cosa de por sí bastante improbable. (“Shakespeare”)


 

184.
Shakespeare es ahora el escritor verdaderamente global, aclamado, representado y leído en Bulgaria e Indonesia, China y Japón, Rusia y donde quieras. Las obras sobreviven a la traducción, la paráfrasis y el trastrocamiento, porque sus personajes están vivos y son universalmente relevantes. (“Shakespeare”)


 

185.
Durante muchos años, mi difunto amigo y colega Paul de Man y yo discutimos durante nuestros paseos. Casi siempre el debate giraba en torno a la convicción de De Man de haber encontrado la verdad de la crítica, que consistía en que ésta debía asumir una postura epistemológica o irónica en relación con la literatura. Yo le contestaba que la perspectiva que adoptemos hacia la figuración tiene que ser figurativa, como era claramente su estilo filosófico. Prácticamente la crítica propiamente dicha consiste en reflexionar poéticamente acerca del pensamiento poético. (“La Ansiedad de la Influencia”)


 

186.
Nuestra mayor dificultad al releer o al ocuparnos de Shakespeare es que no experimentamos ninguna dificultad, lo que es más que una paradoja, ya que nos enfrentamos a una fuerza poética que sobrepasa incluso al Yahvista, a Homero, a Dante y a Chaucer. (Poesía y creencia”)



 

187.
Durante casi el último tercio del siglo XX, Shakespeare ha sido silenciado en las universidades del mundo de habla inglesa. La Muerte del Autor significaba, por lo visto, la desaparición de Shakespeare en particular. Hay académicos que creen que el lenguaje informa el pensamiento y la escritura, y otros que atribuyen toda la literatura pasada y presente a anónimas fuerzas sociales. También hay agitadores y concienciadores marxistas y feministas, y hordas de titulares fanáticos que afirman que la etnia y la pigmentación de la piel están por encima de otra realidad a la hora de determinar valor y significado. Pero estos ya parecen arcaicos: (…) todas esas solemnes sectas se disuelven cuando flotan en el oceánico Shakespeare, aunque rara vez admiten el naufragio. (“El futuro de la imaginación”)


 

188.
Una amiga que enseña en la Universidad Hebrea de Jerusalén, nacida en Bulgaria, me habló de una representación de “La Tempestad”, en la versión búlgara de Petrov, a la que había asistido recintemente en Sofía […] Estudiantes y amigos me han contado el Shakespeare que han visto en japonés, ruso, español, indonesio e italiano, y la impresión general ha sido que el público de todo el mundo percibía que Shakespeare les representaba a ellos en escena. (“El canon occidental”)


 

189.
Shakespeare cambió nuestra forma de presentar la naturaleza humana –si es que no cambió la misma naturaleza humana-: es lo menos que podemos decir de él; y sin embargo no parece retratado en ninguna parte en su obra dramática. (“Genios”)


 

190.
Al contemplar el genio de Shakespeaare nos topamos con la desesperanza del crítico y también con su éxtasis. Dudo que el Shakespeare moribundo, de apenas 52 años, se consolara pensando que había creado a Hamlet, a Falstaff, a Lear, a Yago, a Cleopatra, a Rosalinda y a Macbeth, esos hombres y mujeres cuya realidad, supuestamente ficticia, trasciende la nuestra. Si yo pudiera interrogar a un autor ya muerto escogería a Shakespeare y no perdería ni un segundo preguntándole por la identidad de la Damna oscura ni los elementos delicadamente precisados de homoerotismo en la relación con Southampton (o con cualquier otro). Ingenua y abruptamente le preguntaría si lo confortaba el hecho de haber modelado hombres y mujeres más reales que los hombres y mujeres de carne y hueso. (“Genios”)

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