Es lo Cotidiano

DISFRUTES COTIDIANOS

Películas cincuentonas 1969

Fernando Cuevas de la Garza

Clipboard02
Butch Cassidy and the Sundance Kid de George Roy Hill
Películas cincuentonas 1969

 

 

Fugaz mirada por algunas de las cintas que se produjeron hace medio siglo y que hoy siguen siendo referente para el cine actual: el final de los años sesenta, y de ciertas utopías que terminaron doblegadas por las tendencias hegemónicas o por determinadas realidades que se imponen sin avisar. Vamos para allá.

 

Busco mi destino (Easy Rider) de Dennis Hopper acompañado por Peter Fonda y Jack Nicholson, se volvió un epítome de los años sesenta en donde unos motociclistas se lanzan a la autopista en busca del inexistente sueño americano, tapizada con sexo, drogas y escenarios violentos: el fin de una década en la que se escaparon años llenos de promesas incumplidas. Perdidos en la noche (Midnight Cowboy) de John Schlesinger se centró en la vida de un texano naive que suponía traerlas todas consigo, que se muda a una inhóspita Nueva York donde establece una irregular y por momentos abusiva complicidad con un vivales: Dustin Hoffman y Jon Voight comparten duelo de actuaciones. Faena a la italiana (Italian Job) combinó con soltura la comedia, la acción y el crimen, gracias en parte al gran Michael Caine, aquí dirigido por Peter Collinson.

Con enfoque western, Butch Cassidy and the Sundance Kid de George Roy Hill aprovechó la dupla Redford-Newman para presentar a un par de adorables estafadores basados en una historia real, en tanto Temple de acero (True Grit) —filme revisitado por los Coen- plantea el vínculo de una joven de 14 años (Kim Darby) y un Marshall medio en decadencia (John Wayne, quién más), unidos para vengar el asesinato del padre de la primera. La pandilla salvaje (The Wild Bunch) se convirtió en un arriesgado filme dentro del género, anunciando el final del viejo oeste a partir de presentar un último robo de una banda a principios del siglo XX; Sam Peckinpah se consagró con esta obra en la que William Holden encabeza un cast ad hoc, del que formó parte Emilio Fernández.

En El ejército de las sombras, el realizador francés Jean-Pierre Melville retomó la novela de Joseph Kessel para retratar con intensidad las batallas de la resistencia francesa durante la ocupación nazi, mientras que Costa-Gavras hizo lo propio con el libro de Vasilis Vasilikos para entregar Z, una de sus grandes obras enclavada en los conflictos entre un gobierno militar y grupos opositores con asesinato e investigación incluidos. Siguiendo en la tesitura política, Riaz Shahid filmó Zarqa, sobre el conflicto palestino-israelí y Péter Bacsó planteó una crítica al régimen comunista en A Tanú, cinta que tuvo muchas dificultades para darse a conocer. Alfred Hitchcock le entró de lleno al género del espionaje con Topaz, retomando la novela de Leon Uris. Por su parte, Federico Fellini se basó someramente en el texto de Petronio para realizar Satiricón, ambientada en el primer siglo en Roma con todo y su carácter fragmentario.

Realizada por Peter Hunt, Al servicio de su majestad fue la cuota del famoso espía interpretado por George Lazenby, el 007 menos conocido y acá enamoradizo que se tiene que enfrentar al hipnotizador Blofeld, en tanto Ken Loach filmó con sensibilidad Kes, la historia de un niño que se encuentra con un halcón y la forma en la que le enseña a volar. En el terreno documental, los directores Albert Maysles, Charlotte Zwerin y David Maysles filmaron Salesman, siguiendo a cuatro vendedores de biblias con sus rivalidades, obstáculos y el trato con clientes difíciles. Carlos Enrique Taboada levantó la mano para el cine mexicano con su filme de tintes bélicos y dramáticos titulada La trinchera.

Dirigida por el ruso Shaken Ajmanov, Angel v tyubeteyke sigue en tono costumbrista a un afable profesor que recibe la visita de su madre, mientras que otro docente en conflictos amorosos fue retratado por Herbert Ross en Adiós, Mr. Chips, contando con la brillante actuación de Peter O’Toole. El indio Kantilal Rathod entregó Kanku, historia sobre las dificultades que enfrenta una mujer con un su hijo en un poblado, ante la muerte de su esposo: cintas en tono directo y sencillo que se centran en los personajes y sus contextos. El gran Ingmar Bergman siguió profundizando en las relaciones sentimentales con la reflexividad habitual en La pasión de Anna, insertando un toque de misterio en la isla donde se desarrolla la historia.

En Mi noche con Maud, Éric Rohmer aborda con la profundidad acostumbrada la soledad autoimpuesta y los preceptos católicos sobre el matrimonio y el sexo puestos a prueba, a través de la vida de un cuarentón que imagina que una mujer a la que ve en la iglesia está destinada a ser su esposa, aún sin conocerla o hablar con ella. Jacques Demy rodó Se alquila una modelo con la presencia de Anouk Aimée, un drama romántico agridulce en el que personajes solitarios buscan encontrar el distante amor; algunas de las complejidades de las relaciones románticas fueron bien capturadas por Ken Russell en Mujeres apasionadas (Women in Love), en donde dos amigos se enamoran de un par de hermanas.

Woody Allen escribió, dirigió e interpretó a un pésimo ladrón en Robó, huyó y lo pescaron (Take the Money and Run), desternillante comedia que anunciaba el genio para el humor del prolífico realizador. Ya mostrando su dotes para la precisa combinación de planos y con Jane Fonda liderando un sólido reparto, Sidney Pollack entregó Baile de ilusiones (They Shoot Horses, Don't They?), drama ambientado en la época de la Gran depresión en el que un grupo de personas se somete a participar en un extraño y extenuante maratón dentro de una pista de baile. Barbra Streisand y Walter Matthau se pusieron bajo las órdenes de Gene Kelly en el musical Hello Dolly!, en la que una casamentera busca algún soltero millonario, manteniendo el tono de comedia aventurera.

[Ir a la portada de Tachas 342]