miércoles. 24.04.2024
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EL PARIETAL DE CHOMSKY (COMUNICACIÓN Y LENGUAJE)

¿Gusto por la lectura?

Gerardo Ávalos

¿Gusto por la lectura?

 

Una pregunta inicial en este trabajo, pregunta terca por la naturaleza del tema es y será ¿de qué manera se puede despertar el gusto literario en los jóvenes preparatorianos si no ven su vida y sus intereses reflejados en los ejemplos de literatura que leen en la clase de taller de literatura y redacción?  ¿Cómo hacer que esa literatura signifique para los jóvenes algo en lo que puedan empatar su vida personal y colectiva, su momento y su mundo; con qué estrategias se puede coadyuvar a ello? Para tratar de responder estas cuestiones será inevitablemente necesario escudriñar entre al menos dos factores producto del llamado “analfabetismo funcional”; desgracia característica de nuestro país; me refiero a la influencia demandante de la televisión y al mal hábito que representa la “lectura práctica” por decirlo de algún modo (letreros, anuncios, slogans, nombres de calles y avenidas, direcciones, rutas de transporte, nombres de marcas y productos de consumo, etc.).

Una sociedad que ve como normal y viable cuestionar la presencia y la función de los libros aleja por usos y costumbres a los estudiantes, y a los jóvenes en general, de las bibliotecas, de las aulas y por ende del texto; ya no digamos del texto literario.

Advierto, sin embargo que no se pretende con esta investigación resolver tan enorme problema ni tampoco proponer un modelo de programa académico que subsane las heridas de la no lectura en el sentido cabal de la palabra y que también milagrosamente implante el gusto literario en los educandos. El presente trabajo sólo aspira a andar este camino —en mucho aún incierto— para tratar de colaborar en la definición de su propio rumbo.

Atendiendo a la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner,[1] la mente humana está estructurada por siete mentes o inteligencias, una de ellas es la inteligencia lingüística, encargada de trabajar todo lo referente al lenguaje oral y escrito. Para Gardner la mente del ser humano, en su desarrollo y evolución tiende a fusionar el trabajo de esas siete inteligencias; aunque se sabe de antemano que tal cosa es sumamente excepcional, y que tiene que ver con la idea de que el aprovechamiento del coeficiente intelectual es bajo.

La enseñanza en general se enfrenta al obstáculo que significa la fragmentación en áreas o disciplinas del conocimiento, pues conlleva la especialización en cada rama y también la “vocación” que al parecer determina el que un estudiante se incline por una profesión a la par que manifieste rechazo por otras. Desde este supuesto, cada asignatura tiene en común un mismo enemigo: la vocación como afección y limitante al mismo tiempo.

Salidas, propuestas de solución es lo que se busca. Hay que decir, sin embargo, que existen algunas, como la que ofrece Harold Bloom en su Canon occidental:

Necesitamos enseñar más selectivamente, buscar a aquellos pocos que poseen la capacidad de convertirse en lectores y escritores muy individuales… En la práctica el valor estético puede reconocerse o experimentarse, pero no puede transmitirse a aquellos que son incapaces de captar sus sensaciones y percepciones…[2]

Lo de “incapaces de captar” habrá que entenderlo como desinterés o falta de motivación al tema (en este caso el texto literario); pero como ya se apuntó, ésta es sólo una, de entre otras propuestas, aunque por desgracia muchas veces la práctica del profesor de literatura lo lleva a la desilusión en el sentido de que se siente convencido de la inutilidad de obtener buenos dividendos en la totalidad de un grupo, teniendo que conformarse con sólo unos pocos alumnos o en su defecto con uno de ellos; y entonces la afirmación de Bloom se convierte en una máxima que habrá que tomar en cuenta, por siempre.

Algunas de las otras propuestas, van, aunque dentro del rumbo marcado por la exigencia del canon, marcando pasos propios, no tan radicales como los de Bloom; y están otras que del análisis tan exhaustivo que realizan de los múltiples pros que tiene la lectura y el gusto por la misma, pareciera que van en dirección opuesta. Conviene citar los trabajos de Gabriel Núñez,[3] Michèle Petit,[4] en el primero de los ejemplos, y los de Felipe Garrido,[5] Martha Sastrias[6] y el texto de Vargas Llosa “Un mundo sin novelas”,[7]  dentro de los segundos.

Ante este complicado panorama, se adjunta otro; el de intentar descifrar el gusto real de los jóvenes a partir de ellos mismos. La estrategia básica, acaso única, será la entrevista directa a los educandos mediante la aplicación de una encuesta que pretende obtener, medir mejor dicho, el gusto y las preferencias de lectura de los estudiantes de primer año de licenciatura de nuestra Universidad; alumnos que aún tienen frescos sus referentes de la vida académica de la preparatoria. Un fantasma crece en este punto: ¿se pueden medir los gustos y las preferencias individuales?

“De allí que concibamos a la didáctica de la literatura como un campo particular cuya finalidad prioritaria es desarrollar los modos de acercamiento al fenómeno literario y que, por consiguiente, conlleva una práctica de enseñanza específica en la que se relacionan tanto la literatura como actividad comunicativa y relacional por un lado y por otro la didáctica literaria como una forma teórica de la misma. Cada una integra modos de comunicación particular que se cruzan en el acto de enseñar”.[8]

La tradición estructural de los estudios lingüísticos por su parte, sean éstos del origen que sean, convalida una serie de elementos en común; uno de ellos es aquel que toma a la lengua como un fenómeno social, sistemático; y al habla como una manifestación individual de ese sistema de signos en particular que es el idioma. Entonces el conocimiento pragmático de la lengua tiene que ver con el desarrollo social y mental del hombre; a mayor competencia lingüística, mayor capacidad de interacción humana y de equilibrio psíquico y cognitivo.

El lenguaje nos permite siendo niños adherirnos al mundo e integrar el mundo en nuestra experiencia; tenemos conciencia del mundo y éste existe a partir de nosotros mediante el habla, en el habla nos identificamos y nos reconocemos, es el lenguaje un virus social, una manera única de estar seguros que existimos. La comunicación resume la experiencia y lo anhelado, el conocimiento mismo no sería posible sin el lenguaje; la medicina, la física y la matemática, lenguajes especiales, pasan necesariamente por los niveles oral y escrito de toda lengua.

 

[1] Howard Gardner, La teoría de las inteligencias múltiples. Fondo de Cultura Económica, México, 1999.

[2] Harold Bloom,, El canon occidental, Anagrama, Barcelona, 2002. p. 27.

[3] Gabriel Núñez, La educación literaria. Modelos historiográficos, las humanidades en el bachillerato, literatura infantil y propuestas didácticas, Síntesis, Madrid, 2001.

[4] Michèle Petit, Nuevos acercamientos a los jóvenes y la lectura, Fondo de Cultura Económica, México, 1999.

[5] Felipe Garrido, “Estudio versus lectura”, en Lecturas sobre  lecturas/3, CONACULTA, México, 2002.

[6] Martha Sastrias, Caminos a la lectura, Pax, México, 2008.

[7] Mario Vargas Llosa, “Un mundo sin novelas”, Letras libres, núm. 22, México, octubre, 2000.

[8] Ana Ester Eguinoa,  “Didáctica de la literatura: proceso comunicativo”, Pedagógica universitaria, Universidad Veracruzana, núm. 31, enero-junio, 1999.