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GUÍA DE LECTURA

Libros para encoger el espíritu

Jaime Panqueva

 

Tachas 155
Tachas 351
Libros para encoger el espíritu

Como complemento al tema de la violencia de género, recomiendo esta semana dos libros que exponen la tragedia humanitaria en el México actual y en la Argentina de la dictadura militar de Videla en los años 70. ESMA (Evaristo Editorial, 2019) narra el desarrollo del juicio conocido como Mega Causa ESMA. La ESMA es la sigla de la Escuela de Mecánica de la Armada Argentina, donde por órdenes del almirante Massera funcionó un centro de detención clandestina entre 1976 y 1983. Administrado como cárcel, lugar de tortura, expolio y ejecución, el modelo de la ESMA fue replicado en diferentes lugares del país austral. Tras la llegada de la democracia, los crímenes ejecutados por militares fueron juzgados en diferentes procesos, que lograron vencer la reticencia de gobiernos y el ejército, hasta lograr la condena final de 54 implicados, 29 de ellos a cadena perpetua, la mayoría pertenecientes a los tristemente célebres “Grupos de Tareas”. El libro escrito por Juan Carrá, textos, e Iñaki Echeverría, ilustraciones, se presenta como novela gráfica que incluye además apartados específicos con declaraciones de algunos de los 830 testigos de un total de 789 casos ventilados ante la justicia. Tarde, pero en Argentina llegó la justicia, algo que muchos vemos muy lejos en México.

Completo la dupla con Memoria de un corazón Ausente. Historias de vida, coordinado por Jorge Verástegui González, y editado por la Heinrich Böll Stiftung en 2018. Se ha reimpreso dos veces; mi ejemplar corresponde a la versión de marzo del 2019. La compilación incluye catorce casos de desaparición forzada en el estado de Coahuila a lo largo de los últimos 15 años. Las historias de cada participante son relatadas por sus familiares, acompañadas por la foto del autor sosteniendo un retrato del desaparecido. La lectura de las cartas manuscritas reproducidas en el libro, que cada uno de los participantes le escribe a su familiar desaparecido, es desgarradora. La ausencia de justicia por parte del Estado no implica la falta de amor o memoria por parte de quienes sufren la desaparición. La mitad de los casos son de mujeres, algunas de ellas menores de edad, cuya probidad estaba fuera de toda duda. No hay cuerpos ni detenidos. Con diversos actos cotidianos, los familiares resisten y se mantienen en la búsqueda de vida. Todos los casos, con excepción del de Víctor Manuel Guajardo Rivas, desaparecido por el Grupo de Armas Tácticas y Especiales (GATE), se documentaron con la terrible frase: víctimas de sujetos desconocidos.

Si podemos hilar con una frase estos dos escenarios, pasado y presente, escogería una que leí del caso argentino, cuando los familiares exigían justicia por los crímenes de lesa humanidad cometidos por la Dictadura. Un funcionario les espetó: “aquí no es México”. Ojalá pudiéramos decir en torno a la tragedia humanitaria que nos desangra: “lo haremos como en Argentina”. Aunque, a decir verdad, no veo cómo.

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