jueves. 25.04.2024
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La transverberación

Vico Aldana

Éxtasis de Santa Teresa, por Juan Carreño de Miranda
Éxtasis de Santa Teresa, por Juan Carreño de Miranda
La transverberación

El amor era el mito que me gustaba contar para explicar el origen de algo. En este momento es una religión en la que creo con ciega fe. A veces asisto a su templo sólo para implorar un milagro, le rezo cuando no encuentro otra solución, y peco usando su nombre en vano. Antes de ti me dedicaba a caminar en un sendero sin fin, a ratos muy despreocupada, otras veces perdidamente desesperada. No fue hasta que la anunciación se hizo presente: una ráfaga de luz que inflamó mi corazón me dijo que algo profético estaba por ocurrir. Años atrás hice la comunión con esperanza y certeza de haber encontrado un lugar al que podía llegar y arrodillarme como virgen dolorosa pidiendo que por favor, Dios me salvara de la soledad, y cuando vi decepcionada que nada podía apiadarse de mí, fui descomulgada y desterrada de un reino sacramental, un reino donde todos aman sin importar qué, cómo o cuándo. Yo, una atea desconfiada de todo, decidí no volver jamás cuando fui desamparada. Ahora, sin esa banda en mis ojos, veo con claridad cuando los fanáticos religiosos te dicen cómo vivir el amor y para ellos sólo es verdadero creyente aquel que sacrifica su libertad por salvar al otro. Para mí no es así, y por más que quisiera, no puedo obligarte a que me quieras como me gustaría que lo hicieras, no de la forma que ellos nos han dicho que debería ser: regalándome flores, dedicándome canciones o viniendo a casa sin avisar. Quizá tu pecado fue idolatrar a las vírgenes equivocadas, las que nunca te cumplieron un solo milagro a pesar de que dedicabas tu tiempo a su veneración. Es difícil entender cómo comulgas ante esta religión, muy distinta de la forma que yo aprendí, y duele cuando tu prioridad no es adorarme. Después de un tiempo inmersa en el paganismo, bajo el yugo penitenciario, entendí que el amor es una forma del libre albedrío: unos se entregan conservadoramente, otros lo hacemos como creemos que es mejor, otros siguen sin tenerlo claro y atentan contra lo divino, libertinos. Pido por ti cuando leo poesía en voz alta, cuando admiro el arte que te gusta, cuando escucho la canción de tu grupo favorito, cuando tomo tu mano para comenzar a caminar, cuando hablo de ti y de cómo te conocí, cuando desbordo de placer bajo tus manos. Vuelvo a creer fiel y pasionalmente, los estigmas del pasado se abren nuevamente en mi pecho y me convulsiona el éxtasis de amor puro y libre. Ahora sólo suplico que me digas cómo rezas tú a este dogma, desfallezco por saberlo, imploro que pares ya el sufrimiento de la esclavitud que genera la idealización.

Líbrame de todo mal para estar lista en el momento de mi asunción, y así entregarme sin miedo al paraíso en cuerpo y alma.

Sólo entonces, sin dudarlo un segundo, me confirmaré en este sacramento.




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Victoria Aldana nació el 29 de marzo del 2000 en la ciudad de León, Gto. Actualmente estudia en la Universidad de Guanajuato la licenciatura de Cultura y Arte. Sus intereses van de los estudios de las artes visuales, la historia del arte y la creación de obra plástica visual. A temprana edad comenzó a escribir cuentos en un taller de escritura, pero durante la adolescencia lo dejó por desarrollar su práctica pictórica. Retoma la escritura creativa hasta su ingreso a la universidad, luego de comenzar un proyecto junto con otros compañeros, sobre un podcast que tiene como tema principal la literatura contemporánea latinoamericana.

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