miércoles. 24.04.2024
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GUÍA DE LECTURA

Viaje alrededor de mi habitación, de Xavier de Maistre

Jaime Panqueva

Tachas 141
Tachas 359
Viaje alrededor de mi habitación, de Xavier de Maistre


Hace unos días mientras conversábamos alrededor de los libros para celebrar su día internacional, Paco Gallardo, Premio Nacional de Ensayo Alfonso Reyes, comentó que la cuarentena no debía abordarse a través de libros como el Decamerón o La peste de Camus, sino a través de esta pequeña joya publicada originalmente en 1794. Viaje alrededor de mi habitación, un libro inusual para su época, narra en pocas páginas la cuarentena que debe pasar un joven aristócrata encerrado en un cuarto de Turín, por órdenes de las autoridades. El argumento, de raíz autobiográfica, es alumbrado por un destello de ficción para descubrir los universos que habitan dentro de cuatro paredes, y a la vez se remontan hacia el firmamento infinito que el joven puede divisar a través de su ventana. Dice de Maistre:

“Semejante a los navegantes que, perdidos en el vasto océano, no ven más que el cielo y el mar, yo no veía más que el cielo y mi cuarto, y los objetos exteriores más cercanos sobre los cuales podía llevar mi mirada eran la Luna y la estrella de la mañana; lo cual me ponía en una relación inmediata con el cielo y daba a mis pensamientos un vuelo elevado, que jamás habrían tenido de haber escogido mi vivienda en un piso bajo.”

El libro, publicado en París por José, hermano de Xavier y destacado contrarrevolucionario, fue un éxito de ventas y crítica, algo de lo cual se enteraría su autor tres décadas después pues su destino tomó un giro distinto. Tras permanecer en el exilio, el menor de los de Maistre se radicó en Rusia donde fue más conocido como pintor que por la calidad de su pluma. Sirvió en el ejército, logró el grado de general y se casó con una de las damas de honor de los zares. Compuso también obras muy breves como  La joven siberiana, Los prisioneros del Cáucaso y El leproso de la ciudad de Aoste.

En estos días de cuarentena pienso en cuán abandonadas están las ventanas, las reales, no las del Windows, y si con la cada vez más absurda obligatoriedad de permanecer encerrados, podremos lograr algún momento de introspección que dé a nuestros pensamientos el “vuelo elevado” que menciona de Maistre. Temo que nuestro confinamiento sea más afín al del hikikomori, mediado por la electrónica y la comida instantánea o a domicilio. En fin, creo que Paco tenía mucha razón, vale la pena leer a de Maistre.

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