Es lo Cotidiano

LA ESTUPIDEZ HUMANA PRESENTA… [III]

Emprender, otra forma de estupidez / José Luis Justes Amador

José Luis Justes Amador

xLa estupidez humana presenta... [iii]
La estupidez humana presenta... [iii]
Emprender, otra forma de estupidez / José Luis Justes Amador

32. Con las palabras se pueden hacer muchas cosas. La más importante, como recuerdan tantas y tantas historias populares a lo largo y ancho del mundo y en todas las tradiciones, es callar.

33. Pero dado que es imposible estar siempre en silencio, también es imposible que nadie esté libre de proferir alguna estupidez.

34. La regla en general podría ser enunciada de mil maneras, pero un sencillo “A mayor cantidad de palabras, mayor probabilidad de que alguna de ellas, o alguna de sus combinaciones resulte una estupidez”, valdría.

35. ¿Quién no ha pronunciado alguna vez algo de lo que minutos, horas, días (o ponga usted el plazo de tiempo que desee) después ha tenido que justificar diciendo “es que lo que yo quería decir era…”?

36. También es verdad que el axioma que podríamos formular como “a mayor posibilidad de que la palabra se transmita, mayor posibilidad de que la estupidez se transmita”. Dos ejemplos claros de esta afirmación sería la amplia difusión en estos últimos tiempos de dos tendencias a las que tildar de estúpidas sería poco: el terraplanismo y en antivacunismo. Terraplanistas y antivacunistas, dos de las menos sutiles formas de estupidez, ha habido siempre, pero nunca tantos como ahora.

37. Y ambas tendencias de estupidez basan su fuerza en un tipo de lenguaje que es fácilmente pronunciable, el lenguaje seudocientífico.

38. O, mejor dicho, el seudolenguaje seudocientífico.

39. Un lenguaje que, por otra parte, como ya demostró el famosísimo artículo de Sokal, no es tan difícil de imitar y de darle visos de realidad, seriedad o como se quiera llamar.

40. Hay, sin embargo, otro problema más preocupante. Con las palabras científicas hace falta por lo menos tener una mediana noción de qué significan realmente, para darles una interpretación estúpida. Ejemplos sobran pero basta con teclear en Youtube “realidad cuántica” para percatarse de los miles y miles de ejemplos de mala interpretación de una de las teorías físicas más complicadas de explicar y de entender. El problema son las palabras de terrenos científicos más, por llamarlos de alguna manera, humanistas.

41. Manipular, estupidizar el lenguaje científico es, cuanto menos, difícil. Manipular el lenguaje humanístico es, por contrapartida, mucho más fácil.

42. Cuanto más vacío el concepto original, más fácil es llenarlo con algo que no dice lo que “debería decir”. Los ejemplos sobran. ¿Qué quiere decir “ser proactivo” o “resiliente” o “colaborador” (palabra que en los años más negros de Europa tenía un significado muy claro) o, por usar una palabreja totalmente vacía de significado, “emprendedor”?

43. Haga usted la prueba de salir a la calle a preguntarle a cualquiera quién pronunció la siguiente frase: “No quiero que este país sea un país de trabajadores sino de emprendedores” que, además, es una de las primera apariciones en nuestra lengua de la palabra más vacía de entre las contemporáneas, una palabra y un concepto en el que entran, sin tener nada en común, Bill Gates y la abarrotera de la esquina, el joven que se autopublica en una cartonera y el dueño de Zara.

44. Muy pocos acertaran en la respuesta: Augusto Pinochet en 1973.

45. El problema no es la palabra sino su formulación.

46. Toda generación, es ley de vida, se rebela contra la inmediatamente anterior. Negando lo anterior, como suele ser habitual, aceptándolo pero mediante una reformulación, una readaptación. O, como viene siendo habitual en estos últimos tiempos, mediante un simple cambio de nombre, que suele ser estúpido.

47. Lo que antes se llamaba “tender la ropa” es ahora, gracias al poder de la palabra, “sundrying”.

48. Lo que antes se llamaban “mascotas” ahora se llaman “compañeros no humanos” o, como en el caso del pobre orangután del zoológico de Buenos Aires, “personas no humanas”.



 

[Ir a la portada de Tachas 373]