viernes. 19.04.2024
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LA ESTUPIDEZ HUMANA PRESENTA… [VII]

La estupidez como fluido (o líquido) / José Luis Justes Amador

En #Tachas 377, suplemento de #EsLoCotidiano

La estupidez como fluido (o liquido)
Tachas 377
La estupidez como fluido (o líquido) / José Luis Justes Amador

LA ESTUPIDEZ HUMANA PRESENTA… [VI]


92. Una de las palabras más recientes dentro de esas que nadie acaba de saber muy bien qué significa, es “líquido”. No en el sentido físico, es decir, “un estado de la materia, por el cual sus moléculas se adaptan al receptáculo que las contiene, están cerca unas de otras, con algunos huecos que permiten su fluidez, ejerciendo entre ellas mutuamente fuerzas de cohesión, y tienen tendencia a nivelarse”, sino en el filosófico “lo líquido no se fija en el espacio ni se ata al tiempo, se desplaza con facilidad, no es posible detenerlo fácilmente; y todas estas son a la vez características fundamentales de las actuales rutinas diarias”.

93. Más allá de las diez veces que la ha usado su “inventor” (Zygmunt Bauman) en títulos de libros o artículos, ese “líquido” se ha convertido en lo peor en que se puede convertir una idea: en un tópico, en una muletilla.

94. Las palabras, al contrario de lo que propone el filósofo para el que todo puede ser “líquido”, parecen ser lo único que en este tiempo es sólido, como escrito en piedra.

95. Cualquier frase, venga de la derecha o de la izquierda, del feminismo o de los antifeministas, de los curadores de arte o de aquellos críticos que ven en el arte contemporáneo una payasada, sea pronunciada sin intención ofensiva o utilizando un sentido en el que se supone que todos estamos de acuerdo, parece tallada en piedra.

96. Eso, por supuesto, no quiere decir que no lo estén. Que una palabra tenga un significado más cercano a lo que podríamos considerar universal resulta útil cuando es para el uso propio, pero cuando el lenguaje lo utilizamos para conversar o convencer, necesitamos que al menos el significado de las palabras no sea tan “fluido”.

97. Es fácil entenderlo cuando los términos son cosas como “mesa”, “vaso”, “beber” o “gato”. Pero, ¿qué ocurre cuando en la conversación entran palabras como “heteropatriarcado”, “digitalización” o “generación”?

98. Lo primero que deberíamos hacer, si fuéramos decentes y honestos con nosotros mismos y, por supuesto, con la persona que tenemos enfrente, es ponernos de acuerdo respecto a las palabras, aunque puedan ser líquidas y tomar forma diferente al estar en dos recipientes diferentes (las cabezas de las dos personas que platican), es en lo que significan.

99. Podríamos seguir profundizando en la idea, pero hay un efecto secundario, que es el que más preocupa y hace que más estupideces se cometan con las palabras.

100. El miedo a las palabras. El miedo a que las palabras ofendan. El miedo a que las palabras sean armas arrojadizas.

101. Cuando las palabras deberían ser un lugar de encuentro en lugar de enfrentamiento.

102. Y por eso hay tanto miedo a usarlas.

103. Hasta la Santa Madre Iglesia le ha entrado a eso de cambiar las palabras o buscar otras que resulten menos ofensivas.

104. Versión leída en misa en el evangelio del domingo: “Respondiendo Él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos”.

104.1. ¿Perrillos? ¿Un insulto como si estuviéramos hablando de las mascotas de casa?

105. Otra versión original (probablemente más cercana al original): “Respondiendo Él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perros”.

106. Pero ¿cómo fiarse de alguien en este mundo contemporáneo, si hasta el responsable del antivirus que utilizamos la mayor parte de nosotros se defiende del coronavirus utilizando una tanga como cubrebocas?


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LA ESTUPIDEZ HUMANA PRESENTA… [VI]