martes. 16.04.2024
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LA ESTUPIDEZ HUMANA PRESENTA, VIII

Reinventarse / José Luis Justes Amador

José Luis Justes Amador

La estupidez humana presenta, 9
Tachas 378
Reinventarse / José Luis Justes Amador

107. Pero si alguna de las palabras modernas tuviera debiera el premio, es una que ni siquiera tiene sentido.

108. O si lo tiene es precisamente porque las palabras, como las personas, como muchos piensan o proponen en tantos y tantos cursos de superación personal, transformación interna o simplemente de capacitación, tienen que reinventarse.

109. Lo absurdo, lo inexplicable, lo innecesario, lo estúpido en este caso, es el hecho de que una palabra tan hermosa y útil como lo es “inventar” pierde todo su sentido al agregarle un prefijo y un sufijo que arruinan todo su valor.

110. Si hay algo humano, verdaderamente humano, es el hecho de la invención, de añadir cosas, útiles la mayoría de las veces, inútiles o superfluas algunas, para mejorar nuestra relación cotidiana con el entorno.

111. Inventarse, que podría significar —aunque no la recoge el diccionario de la RAE como reflexivo, igual que no recoge el más cotidiano “lavarse”– crear una mentira o un algo (una historia, un chiste, un poema) para compartirlo.

112. Podría incluso tomarse como sinónimo de inventar, pero ¿para qué decir inventarse cuando se puede decir inventar? Eso en lingüística se llama economía del lenguaje: ante dos formas se prefiere la más simple.

113. Ese sufijo lo único que hace es poner la centralidad en el individuo más que en la propia invención. El problema se complica más con el prefijo.

114. Reinventar no sólo parece una estupidez. Lo es.

115. Algo, o alguien —suponiendo que supongamos que tal operación es posible– no puede (es física y metafísicamente imposible) ser inventado dos veces.

116. Imaginemos lo absurdo de alguien que dijera que ha reinventado un carro: lo habría transformado, modificado, mejorado, ajustado o cualquier otro verbo que implicara un cambio, en principio para mejor.

117. Sin embargo, la palabreja de marras se introdujo en el lenguaje cotidiano como un sinónimo de innovación, de mejora.

118. El problema, y la estupidez es siempre un problema, fue cuando pasó del ámbito de las ciencias, más concretamente de esa ciencia tan humana como es la publicidad, al ámbito de las ciencias humanas.

119. Ahora ya todo es reinventarse. Para que alguien entregue su trabajo a tiempo, tiene que reinventarse (cuando sería más fácil que fuera puntual). Cuando el temario de una materia les resulta aburrido a los alumnos, hay que reinventarlo (cuando sería más fácil explicar a los alumnos que el conocimiento cuesta y cansa). Los ejemplos podrían sucederse hasta el infinito.

120. El ejemplo más cercano lo tuve hace unos días cuando en una de esas aburridas y eternas juntas de maestros para comenzar el curso tuve que escuchar que “dado que los alumnos no ven los videos que se les mandan por Google Classroom, hay que REINVENTAR nuestros métodos educativos”. La frase sonaba, incluso, decente. La propuesta de reinvención fue mandárselos por whatsup (o como quiera que se escriba).

121. Me abstuve de levantar la mano para decir lo que pensaba.

122. Y ya puestos a reinventar, reinventemos la ciencia.

123. Me hubiera gustado que la frase fuera mía, pero alguien se adelantó.

124. “Si alguien en esta habitación cree en la telequinesis, que levante mi mano” es de Kurt Vonnegut.

125. ¿Qué podemos esperar de un mundo en el que alguien tuitea alegremente que alguien ha muerto porque no se le aplicó un tratamiento homeopático?

126. El listado de pseudociencias, como el número de los estultos según el Eclesiastés, es infinito y van de las normalitas (numerología, astrología, darwinismo social, alquimia) a las que sólo por la genialidad del nombre merecerían existir y funcionar realmente (la apiterapia, gimnasia cerebral, la criptozoología, la hidroterapia de colon y, por supuesto, la programación neurolingüística).



 

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