viernes. 19.04.2024
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In Fabric: consumismo hipnotizante

Fernando Cuevas de la Garza

In Fabric- vistiendo la muerte (RU, 2018)
In Fabric- vistiendo la muerte (RU, 2018)
In Fabric: consumismo hipnotizante

 

Una mujer madura (Marianne Jean-Baptiste, sobria) recién separada de su esposo, vive con su hijo (Jaygann Ayeh) y la ocasional novia de éste (Gwendoline Christie), quienes le recuerdan, involuntariamente, su estado de soledad; trabaja en una especie de banco y su vida transcurre con cierta monotonía. Decide conseguir citas románticas a través de anuncios para llenar ese vacío de pareja y en esas opta por detenerse en una extraña tienda para comprarse un vestido; la peculiar vendedora, con aspecto de entre bruja y maniquí, la convence de llevarse uno rojo que resulta estar embrujado, como si tuviera voluntad propia, y su existencia cambiará para siempre. El atuendo pasará a formar parte de una despedida de soltero para disfrazar al soso novio (Leo Bill) y de ahí a su prometida (Hayley Squires), para continuar con su trayecto vital.

Dirigida por el inglés Peter Strickland en tono retro (documental Björk: Biophilia en vivo, 2014; The Duke of Burgundy, 2014; Katalin Varga, 2009), como lo hiciera en la inquietante Berberian Sound Studio (2014), particularmente con influencia del cine de terror de los años 60’s y 70’s de bajo presupuesto, In Fabric: vistiendo la muerte (RU, 2018) es un relato de horror con tintes surrealistas y hasta por momentos de humor negro, enclavado en la vertiente de cintas que recurren a un objeto maldito, entre los cuales han desfilado muñecas, casas, hoteles, relojes, videos, joyas, cajas y automóviles, que termina por generar obsesiones y peligros diversos para quienes entran en contacto con ellos. En este caso, el vestido rojo que se ajusta a quien lo use para toda ocasión, se va revelando como una fuerza que captura la atención de propios y extraños.

Por momentos remitiendo a Suspiria (Argento, 1977; Guadagnino, 2018), a través de la inclusión del equipo de ventas de la tienda departamental lideradas por la actriz rumana Fatma Mohaed (habitual en los filmes del director), cual aquelarre con todo y adoración al dueño/diablo disfrutando de su propio infierno en llamas (Richard Bremmer), el filme no deja pasar la oportunidad de soltar algunos apuntes relacionados con el consumismo y su efecto hipnotizante, aprovechando los recursos publicitarios y la siniestra seducción que termina por convencer de realizar una compra que, sin saberse de antemano, se convierte en la venta del alma para una eternidad confeccionada bajo los designios del misterioso establecimiento, siempre abriendo sus puertas con un ritual irresistible.

Estructurado en dos partes relacionadas por la presencia de los dos paródicos funcionarios bancarios (los cómicos Steve Oram y Julian Barratt), el arreglo de las lavadoras y, desde luego, por el vestido cual personaje volátil y absorbente, el relato se despliega a partir de una estética visual con colores deslavados que permiten realzar la presencia del rojo, así como con unas perspectivas que acentúan la extrañeza de los sucesos, sensación acentuada por el impredecible score y los golpes de sonido, muy en consonancia con la bizarra puesta en escena, llena de encuadres contrastantes, cual juego de espejos, entre la aparente normalidad de los personajes transitando por una Londres opaca y las experiencias sobrenaturales cuyo origen se identifican entre los estantes de ropa, los probadores y las escalinatas de la tienda.

Por toda la eternidad, el destino puede centrarse en elaborar vestidos con vida propia en distintos niveles o reposar al final de la jornada en los compartimentos del averno, mientras las llamas encienden los ánimos para conseguir más personal que pueda atender las necesidades de la voraz clientela, siempre susceptible de ser atrapada por una publicidad subliminalmente poderosa.

Se encuentra disponible en Amazon.



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