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Tachas 397 • Minificciones: Antología personal de Ana María Shua • Jaime Panqueva

Jaime Panqueva

Minificciones- Antología personal de Ana María Shua
Minificciones- Antología personal de Ana María Shua
Tachas 397 • Minificciones: Antología personal de Ana María Shua • Jaime Panqueva

Destello absoluto y perfecto, mecanismo de relojería o insecto narrativo, la minificción, microcuento, minicuento o microrrelato, o como prefieran llamarla, se ha convertido a la vuelta de las décadas en un género respetable, en cuyo catálogo modélico se han inscrito autores como Ana María Shua. Según el jurado del Premio Iberoamericano de Minificción Juan José Arreola de 2016, la argentina ha escrito “cinco títulos canónicos reconocidos por la crítica internacional.”

Para felicidad de los lectores, circula desde hace unos años, editada por Ficticia, una antología con 100 narraciones seleccionadas por su autora a partir de esos cinco títulos encionados: La sueñera (1984), Casa de geishas (1992), Botánica del caos (2000), Temporada de fantasmas (2004), y Fenómenos de circo (2011).

En sus páginas se constata la capacidad de Shua de “volver verosímil lo insólito o lo absurdo, pero sin dejar de lado un hondo contenido humano y contar historias dolorosas o terribles como si se hablara de banalidades domésticas o de descuentos del supermercado.”

La edición de Ficticia es casi impecable, aunque se echa de menos que uno de sus más famosos relatos, digno de muchas bromas posteriores por la dificultad de entenderse plenamente si es leído en voz alta, haya sido mal transcrito (seguramente por mor de los correctores automáticos de estilo) y pase sin pena ni gloria a quienes que no lo conocían con anterioridad. Se trata de ¡Huyamos! que dice:

 

¡Huyamos, los cazadores de letras est´n aqu´!

 

Si bien en el impreso se incluyeron todas las letras (como si no hubieran llegado los cazadores), me parece que este error no es más que una afirmación de la dificultad del género, y de su exigencia absoluta de precisión. Y lo menciono aquí, más para resaltar lo fácil que puede descarrilarse una minificción por la complejidad de sus diminutos mecanismos, que para quejarme del trabajo del editor. Esta minucia, por supuesto, no demerita en lo mínimo al libro, ni hace menos deleitables los otros 99 relatos. Y pongo por ejemplo esta joya de ternura:

171
Mi hija usa la misma palabra para llamar a los pies, a los pájaros y a los ombligos. Esto es un pie, hija mía, y no un pájaro, la corrijo con severidad, tomando entre mis manos uno de sus piececitos tibios palpitantes, alados y cubiertos de plumas.

No en vano sostiene el escritor venezolano Luis Britto García:

Por su fulgor brillan aislados estrellas y microtextos.

Amén, digo yo.

 

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