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Tachas 398 • Discos 2020 [III]: Riffs, bytes y rimas • Fernando Cuevas

Fernando Cuevas

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Tachas 398 • Discos 2020 [III]: Riffs, bytes y rimas • Fernando Cuevas

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Recorremos ahora los circuitos del rock en sus diversas formas que siguió sonando fuerte y claro, así como algunos álbumes propios de la electrónica y de las músicas negras.

Los veteranos de Napalm Death siguieron esparciendo visceralidad crítica con Throes of Joy in the Jaws of Defeatism y el metal de orientación más gótica de Paradise Lost, cumpliendo treinta años, se dejó escuchar en Obsidian, cual nueva piedra de toque. Desde Brasil, Sepultura volvió a sus raíces para grabar Quadra y Testament, otros viejos conocidos, se pusieron mitológicos con Titans of Creation, versión trash. Lamb of God nos dejó caer sus acostumbrados riffs de alto octanaje, intensa base rítmica y vocales con la suficiente calidad gutural para darnos jaque-mate y expulsar odios colosales en el ídem Lamb of God, mientras que Deftones entregó Ohms, su noveno disco que continúa un trayecto de consistencia pura, ahora entrando con el poder acostumbrado a una lógica cienciaficcional.

El vocalista noruego Ivar Nikolaisen nombró a su proyecto Kvelertak para firmar Splid, con la metalera oscuridad del caso y echando al fuego toda fuerza vikinga. Pallbearar pareció desear el olvido de estos tiempos difíciles y con sus progresiones de pesadez extendida estableció Forgotten Days, subsumido en su característico doom, también presente en The Ghost of Orion, 13º. álbum de los británicos de My Dying Bride, uno de los principales exponentes del género; desde Kentucky, Black Stone Cherry le puso densidad al tono sureño en The Human Condition, como para no olvidar lo que finalmente somos; a pesar de proceder de un terruño eminentemente country como Nashville, All Them Witches rockeó a brazo suelto con todo y su cuota de sicodelia en Nothing As the Ideal, ahora funcionando como trío.

Dawes nos regaló Good Luck With Whatever, rock directo con un deseo necesario para estos días grises, también revisitados en Ultimate Success Today, cortesía del postpunk de Protomartyr con origen en Detroit. A la par, Nothing continuó viéndose los zapatos y sin necesidad de alzar la cabeza, entregó Great Dismal, cuarto álbum poblado por parajes de tensa contención que por momentos estallan en nuestras orejas. Entre un gótico que se alía con un punk teatral, Creeper repasó algunas de las pulsiones básicas en Sex, Death & the Infinite Void, en tanto Fuzz le puso aleaciones de metal y sicodelia a III, para seguir llevando la cuenta; la cantante Poppy se manifestó con I Disagree, su tercer álbum desplegado entre las rutas del glam y el hard con teclados discordantes.

Los canadienses de Metz no pierden el empuje y tampoco el equilibrio geométrico, tal como se muestra en el sólido Atlas Vending, mientras que Fontaines D. C. anunció fuertes pérdidas con lances punk en Heroe’s Death e Idles tocó tambores y rasgó cuerdas llenas de energía postpunk y hardcore en Ultra Mono, dándose tiempo para no perder el sentido del humor. En esta vertiente con apuntes trash y mathrock, el quinteto de Pittsburgh Code Orange produjo Underneath, cuarto álbum de furia que emerge desde el subsuelo, donde también se encuentran sumergidos 27 Miles Underwater, opus dos de los británicos Higher Power y el consolidado quinto álbum de Touché Amoré titulado Lament, cual grito que va cubriendo paulatinamente todo el espacio sonoro.

Y tras veinte años de silencio, el rock espacial de Hum volvió a aparecer en el horizonte épico vía Inlet, para extraviarnos en sus absorbentes cielos por momentos iluminados, también habitados por Secret Machines, dando los buenos días en Awake in the Brain Chamber y por los experimentados The Dream Syndicate, proponiendo recorrer esas atmósferas con algunos toques de sicodelia roquera a prueba del tiempo, a través del descubridor The Universe Inside. Y para cerrar el viaje cósmico, Ben Chasny firmó como Six Organs of Admittance para producir Companion Rises, ecléctico en sus formas musicales y reflexivo en su concepción letrística.

Electrónica y músicas negras

A lo largo de más de una hora y a través de 20 tracks, Moses Sumney presentó su segundo álbum, el monumental græ, grabado en dos momentos atravesados por el confinamiento y en el que se desarrollan parajes entre sueños llenos de deseo, cuestionamientos sobre la dualidad de la vida e instrumentaciones de digitalismo soul, identificado también junto a notas R&B, en Heaven to a Tortured Mind, opus cuatro de Yves Tumor que aquí despliega sensuales texturas con espacio para las guitarras y envolvente base rítmica, propias de un paraíso solo existente al interior del dolor. Las cosas como son: así bautiza Thundercat su cuarto álbum en el que fusiona diversos géneros del jazz al rock y de ahí a destellos electrónicos, para integrar el It Is What It Is, de los discos más sorprendentes del año.

Quizá el disco de Hip-Hop del año corrió por cuenta de Run the Jewels, políticamente cargado y directamente crítico sobre la situación que priva en Estados Unidos: RTJ4 quedará como un testimonio contundente de los tiempos que corren, narrado con la fortaleza que el caso amerita. Con un mejor regreso, Eminem se orientó a los asesinatos en Music to be Murdered By, incluyendo homenaje hitchconiano y desarrollando su acostumbrada capacidad para la verbalización punzante y veloz. Cual llamada telefónica desde prisión, Drakeo the Ruler & JoogSzn se unieron para producir Thank You For Using GTL, entre beats acompasados que acompañan las rimas de pronto interrumpidas por la operadora, mientras que Lil Uzi Vert nos llevó a un mundo cienciaficcional fuera del planeta con Eternal Attack.

Desperdigando gran capacidad para el discurso verbal, Freddie Gibbs / The Alchemist hicieron una profusa asociación para idear Alfred, combinando pócimas rítmicas de inacabado rapeo, mientras que Ka se internó en los pecados del pasado y con apuntes confesionales entregó Descendants of Cain, incluyendo coros de resonancias bíblicas y relatos de Brownsville, su tierra. Por su parte, Childish Gambino continuó con su expansivo relato del caos social y anexas con 3.15.2020, frente a un mundo que ha cambiado para siempre lleno de teorías conspirativas y discursos ocultos, tal como lo anuncia el rapero británico J Hus en Big Conspiracy, su segunda entrega, al igual que Jay Electronica con su Act II: The Patents of Nobility (The Turn), con su oscuro sentido del humor; a partir de una orientación neosoul, Sault propuso el inquietante Untitled (Black Is), rodeado de misterio y con mensaje antirracial incontestable.

Con diversas invitadas e y estructurado como programa radial, ARCA produjo KiCk i, profuso en metamorfosis, experimentadas de manera pausada y con vocalizaciones ocasionales en Karma & Desire, álbum de Actress en el que los regresos vitales forman parte del tránsito cotidiano, retomado por Drew Daniel para darle un matiz de esperanza y orientada hacia el bien común en el cuestionador Shall We Go on Sinning So That Grace May Increase? firmando como The Soft Pink Truth. El ambient tuvo una de sus cuotas más importantes en Lamentations, obra de William Basinski en la que teje con materiales de archivo y piezas de audio.

En tanto, Kelly Lee Owens incide en el dolor y la pérdida con Inner Song, buscando generar profundidad en los sonidos digitales para encontrar cierta sanación escondida entre teclados y bajos, convertidos en ritmos incisivos por cortesía de Adult, que nos reta a entrar a un mundo de alteraciones en cómo percibimos, generalmente por debajo de las expectativas, el mundo sensible con Perception Is/As/Of Deception. Integrando diversas vertientes de la electrónica, Rian Trenor desplegó secuencias de impredecible desarrollo en File Under UK Metaplasm, justamente tapizado de transformaciones fonéticas.

Con toda su experiencia a cuestas, Autechre nos regaló PLUS y SIGN por partida doble, lanzando el beat preciso para construir todo un ambiente auditivo de reconocida actualidad, en tanto Squarepusher sigue armando paredes sonoras hechas a mano en Be Up a Hello, con el empuje intacto; Moby regresó a sacudir la polilla mostrando All Visible Objects; en vertiente más análoga, Nathan Fake produjo a manera de pedacería Blizzards, mientras que Caribou nos llevó a un entorno de tonos azulosos con lánguidas vocales extrapoladas, rítmica sutil e instrumentaciones justas.

 




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