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Guía de Lectura • Pueblo me llamo, de Luz Antonia Miranda • Jaime Panqueva

Jaime Panqueva

’Pueblo me llamo’, de Luz Antonia Miranda
’Pueblo me llamo’, de Luz Antonia Miranda
Guía de Lectura • Pueblo me llamo, de Luz Antonia Miranda • Jaime Panqueva



Poco antes de que iniciaran los encierros por la pandemia, el 28 de febrero de 2020, para ser más precisos, asistí a una de las presentaciones de libros más multitudinarias de las que recuerdo en Irapuato. Por entonces, comenté en Tachas 352 sobre Irapuato. Sociedad, vida cotidiana y guerra, compilación de trabajos coodinada por Graciela Bernal Ruiz que se agotó a pocos días de ser presentada, y cuya reimpresión, distribuida a finales del año pasado, corrió con la misma suerte de la primera. Así de hambrienta está la gente de conocer sus orígenes, contados con el rigor y humanismo que exige la profesión de historiar.

Desde aquel volumen quedó enunciado un tema fundamental: los orígenes de la congregación de Irapuato, sus fundadores y primeros habitantes. Hacía falta un texto más extenso y riguroso que permitiera dilucidar qué tanto hay de cierto y cuánto de falso en torno a la fundación. Pueblo me llamo, la versión indígena de la fundación de Irapuato, resultado de años de investigación de Luz Antonia Miranda, arroja luz sobre sus primeros siglos de vida, cuando Irapuato evolucionó de estancia a congregación, título que mantuvo durante todo el periodo colonial hasta convertirse en villa, el 14 de abril de 1826, y ciudad, el 17 de noviembre de 1893.

Miranda analiza los relatos fundacionales que han sido descartados por sus inconsistencias o anacronismos, incluyendo la famosa cédula de fundación que definió el 15 de febrero de 1547 como año 0 de la ciudad. Pero más allá del dato histórico frío, la investigadora analiza de dónde provinieron los documentos fundacionales y el porqué de su falsificación. De igual forma, describe cómo se pobló la región, y las diversas pugnas entre grupos étnicos dentro del pueblito conformado por tarascos, otomíes y españoles, así como sus intereses y estrategias para conservar sus tierras; ya fuera por las guerras contra los chichimecas o, posteriormente, para evitar su despojo ante el aumento de su valor y explotación con fines comerciales.

Miranda estima que la fecha definitiva de establecimiento como congregación debió realizarse entre las décadas de 1570 y 1580, aunque no exista documento fehaciente que permita demostrarlo. Por unas décadas más o menos, estoy seguro de que los lectores de Me llamo pueblo, confiarán mucho más en este sólido relato historiográfico que en los cuentos de hadas que todavía se propalan.

El libro impreso estará disponible de forma gratuita a partir del 22 de febrero en el Archivo Histórico Municipal de Irapuato. Mayores informes en el 462 627 4554 o a través de FB  @ArchivoHistoricoIrapuato

 

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