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Guía de Lectura • Fuga en mí menor, de Sandra Lorenzano • Jaime Panqueva

“…Una canción infantil puede fungir también como marcha fúnebre…”

Fuga en mí menor, de Sandra Lorenzano
Fuga en mí menor, de Sandra Lorenzano
Guía de Lectura • Fuga en mí menor, de Sandra Lorenzano • Jaime Panqueva


Una canción infantil puede fungir también como marcha fúnebre. Gustav Mahler dio un ejemplo en su primera sinfonía, la Titán, estrenada en 1889, donde transforma el Martinillo, Frère Jacques o Fra Martino, en una tonada plagada de nostalgia popular. Gemessen, ohne zu schleppen, dice la indicación de la partitura, es decir medido o mesurado, sin arrastrar.

Sandra Lorenzano abre su novela sobre la pérdida del padre y de la voz creativa con un pentagrama que ilustra este leitmotiv: la ausencia que lastra, las preguntas que rondan la vida del protagonista, Leo, y lo llevan a reconstruir pasajes de su vida en búsqueda del destino fatal de su padre partisano en Italia durante la Segunda Guerra Mundial. La sombra de un padre que apenas conoció (“¿se puede tener nostalgia de un desconocido?”) pero que lo ha perseguido toda la vida.

Leo es músico, un compositor reconocido que ha perdido la capacidad de crear, de arrancar sonidos al silencio. En la búsqueda de sus raíces conoce al lutier Brauer, con quien inicia un examen de conciencia mientras inicia como homenaje póstumo la construcción de un violonchelo, único instrumento que tocaba su padre. El conventillo-atelier del viejo laudero, donde asistimos al armado pieza a pieza del chelo, se torna a veces confesionario, a veces cinematoscopio, mientras la novela, a su vez, se vuelve poema, o sonata, y mantiene sin cesar ese flujo de evocaciones a grandes figuras de la música, las letras o la fotografía. La autora evoca con maestría los matices, los motivos conductores y nos encanta con figuras como Nina, la madre de Leo, o Bruna, confidente de la familia, o el mismo Brauer, hijo de una portentosa familia de músicos húngaros.

Es curioso que aunque la novela transcurre en el más argentino de los Buenos Aires, está escrita en un castellano latinoamericano, que no me atrevería en ningún caso de catalogar como neutro, donde apenas y se asoman el voseo o el lunfardo. Algo que uno en realidad no sabe si reclamar o agradecer, porque Fuga en Mí menor posee un espíritu tan europeo que quizá un exceso de localismo malograría el precioso equilibrio alcanzado. En esto ajusta a la perfección con las indicaciones de Mahler, medido, solemne, sin arrastrar. Una novela breve que sabe tocar las fibras internas del lector y que brinda un placer sinestésico poco común por su profunda delicadeza y humanidad.

 

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