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Guía de lectura • Diario de Oaxaca, de Oliver Sacks • Jaime Panqueva

Jaime Panqueva

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Diario de Oaxaca, de Oliver Sacks
Guía de lectura • Diario de Oaxaca, de Oliver Sacks • Jaime Panqueva

Hace unos seis años falleció el médico y escritor Oliver Sacks, conocido por sus textos sobre enfermedades neurológicas como la encefalitis letárgica, que produjo su famosa ópera prima Despertares. O sobre otras afecciones extrañas de donde produjo textos memorables como El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, La isla de los ciegos al color o Un antropólogo en Marte, entre otros. En buena parte de ellas se revela como un ser humano integral con conocimientos sólidos no sólo sobre su oficio médico, sino también sobre música y literatura. Suena muy curioso, y él mismo lo confiesa en las primeras páginas de su libro, que a sus casi 70 años no había viajado nunca a México, a pesar de radicar durante varias décadas en los Estados Unidos; y que el motivo principal de su viaje, lejos de ser la medicina o la literatura, fuese la botánica.

Sacks se une a una expedición de pteridólogos de la American Fern Society, es decir, a un grupo de estudiosos de los helechos, que viaja al estado mexicano donde más especímenes es posible encontrar, unos quinientos diferentes. El libro se construye, a la manera de los diarios de viaje clásicos de los siglos XVII y XVIII, sobre la marcha con observaciones sobre el paisaje, la cultura mexicana y detalles sobre especímenes avistados o recolectados.

Las aventuras del autor, pocas si consideramos su edad avanzada y su tendencia al sedentarismo, están siempre sazonadas con excelente humor y admiración por el trabajo y los conocimientos de sus colegas, a quienes dedica páginas enteras para contar cómo se ha formado ese grupo heterogéneo de admiradores de los helechos, que arriesga la vida si es necesario para registrar un hallazgo sobre las ramas de los árboles o al borde de un abismo.

Oaxaca se presenta no sólo como un crisol de culturas que conserva las huellas prehispánicas y coloniales, sino también como un punto de encuentro privilegiado de la botánica que logró aclimatarse, tanto desde del hemisferio norte como las plantas provenientes del hemisferio sur. Sacks trasmite esa pasión por el conocimiento holístico, no sólo por las criptógamas, las anacardiáceas, los pájaros exóticos o las plantas alucinógenas. También retrata la gente y los ambientes oaxaqueños con una humildad de la que bien podrían aprender muchos de quienes confeccionan guías de viaje o canales de Youtube con sus correrías.

Si viaja a Oaxaca no deje de llevar a Sacks o léalo antes como aperitivo; no se arrepentirá.  

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