Es lo Cotidiano

CON EL DESARMADOR EN LA MANO

Con el desarmador en la mano • La fiesta ajena, de Liliana Heker • Esteban Castorena

Esteban Castorena Domínguez

Irene Hecker
Irene Hecker
Con el desarmador en la mano • La fiesta ajena, de Liliana Heker • Esteban Castorena

 

Quién va a narrar la historia y cómo la va narrar son las primeras preguntas que debe hacerse un autor. Sobre esa voz que cuenta la historia, la voz narrativa, Sergio Pitol señalaba que su importancia es tan grande que, de hecho, debería considerársele como el primer personaje. Puede haber narradores omniscientes (en tercera persona), narradores que son personajes y cuentan su propia historia (en primera persona), o bien narradores que son personajes pero que cuentan la historia de alguien más (falsa tercera persona). Sin importar cuál se elija, el autor tiene que otorgar una personalidad a esa voz. Un narrador puede saberlo todo o no saber nada, que describa todo con detalles o sea muy parco, que hable por sus personajes o permita que sean ellos quienes se muestren quienes al lector. Todo esto es una serie de toma de decisiones que el autor debe hacer.

Sin importar cuál voz y qué carácter se le otorgue a esta, siempre va a haber un personaje al cual el narrador va a seguir. Si se hace una comparación con el cine, la voz narrativa asemeja la lente cámara, esta se focaliza sobre uno de los personajes. Aun cuando esta focalización puede llegar a cambiar a lo largo de un relato, generalmente hay un personaje que destaca entre los demás.

Una buena narración logra que el lector se encuentre con personas y no personajes. Los seres que habitan el cuento muestran su forma de ser y son coherentes con ellos. El autor debe pensar en todos los detalles para que se sientan reales: cómo visten, qué palabras usan, qué señas particulares tienen, es así como se vuelven verosímiles.

Narrar desde la infancia, o focalizarse en ella, es un desafío. No solo porque los niños son igual de complejos que los adultos; sino porque quien escribe, generalmente ya distanciado de la infancia, debe ser capaz ponerse una vez más en los zapatos de un niño.

En “La fiesta ajena” Liliana Heker logra precisamente eso, a través de Rosaura,  la niña protagonista, y de los demás asistentes a una fiesta, la escritora argentina consigue hacer un mosaico sobre el comportamiento de niños y grandes; sobre las maneras distintas en las que ven el mundo.

El arranque del cuento sucede ya en la fiesta de cumpleaños y privilegia la focalización sobre una niña. Acentúa su sorpresa por haber encontrado un mono como entretención en el evento. Inmediatamente después, la voz narrativa pone distancia entre un niño y un adulto. La pequeña se alegra por no tener que darle la razón a su madre, quien le había dicho que no habría monos en un cumpleaños, que una cosa así eran pavadas en las que suele creer. Esta dicotomía entre lo infantil y lo adulto será  uno de los ejes sobre los cuales se sostendrá el cuento.

Una analepsis devuelve a los lectores al momento en que la madre dice a su Rosaura que no le agrada la idea de que vaya a una fiesta de ricos. En este momento se plantea una segunda dicotomía de clase que también se va a desarrollar. La niña no entiende qué tiene de malo ir a una fiesta de gente adinerada, ella sólo está feliz porque la invitaron y porque la festejada es su amiga. La madre, una y otra vez, lleva la contraria. Hace desaires a todo lo que dice la niña, incluida la idea del mono. Su actitud hacia Rosaura es la de un adulto que intenta, sin éxito, explicar la realidad a un niño. Rosaura permanece en su mundo infantil.

Más adelante se revela que Herminia, madre de Rosaura, es una mujer de la limpieza y que la fiesta es de Luciana, la hija de su empleadora. No bien llegan al festejo, la señora Inés se porta amable con la niña, le permite corroborar que en efecto hay un mono. Inés resalta el buen comportamiento de la niña, es la única invitada que tiene permitido entrar en la cocina. Por este buen comportamiento, Rosaura es la única que tiene permiso de cargar una jarra de naranjada y servir algunos vasos. La niña se siente bien ayudando a la madre de Luciana. En este momento vale decir que, si bien la voz narrativa es en tercera persona y parece saber detalles sobre los personajes, esta no revela nunca más que lo esencial. Nunca emite juicios de valor y sólo se limita a describir lo que los personajes piensan o sienten. En general la narradora construída por Heker deja que sean los personajes quienes, por medio de la acción, muestren cómo son.

Entre los invitados hay una niña que lleva un moño en la cabeza. Hay una escena que ocurre entre esta niña y Rosaura en la que se trata el tema de la amistad.  “Vos no sos amiga de Luciana porque yo soy la prima y conozco a todas sus amigas. Y a vos no te conozco.” En esta conversación es donde se revela el oficio de la madre, también se sabe que Rosaura acompaña a su mamá al trabajo todas las tardes, por eso es que conoce a Luciana.

 

En esta charla, Heker vuelve a la dicotomía de las clases sociales, en este caso, sin embargo, la dicotomía se contruye siempre desde la perspectiva infantil. Rosaura no dice con claridad a qué se de dica su mamá ni la chica del moño es capaz de llegar a una respuesta concreta. Para la prima de Luciana es dificil pensar que una de las invitadas sea hija de una empleada doméstica, la idea no le pasa por la cabeza. En este pasaje del relato, Heker logra ilustrar muy bien el hecho de que cada una de las niñas vive en su propia realidad y cualquier otra les resulta ajena. Este poco entendimiento entre ambas resulta en que Rosaura perciba como antipática a la niña del moño.

La fiesta sigue con normalidad. Rosaura se siente cómoda en la fiesta, sigue ayudando a la señora Inés e incluso el mago la elige para ayudarle en su espectáculo con el mono. Más tarde, cuando Herminia llega a la fiesta para recoger a su hija, la pequeña se muestra feliz. La madre parece estar con otra actitud cuando ve que su hija ha disfrutado de la fiesta de Luciana.

Antes de irse, a cada invitado se le entrega un regalo como agradecimiento por haber asiatido. Cuando la protagonista y su madre anuncian su partida, la señora Inés prepara una última sorpresa para la pequeña Rosaura.

 

Si quieres leer el cuento, lo encuentras aquí.



[Ir a la portada de Tachas 426]