Es lo Cotidiano

CON EL DESARMADOR EN LA MANO

‘Ella habitaba un cuento’, de Guillermo Samperio • Esteban Castorena

Esteban Castorena
Magritte, La reproduction interdite, 1937
Magritte, La reproduction interdite, 1937
‘Ella habitaba un cuento’, de Guillermo Samperio • Esteban Castorena


En internet circula un meme que ilustra los diferentes conflictos a lo largo de la historia de la literatura. El humor no le quita verdad. Es cierto que los autores de diferentes épocas han explorado las relaciones del ser humano frente a diversos tópicos. Para no perder tiempo con más explicaciones, y porque una imagen ahora cientos de palabras, me tomo la libertad de rescatar el meme. De todas sus variantes, utilizo la de Homero Simpson por mera afinidad personal con el personaje.

 

Con el desarmador en la mano

Créditos al memero anónimo que diseñó la imagen.

 

En esta ocasión el conflicto que debe destacarse es el de “Hombre vs. Autor” y, en menor medida, el conflicto de “Hombre vs. Dios”. Desde inicios del siglo pasado, algunos autores se empeñaron en borrar la franja que divide la realidad de la ficción. Quizá un ejemplo paradigmático en lengua española es Niebla (1907), en la que Miguel de Unamuno tiene un encuentro con Augusto Pérez, el personaje de su novela. Pérez confronta a Unamuno en momentos de crisis. Al asumirse un personaje de ficción, Augusto echa en cara a su autor el hecho de que, de algún modo, él también es un personaje a merced de Dios. De este modo, entonces, se plantea que la realidad es una ficción de Dios y que el autor; a su vez, es una suerte de dios que crea otra realidad/ficción para sus personajes.

Este modo de afrontar la relación entre autor y personaje se centra en el creador. Es él quien decide absolutamente todo lo que ocurre a sus creaciones. Unos cuantos años más tarde, Luigi Pirandello afrontaría esta dicotomía privilegiando al personaje. El cuento La tragedia de un personaje (1911) esboza ya las ideas que habrían de concretarse en su obra de teatro Seis personajes en busca de autor (1921). “Nacidos vivos querían vivir”, diría el italiano en el prólogo a su obra teatral. Para Pirandello los personajes son entes vivos que buscan un ingenio (un autor) que los traiga de su “mundo” a la realidad de los hombres. A diferencia de Unamuno, en la perspectiva de Pirandello son los personajes quienes se sirven de un creador. Quien escribe se vuelve un canal para que el ente de ficción cuente su propia historia.

La intención de fundir la realidad con la ficción y entender, al menos de algún modo, el proceso de creación, es un algo que se sigue explorando. Guillermo Samperio, autor mexicano cuya obra transitó entre diferentes géneros y los más diversos estilos, escribió sobre la relación del autor y su personaje en el relato “Ella habitaba un cuento”.

El primer grado de diégesis sigue al escritor Guillermo Segovia. La acción comienza luego de una charla que dio para unos estudiantes de la Escuela de Bachilleres de Iztapalapa. Mientras maneja de vuelta a su hogar, Segovia reflexiona sobre algo que dijo en su charla, una idea que tiene material para convertirse en un cuento. Sus pensamientos van sobre a la relación entre el arquitecto y el escritor. “El arquitecto que habita una casa que proyectó y edificó es uno de los pocos hombres que tienen la posibilidad de habitar su fantasía […] Se escribe literatura y se construyen hogares para que el hombre los habite sin dificultades.” Sus pensamientos continúan y llega a la idea de “Habitar el texto”. Piensa en los dramaturgos, en los actores que habitan el texto mientras dura una representación. Su digresión concluye con la idea de que la realidad viaje hacia lo imaginario.

Al tiempo que Guillermo Segovia va sumido en sus reflexiones, el autor (Guillermo Samperio) hace una descripción muy precisa del recorrido que su personaje hace para volver a casa. Habla de sitios en la Ciudad de México (en aquel entonces Distrito Federal). Las descripciones geográficas son precisamente parte del juego que el autor se propone: llevar algo real hasta el territorio de la ficción. Cuando Samperio nombra estas calles en su relato, éstas dejan de formar parte del Distrito Federal que habita el autor. Se vuelven las calles de un Distrito Federal ficticio; si bien las calles del relato tienen un referente en la realidad, ello no las hace reales.

El segundo nivel de diégesis en el relato ocurre cuando Guillermo Segovia escribe “Ella habitaba un cuento”. Segovia había imaginado a una mujer, consideró que el nombre correcto para ella sería Ofelia y sería actriz. La forma en la que Segovia construye a Ofelia parece inclinarse al modo en que Unamuno asumía a los personajes, el creador determina todo. Debe destacarse que el estilo de escritura con el que se cuenta la historia de Segovia y con el que se cuenta la de Ofelia se perciben distintos. Samperio logra distanciar su forma de escribir respecto a la de su personaje. Coinciden, sin embargo, las descripciones espaciales en las que transita (habita) la chica. En el juego de cajas chinas se crea una tercera Ciudad de México que a su vez es sólo una recreación del DF (falso) que habita Segovia.

En el relato dentro del relato, Ofelia comienza a tener una sensación extraña. Siente que alguien la está mirando, que alguien la sigue. Le cruza por la cabeza la idea de que habita una mirada. En una curiosa coincidencia, este mismo recurso en el que el personaje se siente perseguido se utiliza en la película “Más extraño que la ficción”. En el film, sin embargo, es una voz la que persigue a Harold Crick, la voz de alguien que narra su vida.

 

 

En un determinado momento, Ofelia también se pone a escribir. El relato llega así a su tercer nivel de diégesis, la tercera de las cajas chinas que ha construido Samperio. La escritura de la chica muda de la tercera a la primera persona. Habla sobre las calles de las diferentes ciudades que se han construido en el cuento. De alguna forma Ofelia sabe que es un personaje. “Alguien, quizás un hombre, en este mismo instante escribe las mismas palabras que avanzan en mi cuaderno […] Me viene el impulso de escribir que a lo mejor el hombre se llama Guillermo y es una persona de barba, nariz recta, larga. Podría ser Guillermo Segovia, el escritor, quien al mismo tiempo vive a otro Guillermo Segovia. Guillermo Segovia en Guillermo Samperio, cada uno dentro del otro, un mismo cuerpo”.

Ofelia puede ver la relación entre las diferentes diégesis del relato. De este modo, Samperio establece un juego de “vasos comunicantes” que va de una ficción a otra. En el segundo nivel de la diégesis, Guillermo Segovia se abruma con lo que ha escrito. Decide tomarse una pausa, se aleja de su máquina, prefiere ir a dormir en compañía de su esposa y seguir trabajando al día siguiente. Mientras se mueve por su casa, una sensación muy extraña lo invade: alguien lo está observando, siente como si habitara una mirada.

 

Si quieres leer el cuento, lo encuentras aquí.

 

 

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Esteban Castorena (Aguascalientes, 1995) es Licenciado en Letras Hispánicas por la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Por su trabajo como cuentista ha sido becario del Festival Interfaz (2016), del PECDA (2016) y del FONCA (2018). Su obra ha sido publicada en diversos medios impresos y digitales. Gestiona un sitio web en el que comparte sus traducciones de literatura italiana.

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