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Guía de Lectura • Máquinas como yo, de Ian McEwan • Jaime Panqueva

Jaime Panqueva

‘Máquinas como yo’ de Ian McEwan
‘Máquinas como yo’ de Ian McEwan
Guía de Lectura • Máquinas como yo, de Ian McEwan • Jaime Panqueva

Corre el año de 1982. Mientras la Gran Bretaña se prepara para la guerra de las Malvinas, las compañías a la vanguardia de la inteligencia artificial ponen a la venta 24 robots completamente autónomos, capaces de aprender como seres humanos e interactuar con ellos. Charlie, el protagonista, compra uno con el dinero que ha recibido de herencia familiar. A lo largo de las páginas de Máquinas como yo (Anagrama, 2019) presenciamos los cambios que este “replicante”, para aludir al término acuñado por P.K. Dick, introducirá en la vida de su “amo”, mientras presenciamos el hundimiento de la flota inglesa a manos de la aviación argentina y la caída en desgracia de Margaret Thatcher.

McEwan ficciona un pasado donde se debaten los dilemas éticos y morales de nuestro presente; un mundo donde Alan Turing no ha muerto y la sociedad acepta de manera plena su homosexualidad, Ronald Reagan pierde las elecciones contra Jimmy Carter, el Reino Unido amaga con salir de la Unión Europea, y los Beatles nunca se separaron. Con esta historia alternativa como escenario nos hace reflexionar sobre los orígenes de la conciencia: “no debería sorprendernos que la conciencia, tanto la tuya como la mía, pueda surgir de cierta disposición de la materia; es, hasta el grado justo, de una obviedad extraña. Y no tenemos ninguna otra explicación de cómo la materia es capaz de pensar y sentir.”

Así mismo, se devela la ya amenazante existencia de los robots para el mercado laboral humano y la necesidad de una renta universal, que a su vez plantea nuevos dilemas: “Y no eran sólo los trabajadores quienes perdían sus empleos ante las máquinas. También los contables, el personal médico, los profesionales del marketing, de la logística, de los recursos humanos, de la planificación prospectiva. Y ahora los poetas de haikus. Todos en el mismo saco. Pronto la mayoría de nosotros tendría que repensar qué finalidad tenía nuestra vida. Sin trabajo. ¿La pesca? ¿La lucha libre? ¿El estudio del latín?”

El peso de la existencia, en la novela, no parece estar diseñado para estos primeros modelos de robots; la vida de Charlie y su amada Miranda será una prueba de ello. ¿Cómo pueden entender máquinas diseñadas para un mundo perfecto las contradicciones de la vida humana? ¿Cómo los límites de la verdad, los conceptos de venganza, amor u odio?

De la mano de uno de los más destacados novelistas de lengua inglesa del momento, el lector podrá asomarse a los entresijos de la mente artificial y descubrir su grado de complejidad, como lo deja ver un comentario del Adán de McEwan en un pasaje, cuando empieza a desarrollar sus habilidades: “Desde cierto punto de vista, la única solución para el sufrimiento sería la completa extinción de la especie humana.”

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