martes. 23.04.2024
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Spoilerama • Kevin Can F*ck Himself: Las víctimas del humor • Óscar Luviano

Óscar Luviano

Spoilerama • Kevin Can F*ck Himself: Las víctimas del humor • Óscar Luviano

Dicen que Oscar Wilde decía que no hay humor sin víctima, algo que parece siempre se ha pasado por alto en las sitcoms más exitosas. Friends, The Big Bang Theory o Two and a Half Men, por mencionar los primeros tres títulos que se me vienen a la cabeza, tienen víctimas de las que nos reímos: las mujeres que rodean, cohabitan y prodigan cuidados a hombres espantosos pero encantadores. Hombres llenos de tics estridentes, de limitaciones, de carencias emocionales, pero también rebosantes de encanto.

Uno de los ejemplos de esta esencia de la sitcom es la serie “Kevin Can Wait” (2016-1017).

La serie era protagonizada por Kevin James, un expolicía que trata de sacar adelante a su esposa e hijos a pesar de que era un hombre espantoso (pero encantador). Tras una temporada la actuación de James le valió un Emmy, pero no era suficiente. El protagonista quería probar nuevas ideas para la segunda temporada. El paso siguiente era lógico: el pool creativo decidió que la esposa de Kevin, Donna (Erinn Hayes), muriese, para convertir al expolicía en un esforzado padre soltero y, de paso, incluir en la serie a la actriz Leah Remini como el interés romántico de Kevin. Remini había sido la contraparte de James en una serie anterior, King of Queens, que se mantuvo con gran éxito durante nueve temporadas.

Un cambio de actriz protagonista, pues, que se hizo de la peor manera posible: con una muerte fuera de cuadro, en el puente entre una temporada y otra, y concediendo apenas unas menciones a la partida del personaje como único duelo. “Nos estábamos quedando sin ideas”, fue el comentario de James. ¿Por qué iba a importarle al público la muerte del principal personaje femenino?

La serie fue cancelada en esa segunda temporada.

Al parecer es éste el humus de “Kevin can f**k himself” (Amazon, 2021), una serie creada por Valerie Armstrong, protagonizada también por un Kevin (Eric Petersen), un técnico del servicio de la televisión de cable que vive en un suburbio de Massachusetts. El primer gran mérito de esta serie es que este Kevin, a diferencia de sus antecesores (Charlie Harper, Sheldon Cooper o su tocayo), es un hombre espantoso (pero encantador) que no se esfuerza en lo absoluto, no disimula la violencia económica y emocional que ejerce sobre su esposa, Allison (Anne Murphy). Lejos de ello, la celebra con chistes que rebosan misoginia e infantilismo… Como los que se consideran grandes parlamentos de sus antecesores: los esposos de las sitcoms.

A través de chistes Kevin reconoce que destinó los ahorros de toda la vida de Allison a divertidos negocios fracasados, que se gastó varios sueldos en la sudadera de un jugador legendario, que organizó una fiesta con sus amigos que correrá paralelamente a la fiesta de aniversario de ambos, que encontró una pistola en el jardín y duerme con ella debajo de la almohada…

Todas las situaciones que hemos visto en decenas de episodios de sitcoms.

De hecho, siguiendo con esa tradición que se remonta a Married with Childrens y más allá, el espectador de esta serie se hallará, en las primera escenas de su piloto, en terreno tranquilizador: un salón con el juego de sofás para que Kevin y su panda (su padre, en cuya casa vive, y su inseparable amigo Neil, que nunca sale de allí) intercambien frases ingeniosas, que rebosan una mezcla de infantilismo y misoginia, y cuyo blanco son las mujeres que los cuidan y prodigan: Allison y Paty (Mary Hollis Inboden), la vecina. Ambas encarnan la cordura y la responsabilidad, y por ello son personajes grises y amargados, meros blancos para los punch lines de los protagonistas masculinos.

Es entonces, después de la primera secuencia de presentación de los personajes, de aplausos y risas grabadas para celebrar los chistes, cuando Allison sale del salón y va a la cocina, cuando ocurre algo que revela las verdaderas intenciones de la serie, un recurso que no voy a revelar aquí, pero que se revela como un eficiente contrapunto para que los personajes femeninos nos muestren qué es lo que pasa con las esposas de las sitcoms cuando dejan el escenario principal.

Un contrapunto que, si bien termina por perder contundencia a lo largo de los ocho episodios, se abre como una posibilidad para discutir temas urgentes en las relaciones de pareja pavimentadas con privilegio masculino, y el terrible transfondo que tiene nuestra comedia moderna, tan llena de víctimas reemplazables.

Kevin Can F**K Himself puede verse en Amazon Prime.



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