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GUÍA DE LECTURA

‘Cuando la muerte se aproxima’, de Arnoldo Kraus • Jaime Panqueva

Jaime Panqueva

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Arnoldo Kraus
‘Cuando la muerte se aproxima’, de Arnoldo Kraus • Jaime Panqueva


La Ciriquiciaca, la Igualadora, la Comadre, La Segura, La tía Quiteria, la Dama de negro o de la guadaña; los nombres para referirse a ella abundan tanto como el deseo de muchos, de escapar de sus garras. Sabemos, desde que la humanidad existe, que pertenecer a ella significa ser mortal. La inmortalidad siempre se ha asociado a los dioses o a criaturas que encuentra por encima de la dimensión del hombre. Relatos inmemoriales asociaban la vida eterna como un premio, pero de algunos siglos para acá este exceso de vida se ha ponderado con menor generosidad, hasta el punto de considerarse como una maldición.

Cuando la muerte se aproxima (Almadía, 2012), escrito por el eminente médico mexicano Arnoldo Kraus, nos asoma a casos extremos donde la vida, dado el sufrimiento por las enfermedades o el vacío mismo de la existencia, pareciera no tener más sentido que refugiarse en una muerte tranquilizadora y voluntaria. Apoyado por experiencias a lo largo de décadas de práctica médica, Kraus abunda sobre los conceptos de eutanasia activa y pasiva, en defensa de la soberanía absoluta del individuo para decidir sobre su cuerpo y espíritu. Comparte casos emblemáticos y maneras en que en diferentes latitudes se han pronunciado sobre el tema, que, en México, a casi diez años de su escritura aún son muy poco discutidos, muchos menos legislados.

La primera parte constituye un alegato bien fundado, aunque reiterativo, sobre las malas prácticas e interpretaciones médicas, en busca de humanizar esa despedida de la vida y devolverle la dignidad al paciente. También emprende una cruzada a favor de la escucha atenta a los sufrimientos y sentimientos de los enfermos; “reestablecer la clínica”, lo llama.

Kraus arremete contra la medicalización de la vida, mediante la cual, la industria de los medicamentos convierte “a los sanos en enfermos, a los poco enfermos en muy enfermos y a los síntomas en patologías.” Es difícil sustraerse anímicamente a la descripción de casos y argumentos validados a lo largo y ancho del planeta; como bien hice en comentar al inicio, no existe nadie que pueda sustraerse a ese trance que también recibe epítetos diversos, como entregar el equipo, pasar al otro barrio, colgar los tenis o quedarse tieso.

La segunda parte, que a mi juicio sobraba por reiterativa, o por muy genérica, o por muy dispersa, es un interesante compendio de notas sobre la eugenesia, la pena de muerte y el suicidio asistido, entre otras, que tras el primer tranco pueden degustarse como una tabla de dulces. Muy recomendable.

 

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