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54 MUJERES, LA SERIE [LI]

54 Mujeres • Una lista siempre incompleta • José Luis Justes Amador

José Luis Justes Amador

Björk
Björk
54 Mujeres • Una lista siempre incompleta • José Luis Justes Amador


I remember hearing a radio interview some years ago with Chrissie Hynde, the front woman of The Pretenders, on the subject of “Women in Rock.” As I recall, Hynde objected to this formulation, preferring that female rock musicians be treated simply as musicians and not be singled out by gender.
Philip Auslander


 

Más allá de las causas, la música no se libra del machismo, o de los efectos, las listas o los reconocimientos copados por personajes masculinos. Es obvio que no se puede escribir una verdadera historia del rock and roll, de la música moderna, sin escribir de todas esas mujeres que han ayudado, en mayor o menor medida a lo que escuchamos. Y, por mucho que nos empeñemos, la lista de todas aquellas que contribuyeron, inventando el rock and roll o llevándolo por primera vez a su país, la lista siempre será una lista incompleta. 

Incompleta aunque nos lleve a cualquier época y a cualquier latitud desde el sur profundo a finales de los años cuarenta a los locales de ensayo de Madrid de principios de esta década, de los oscuros sotanos de la BBC a finales de los setenta a los campos de concentración y represión de las “brujas” en Ghana, de la claridad de Laurel Canyon a la atmósfera cargada de humo de  los tugurios de Saigon en los años cincuenta, del Nueva York de la No Wave a ese mismo nueva York unos cuantos años antes, de Inglaterra más punk y underground a una orquesta cubana de más de ochenta años de existencia, del afrocaribe tradicional a las esculturas sónicas, de Australia a principios de los años ochenta a las horas sobrantes de los estudios de grabación de los años cincuenta, de una iglesia baptista en Los Angeles en 1972 a una biblioteca de esa misma ciudad en el 2021.

Incompleta porque han faltado mujeres, muchas mujeres que han marcado, cada una a su modo y a su manera, con mayor o menor éxito, con relevancia en las enciclopedias generalistas o como nota a pie de página en una tesis, la siempre cambiante historia de eso que hemos dado en llamar música moderna. Mujeres avanzadas siempre como Madonna (fue la primera en contratar a The Neptunes como productores o en tener una casa de discos independiente, Maverick, que pasó a mejor vida) o Björk (desde aquellos primerizamente encantadores Sugarcubes), de la des-educada Lauryn Hill (precursora más escuchada y conocida que reconocida) a la desinhibida Nina Hagen (que pasó del pop al punk para terminar hace apenas un mes cantando en la ceremonia de despedida de Angela Merkel), de las grandes Celia Cruz y Lola Flores a las (no tan anónimas) chicas del coro de Langley y otras muchas más que durante más de setenta años han estado ahí. Falta Wendy Carlos o The Raincoats. Faltan las chicas yeyé francesas, alemanas, españolas, inglesas. Falta la nueva hornada de chicas del metal o la gran pionera Azucena Martín-Dorado Calvo con su grupo Santa. Y, sobre todo, faltan las chicas que ahora mismo están en un local de ensayo que aún no han grabado nada pero son el futuro.

Incompleta porque faltan coleccionistas, periodistas musicales o personajes inclasificables como Pamela DesBarres. Porque falta una lista de productoras, ingenieras de estudio, managers, estilistas (¿qué sería de los Beatles sin Astrid Kirchherr?). Una lista incompleta porque la lista es interminable. Incompleta porque cada uno mismo la tiene que completar. Porque cada uno tiene sus preferencias y sus grupos o solistas.

PD: Y entre los mejores discos del año, tanto en inglés como en español, en cualquiera de las listas que uno se empeñe en mirar. Este año han destacado, entre otras, Wet Leg o Zahara, las poperas Self Steem (hermoso nombre), Joana Serrat o Maria Arnal, Little Simzs o Amyl and the Sniffers. Y, por supuesto, la reedición del genial “Dusty in Memphis” de la siempre grande Dusty Springfield.

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