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Disfrutes Cotidianos • Películas centenarias [1921] • Fernando Cuevas

Fernando Cuevas

La carreta fantasma (Körkarlen) (Victor Sjöström, 1921)
La carreta fantasma (Körkarlen) (Victor Sjöström, 1921)
Disfrutes Cotidianos • Películas centenarias [1921] • Fernando Cuevas

Una breve mirada a ciertas obras que en este 2021 cumplieron un siglo y siguen siendo referencia en el mundo del cine.

Charles Chaplin entregó una de sus obras mayores: El chico destila humor y ternura por partes iguales, sobre todo por el gran despliegue de comedia física relacionada con las habituales estrategias de sobrevivencia, pero también con la relación que el querido vagabundo Charlot establece con el niño del título, de bebé abandonado por una futura actriz arrepentida, incluyendo la famosa escena onírica-angelical y un enfático apunte social de tintes autobiográficos. Entre los seis imperdibles cortos realizados por Buster Keaton y Edward F. Cline, destacó el hilarante viaje presentado en The Boat, mientras que de visita en Nueva York, se presentó el corto documental Manhatta, en el que Charles Sheeler y Paul Strand integran las líneas de Walt Whitman a imágenes cotidianas del creciente centro urbano.

The Sheik, filme de George Melford basado en la novela de Edith Maude Hull, transita con soltura entre el romance y la aventura con lucidores escenarios, además de contar con la presencia de Rodolfo Valentino, iniciador del concepto de “latin lover”, aquí encarnando al jeque que cae enamorado de una independiente y segura de sí misma mujer inglesa (Agnes Ayres), quien a su vez lo va correspondiendo paulatinamente, dándose cuenta cuando se ve en peligro. El mismo Valentino, dirigido por Rex Igram, participó en Los cuatro jinetes del Apocalipsis, relato ambientado en la I Guerra Mundial donde una familia queda partida y conforntada por defender bandos contrarios

El gran director e intérprete sueco Victor Sjöström, presentó la alegórica La carroza fantasma (Körkarlen), con todo y logradas escenas de planos sobrepuestos y combinación de paleta cromática para dar el efecto de inmaterialidad del carruaje que va recogiendo las almas de los fallecidos, de paso brindando la oportunidad para reflexionar sobre la vida que se escapa entre el sinsentido. También con la muerte como personaje y elemento determinante de la trama, Fritz Lang rodó en clave expresionista, aunque con sus respectivos matices, Las 3 luces (Destiny), en la que una mujer debe evitar el fallecimiento de un trío de personas en medio oriente, Venecia y China, para así salvar a su prometido del terrible destino que le espera.

Con cierto tono irónico dirigido a los cuerpos militares con su correspondiente elemento romántico, el realizador berlinés Ernst Lubitsch entregó The Wild Cat, en la que un teniente que se dirige a un campamento es secuestrado por unos bandoleros; entre el prisionero y la hija del líder surge una atracción que alterará los planes iniciales. Escrita por Frank Miller con base en la novela de H. G. Wells, Harold Shaw realizó Kipps, relato de movilidad social en clave de comedia, ambientada en el contexto de la clase media alta inglesa que incluye, faltaba más, el retorno del protagonista a sus orígenes sociales para reencontrarse con su amada; en tanto, El borrón (The Blot), también se inmiscuyó en la temática de las desigualdades económicas en clave de drama propuesto por Lois Weber.

Frances Marion se puso tras la cámara en The Love Light, contando con la actuación de Mary Pickford como una mujer que espera en un faro costero el regreso de sus hermanos de la guerra. Cecil B. DeMille tripleteó con la comedrama El señorito primavera (The Affairs of Anatol) con texto de Arthur Schnitzler y Jeanie Macpherson e interpretaciones de Wallace Reid, entre su papel como salvador y amante, Wanda Haley y Gloria Swanson, habitual del director; con el autoremake Forbidden Fruit, en la que Agnes Ayres interpreta a una costurera en busca de librarse de un marido abusivo que trata de aprovecharse del empleo de su mujer con un millonario y con El paraíso de un iluso (Fool’s Paradise), historia romántica de vistas recuperadas en la frontera con México, retomando un relato corto de Leonard Merrick.

Con aprobación del mismísimo Conan Doyle para llevar a su personaje a la pantalla,  Maurice Elvey y George Ridwell dirigieron con olfato narrativo Las aventuras de Sherlock Holmes, personaje emblemático de la literatura detectivesca que ha seguido apareciendo en el cine y la televisión en innumerables ocasiones: este filme marcaría un tendencia en la forma de adaptarlo. Otros libros clásicos también recibieron su tratamiento respectivo, como Los tres mosqueteros a cargo de Fred Niblo, y la danesa Hamlet, en la que Sven Gade y Heinz Schall transforman al personaje titular en mujer; además, F. W. Murnau emprendió el traslado de El castillo Vogeloed, basada en el texto de Rudolf Stratz: la literatura como fuente primigenia del cine.

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