jueves. 18.04.2024
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GUÍA DE LECTURA 452

Tachas 473 • El clamor de las hojas por su matiz, de Alejandra Solís • Jaime Panqueva

Jaime Panqueva

El clamor de las hojas por su matiz, de Alejandra Solís
El clamor de las hojas por su matiz, de Alejandra Solís
Tachas 473 • El clamor de las hojas por su matiz, de Alejandra Solís • Jaime Panqueva

Cierro mi recorrido por las novedades poéticas publicadas recientemente en nuestro estado con este libro, editado por el sello Ediciones de las Sibilas, bajo el cuidado de Pedro Mena Bermúdez. “Muestra de poesía sencilla, natural y silvestre, que alegra el aliento, que evidencia la dicha de respirar”, como lo define su prólogo, El clamor conjunta poemas bucólicos y amorosos de Alejandra Solís como prueba viva de que, como rezan unos de sus versos,

Aunque la muerte sea la única certeza,
se persiste en imprimir obras que perduren
y trasciendan lo finito.

Persistencia y sensibilidad, este poemario transmite la emoción experimentada al invocar los “cantos ancestrales escritos desde el Génesis”, al volver a nombrar las piedras, la espuma, los cuarzos y el océano. Regresar a los sentimientos originales de la experiencia humana para cantar con voz desprovista de complejos ropajes a la noche, a los abismos y los cuerpos. Como en las ocasiones anteriores, seleccioné algunos versos:

Estoy vestida con incontables versos
escritos en diversas lenguas.
Soy en el eco de primitivos ritos,
o en el claroscuro de ideas,
la estoica palabra
labrada en un cuarzo.

A estas nubes el viento
las empuja hasta juntarlas,
el sol las mira
y ellas se ruborizan,
rompen en estruendosas risas
desaprisionando lluvias,
para que el arcoíris
sea caricia vespertina
en el manto celeste
que a lo lejos
ya deja ver tibios colores.

Mientras el sol se despide perezoso
el amor murmura un destino
donde nos encontramos
donde la brújula del pasado nos conduce
al presente
a esta adormecida tarde.
Soplas
y tu vaho
acaricia las gotitas de sudor
que florecen en mi piel.

El mundo es un nido de alegrías
el aroma de los azahares un canto.
En el piar de los pájaros
deposito mi caridad,
descubro con mi ojo rubio
ruinas, piedras
donde los insectos
ven su destino.
En las hojas de los árboles y plantas
brota la inocencia en su verdor,
rencores y culpas desvanezco
con mi aliento.
Permito que el amor vague y repose
en toda forma de vida.

Contigo todo encuentro es inocente;
minutos, o épocas completas, pido al tiempo
para vivir en un juego gozoso.
Contigo, el color de las imágenes
se avivan como frescos óleos,
el viento ahí pintado soy,
y ahora, me respiras.
Contigo, cabe la luna en mi mirada,
el brillo de las estrellas;
todas las noches de octubre
son inmensos parpadeos en tus ojos.
Contigo habito la luz,
la intimidad del sol fertilizando
las raíces de la vida.
Contigo, celebro un eterno concilio
de huellas y universos en mi piel;
eres la espesa espuma
de las olas de mis brazos.
Somos el mar en el mapa
de lo eterno.

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