Los romanos, expertos para acuñar las más diversas siglas, nos legaron una lista inacabable, entre ellas las famosas DOM, RIP, INRI, STTL y, por supuesto, SPQR, Senatus Populusque Romanus. Que significa, en buen romance: El senado y pueblo de Roma. Una forma para referirse al imperio que se gestaba hacia el 80 a.C. cuando se registra su aparición en las monedas y edificios públicos de la República. El peso de estas siglas acompañó a la identidad romana de tal manera que aún es posible encontrarla en el acueducto y alcantarillado de las actuales ciudades italianas. La sigla misma ha sido objeto de burla; recuerdo a los célebres Ásterix y Óbelix que la convirtieron en Sono Pazzi Questi Romani, que traduce en italiano actual la frase “Ils sont fous ces romains” o “están locos estos romanos”, gag infaltable en cada una de sus historietas.

Locos o no, y lo he comentado en las anteriores entregas sobre libros de la gran Mary Beard (ver guías 277 y 279; Tachas 275 y 277), la impronta romana es una marca indeleble en nuestra civilización que en este libro se pone de relieve. La autora traza una ruta extraordinaria desde sus orígenes arqueológicos, pasando por la mitología y relatos identitarios que se acuñaron siglos después en la búsqueda de una identidad propia y grandilocuente, así como para justificar su inaudito crecimiento y hegemonía del mundo por entonces conocido. De la mano de Beard, con su formidable arsenal de datos, citas, personajes famosos o apenas reconocidos por la microhistoria, transitamos desde los siglos VII antes de Cristo hasta el mayor esplendor conocido y culminación del concepto de imperio con Caracalla, quien en el 212 d.C., otorga la calidad de ciudadanos a todos los habitantes libres dentro de sus fronteras.

Beard, con el gran sentido del humor y el escepticismo de todo buen investigador, lanza preguntas que buscan desmitificar y relativizar los testimonios de los grandes cronistas latinos que nos legaron emperadores monstruosos como Nerón o Calígula (a este último se niega a llamarlo por este apodo y se decanta por su nombre pila, Cayo). También se preocupa por desentrañar y presentarnos la vida del común del pueblo, incluso de los más humildes y desvalidos, quienes dejaron muy pocas huellas de su paso por el mundo.

Lectura obligada para todo aquel que desee salir de los clichés y adentrarse en el pasado menos heroico, pero más humano presentado por SPQR, que huye de los grandes discursos para enfocarse en los problemas resueltos y logros culturales que siguen hablándonos a través de los siglos.

Nota final: esta sección se va de vacaciones (así como su autor) pero amenaza regresar dentro de dos semanas. 😊

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