La primera vez que vi a Alan pensé que era un alumno: joven, pelo largo, delgado. La segunda vez lo vi frente a grupo. Al escucharlo, mientras esperaba pasar al salón, casi quería empezar a tomar apuntes: tiene un concimiento muy amplio y técnico de su área: fotografía y video. Así, me animé a entrevistarlo. Recuerdo que al pedirle la charla, me dijo: “Híjole, soy remalo para hablar. Pero si quieres, me dices cuándo.” No me lo pensé y a la siguiente semana nos pusimos a hacerla. 

Hicimos varias tomas. Era verdad que le costaba estar frente a la cámara. El nerviosismo era la constante. Las primeras tomas mostraban a alguien serio en extremo, sin gestos. No sé por qué, pero empecé a hacer bromas. Estallaron las carcajadas. Así salió el joven que había conocido. A partir de allí la entrevista fue simple, fluida. 

Aquí la dejamos:

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