jueves. 25.04.2024
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GUÍA DE LECTURA 466

Guía de Lectura • El rey del honka monka, de Tomás González • Jaime Panqueva

Jaime Panqueva

El rey del honka monka, de Tomás González
El rey del honka monka, de Tomás González
Guía de Lectura • El rey del honka monka, de Tomás González • Jaime Panqueva

Monterroso contaba que un autor inglés escribió que no hallaba cómo deshacerse de libros que lo abrumaban en su casa. En Cómo me deshice de quinientos libros habla de que la manía por la lectura puede degenerar en compulsión por comprarlos y, claro, de ahí se pasa a arrumbarlos en estanterías, clasificarlos, desempolvarlos y asperjarlos con insecti- o raticida, según se requiera. ¿Todo para qué? para sentirnos más inteligentes en proporción a la cantidad de papel acumulada, planteaba sin ambages el escritor guatemalteco. Por tal motivo, lucha contra la necesidad de acumular y el cariño que siente por esa masa acumulada, y decide salir de libros que considera innecesarios. En realidad, acá mi spoiler de tan simpático y breve cuento, el autor confiesa que apenas y pudo deshacerse de una veintena. 

Para no caer en las mismas dificultades, inicié poco a poco a depurar mis estantes, y más que sentir que me sobraban libros, atesoré algunos que había leído hace años y que pensé cabrían en este espacio. El rey del Honka-Monka, primer libro de cuentos de Tomás González, es uno de ellos. De él había reseñado hace unos años Los caballitos del diablo (Guía 275, Tachas 273). Ignoraba por entonces la similitud entre la vida personal del autor con el personaje protagonista de esa novela y su reticencia a asumir la pose del escritor consagrado. Una entrevista de hace unos meses para el diario El País muestra su nuevo hogar, en medio y a orilla de la represa de El Peñol en Antioquia. Para él no hay ferias del libro (son como fábricas, comenta) ni firmas de autógrafos. Algo muy relacionado con su línea literaria, que siempre ha asumido “la intimidad en el primer plano, la Historia en el trasfondo”, para usar sus palabras. 

Mi recomendación de esta semana es un libro de cuentos, cuyos personajes por uno u otro motivo han sufrido un descalabro que los transporta de una vida exitosa a una marginalidad que puede asumirse como fatalidad o liberación. Como si el impulso vital en pos de las grandes metas se consumiera, y la existencia sencilla, que brinda una cierta armonía, fuese a la vez destino o maldición. Es el final de un próspero negociante de Cali, que da nombre al libro, defenestrado del triunfo económico por malos manejos: “William, como un minero que se resignó a sembrar maíz al lado de una veta imposible, se acostumbró a vivir al borde de la riqueza.” Y es en esa intimidad, en la mente y sentimientos de estos seres despreciados, que González puede apreciarse en toda su dimensión. 

Igual que Monterroso, desempolvaré y reclasificaré mis libros; tampoco creo que salga de muchos.

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