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Tachas 491 • Pierre Soulages: Gigante de la negra abstracción • Fernando Cuevas

Fernando Cuevas
Pierre Soulages
Pierre Soulages
Tachas 491 • Pierre Soulages: Gigante de la negra abstracción • Fernando Cuevas

Vivió poco más de un siglo y ya desde niño se empezó a obsesionar con el color negro y sus posibilidades expresivas, haciendo marcas en las hojas. Con su imponente 1.90 de altura y enfundado en ropa del color de sus anhelos, manifestó una convicción plena en términos estéticos, buscando diversas formas para plasmar la elegancia y el escondido juego cromático a partir de formas, reflejos y contrastes, que se puede desarrollar a través de la variedad de texturas y combinaciones en estado cambiante. Nació un 24 de diciembre, cual destino para recrear las noches buenas y oscuras en sus variantes más inesperadas, recuperando las manifestaciones arcaicas del arte. 

Pierre Soulages (1919-2022) perdió a su padre cuando apenas tenía cinco años, quedando con su hermana mayor, convertida en maestra de filosofía, y su madre, quien quería que su hijo fuera médico. En 1938 fue a París para estudiar con René Jaudon y tras ver una exposición de Cézanne and Picasso, regresó a su casa, trabajó en el campo y en la escuela de arte donde conoció a Colette Llaurens, con quien se casó en 1942. Durante la ocupación, conoció a Sonia Delaunay y entró en contacto con el arte abstracto, definitorio en el estilo que desarrollaría en lo sucesivo y que se adecuaba a su enfoque expresivo: en el libro Arte contemporáneo, últimas tendencias (Larousse, 2008), Pradel y Anglada lo definen como “monocromía luminosa de un políptico” (p.8) y a la manera de “una estela cuyo insolente silencio desafía el caos del mundo al erigir este lugar donde vienen a hacerse y deshacerse sentidos” (p. 26).

Volvió a París en 1946 y empezó a mostrar sus primeras obras en la postguerra, recurriendo a formas geométricas, y por estos años inició una amistad con el artista inglés Patrick Heron, que resultaría en una mutua influencia, como la que recibió del arte que se desarrollaba en Estados Unidos en aquella época, con el artpop y el expresionismo abstracto en plena ebullición. Representativas de su trabajo en esos años son Etching No 2 (1952) con algunos rojos colándose entre la negritud absolutista y Painting, 23 May 1953, titulada así por el día que la terminó, explorando los espacios con ese contraste de los pequeños puntos de fuga en los que la luz se asoma para enfatizar las poderosas pinceladas generadoras de una absorbente oscuridad. 

En 1954 se presentó en la Bienal de Venecia y dos años después tuvo su propia exhibición en Nueva York y el reconocimiento fue creciendo, sobre todo por las retrospectivas, exhibiciones y la elaboración del “mosaico de vidrio” para el museo Suermondt-Ludwig de Aachen a mediados de los años sesenta. En la siguiente década produjo relieves de bronce basados en sus propios grabados, además de continuar con su producción de reconocible sello, presentarse en Dakar con todo y esencias africanas y elaborar sus pinturas ultranegras que se colgaron en el centro Pompidou en 1979. Posteriormente, destacó la obra Peinture 324x362 (1985), que fue parte de la retrospectiva en el Louvre en 2019 con motivo de su centenario vital.

En 1986, Soulages aceptó encargarse del proyecto para elaborar 104 vitrales para la abadía Santa Fe de Conques en Rodez, ubicada en  su tierra natal al sur de Francia. Esta construcción del arte románico fue decisiva para su elección vocacional: “cuando yo tenía catorce años, fue delante de la abacial de Conques que decidí que, sólo el arte me interesaba en la vida (...). Conques es el lugar de mis primeras emociones artísticas” (tomado de https://www.tourisme-conques.fr/es/conques/vitrales-de-soulages). Continuó en la década de los noventa con esta labor llena de contrastes cromáticos y una fluida dinámica con los muros y ventanas del templo, ejemplificando la interacción entre la luminosidad del vidrio y sus tonalidades y la opacidad misteriosa de los muros ancestrales.

Hacia el final del siglo volvió a sus habituales excursiones por los lienzos de gran formato invadidos por la magia del negro y sus múltiples influjos refractarios y expansivos. Para el nuevo milenio continuó explorando alternativas alrededor del negro en aras de abrir senderos estilísticos, como se muestra en Painting 81 x 130 cm (2002), así titulada en términos descriptivos, como lo había hecho con la fecha para nombrar otros trabajos, y dejar la interpretación por completo en las manos del observador. En la reapertura del museo Fabre de Montpellier en el 2007, se integraron varias de sus obras y en el 2012 donó cerca de 500 pinturas para el museo Soulages, ubicado en su terruño. 

Tras una segunda retrospectiva en el centro Pompidou entre 2009 y 2010, desarrolló una serie de combinaciones en la que intercalaba franjas horizontales blancas y negras y en el 2013 presentó un par de cuadros, uno blanco y otro negro, en los que jugó con los contrastes de la dirección de las líneas y los sutiles sombreados; algunos azules también aparecieron en obras de su etapa final, a manera de pausada transformación, en la que siguió utilizando diversos instrumentos como pinceles modificados, cuchillas, espátulas y herramientas caseras de uso cotidiano. En Arte del siglo XX Volumen I (Taschen, 2005), Ruhrberg, Schnekenburger, Fricke y Honnef explican cómo aplicaba gruesas franjas de un brillante negro retomado de Manet sobre fondos claros para dar el efecto de un espacio ilimitado y, en consecuencia, de notables contrastes.

Como él mismo refiriera, antes de la luz, el mundo y las cosas estaban en la más completa oscuridad y con la luz, nacieron los colores, pero el negro es anterior a ellos: en efecto, frente a la ausencia de luz, Soulages probó ir más allá del negro pero a través de su propio misterio, elegancia y apertura al libre desciframiento, ahí donde uno termina por encontrarse en ambientes de introspección. Transitaba de una austeridad absorbente a una explosividad cautivante, incluso en una misma obra, dentro de la cual también se podía navegar de una rugosidad patente a una expresiva suavidad de fuerte carga reflejante. Ahora habita alguno de los fascinantes universos negros que tanto imaginó en vida.

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