Es lo Cotidiano

La Tsunamita

Yara Imelda Ortega

La Tsunamita

Una belleza que de tan terrible
Transmutó mi voluntad a un monosílabo constante y politonal


Una luz tan líquida y pura
que se convirtió en relámpago abrazable
humedad hecha tormenta, sismo abarcable


Ese aire tan transparente
que daba miedo respirar
por no ensuciarlo
pero me estaba ahogando sin remedio.


Aquella paz tan vertiginosa
que hizo de la guerra algo tan necesario
como la muerte que presagia vida


Hizo que a mis dedos no les pesara
ser, de ramos llenos de joyas
a negras raíces huérfanas de argollas nupciales


Que las uñas que lo gozaban
se convirtieran voluntariamente
en anchos sujetos casi a la otra orilla:
la playa de su ser


Me declaro
víctima voluntaria de la ola invernal
que golpea con todo el ímpetu capaz
y luego se retira
sin quedarse a ser testigo
de la felicidad que deja
como consecuencia de su paso.